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EntrevistasCrisis socioambiental y despojo

Pedro Peretti: “Tiene que haber producción, una defensa del consumo interno y exportación, cuestión que requiere necesariamente una intervención activa de un Estado presente”

¿Cuáles son las principales razones del incremento en el precio de los alimentos en Argentina?

Para mí, la principal razón en el incremento del precio de los alimentos en la Argentina se debe en primer lugar al aumento internacional de precios que viene desde hace meses. Según el índice FAO, viene subiendo en los cinco principales rubros que controla la FAO —aceites vegetales, carne, cereales, leche y azúcar—. Los cinco rubros del índice que monitorea la FAO vienen teniendo aumentos ininterrumpidos. La carne está en niveles astronómicos. Combinado con ello, Argentina tiene una producción de alimentos dominada por dos cuestiones: una por los monopolios, la producción de alimentos está altamente concentrada y otra por la irracionalidad logística que tiene la producción y distribución de alimentos a nivel interno. Esa combinación hace que sea un cóctel explosivo, ya que no hay ningún mecanismo ni ningún organismo en la República Argentina que actúe de mediador entre los precios externos y la mesa de los argentinos. Lo que pasa externamente pega de lleno a nivel interno, porque Argentina tiene otro componente que es muy importante tener en cuenta. La Argentina no es que exporta un producto, exporta todo lo que consume, exporta harina, aceite, carne, legumbres, ajo, cebolla, arveja, lenteja, exporta todo, todo lo que come lo exporta. Entonces, si no hay ningún mecanismo interno que administre esa tensión entre precios nacionales y precios internacionales, y encima están absolutamente monopolizados, el pato de la boda sin duda es el salario de los trabajadores de ingreso fijo.

En muchas investigaciones y estudios se enfatiza en el proceso de creciente dolarización de los costos de las actividades agropecuarias. ¿Estás de acuerdo con esos planteos? ¿En ese caso, cómo impacta dicho proceso en el precio de los alimentos?

La dolarización de los costos existe. Yo pago todo en dólares, yo soy productor y cuando voy a pagar, pago en dólar oficial, ¡¡dólar oficial!! Por eso es tan importante, para defender los costos, defender la moneda. Cada devaluación que vos hacés y todo ese proceso de devaluación que ha venido sufriendo la Argentina, que va acompañando la inflación, pega sobre el precio de los alimentos. Eso es absolutamente así. Por ejemplo, la leche tiene los costos totalmente dolarizados. Eso es así. Pero, además, vos imaginate que el 33% de nuestro PBI es logística.

Un litro de leche recorre mil kilómetros en promedio en la República Argentina en camión. ¡¡En camión!! Entonces toda esa logística —que el 50% de los costos de logística también son en dólares—, cada vez que se mueve el dólar, pega en la logística, pega en los alimentos y es un círculo infernal que siempre termina pagándolo, reitero, termina siendo el pato de la boda, el tipo que tiene salario de ingreso fijo.

Después hay otro problema muy grave en la República Argentina, como todo va a dólar oficial, las grandes compañías proveedoras de insumos, por ejemplo, de fertilizantes y de agroquímicos o de agrotóxicos, como los quieras llamar, generan una inflación en dólares, entonces te van aumentando los precios en dólares, como el dólar oficial no lo pueden tocar y la devaluación no la pueden tocar, entonces vos tenés precios, hoy hay insumos que están por las nubes. Ahora, cuando el gobierno quiere intervenir para controlar esos insumos dicen “no, libre mercado, no intervenga”, o sea, es una situación muy compleja de manejar. Por eso la política que ha desarrollado, que ha expresado ahora el nuevo ministro, si la logra concretar en la práctica es muy buena, porque dice que hay que armonizar producción, consumo y exportación. Hay que armonizar estos tres ítems, o sea, tiene que haber producción, tiene que haber una defensa del consumo interno y tiene que haber exportación, cuestión que requiere necesariamente una intervención activa de un Estado presente.

¿Qué hay de cierto en la idea de que es alta la carga tributaria en las actividades agroindustriales en Argentina? ¿Son necesarias modificaciones/reformas en este aspecto?

No son mayores que en otros países latinoamericanos, la diferencia a favor de los argentinos es que el sector agropecuario es un gran evasor. Por eso, en muchos casos las cargas son nominales, no reales. Y si no, fijate lo que pasa con los Papeles de Pandora, es muy importante que tengamos en cuenta esos papeles, porque esos papeles ponen a la Argentina como el tercer país con mayores cuentas offshore, ¿de dónde provienen esas cuentas offshore? ¿Cuál es el sector que más aporta a ese tipo de cuentas? Sin dudas, el sector agroexportador de la República Argentina, porque no hay otro que genere dólares para que los pueda fugar, que es una característica del sector agropecuario. Y en ese sentido hay un buen trabajo que se dio a conocer, ahí las compañías exportadoras tienen mucho que explicar, en este desastre que es la exportación de granos en la República Argentina, que está dominada por monopolios sin ningún tipo de control, no se pesan las exportaciones, nadie pesa.

Y fundamentalmente vos sabés que todos los negocios de exportación de granos son exportaciones intrafirma. Según varios estudios, son la principal causa de fuga de capitales. Los negocios intrafirma, Cargill Argentina o Dreyfus Argentina o AGD Argentina, le vende a AGD, Cargill o Dreyfus Montevideo o a Dreyfus Lituania, por dar un ejemplo. Bueno, esa es la principal causa de evasión impositiva.

Con respecto a los márgenes de rentabilidad, ¿hay adecuados y/o suficientes niveles de rentabilidad? ¿Para qué estratos o sectores?

Hoy tenemos los mejores niveles de rentabilidad por lo menos de los últimos quince años. Que yo me acuerde, nunca hemos tenido estos niveles y te lo demuestra el récord de venta en sembradoras, récord de venta en maquinaria agrícola, récord de venta de tractores, récord de venta de pick up. El nivel de rentabilidad es muy grande hoy en todos los sectores, en los cinco principales cultivos y en la ganadería.

Vos imaginate que hoy un tipo con doce vacas de cría, engordando un novillo son setenta mil pesos por novillo, es casi el doble de un salario, doce vacas que la tenés en el patio. El nivel de rentabilidad es muy alto, ¡muy alto! No lo sé, no lo tengo sacado en este momento, hace rato que no miro esos números, pero, además, son números todos dibujados, porque uno se da cuenta, andá a encontrar a un albañil en un pueblo del interior. Está todo el mundo arreglando casas. Las piletas que se han hecho en la Argentina en el último año, en el interior profundo del país es impresionante, no dan abasto las empresas construyendo piletas. Digo, para darte un indicador de que la situación está bien, porque nadie hace una pileta cuando las cosas le van mal.

Con respecto al tema de la evasión impositiva que recién comentabas, ¿qué tipo de modificaciones o reformas se podría implementar en función de regular la situación?

Argentina tiene que hacer una agencia nacional de control de cargas, en donde el factor humano esté lo más acotado posible. Sensores, internet de las cosas, en tiempo real pesando el camión, controlando cargas, vinculándolo con la AFIP, con los organismos antilavado. Ahí estuve viendo un trabajo de cuatro o cinco ingenieros argentinos patriotas que revisaron 8 millones de cartas de porte y encontraron inconsistencias en el 40% de ellas. Ellos estimaron a “ojo de buen cubero” que ahí hay 2000 millones de dólares de evasión, en el transporte, el contrabando, todo el movimiento ese que hay, subfacturación, sobrefacturación, contrabando, cereal en negro, qué se yo, todas las cosas que se te ocurran que están ahí, bueno, ahí están todos los delitos y ahí está el principal problema. Pero la Argentina no es que no pesa sus granos: no pesa el oro, no pesa el litio, no pesa la carne, no pesa nada, ni lo que exporta, ni lo que importa, no hay ningún tipo de control, es “atendido por sus propios dueños”. Es bajo presentación de declaración jurada: “ingresé 5000 kilogramos de jamón crudo” ¿Y? ¿Quién lo controló? Eso es lo que descubrió el registro único de la cadena agroalimentaria con las exportaciones de carne triangulada a China. Decían que iba descarte de faena y adentro venía un novillo de primera línea; o “vaca vieja” y adentro iba matambre, vacío, lomo. Y claro, era una subfacturación de casi el 60% de cada media res, es una evasión extraordinaria.

¿Hay algún ejemplo de algún país que haya implementado un tipo de control similar a lo que vos estás comentando?

Bueno, todos los países europeos lo tienen. Portugal lo tiene, por darte un ejemplo: un camión llega a un peaje y lo pesan, y por medio de sensores cargan la información a la nube y se controla. Y si en el trayecto va a otra balanza, ya ven las variaciones de carga que tiene y todo lo demás. Eso es una tecnología que está absolutamente disponible. Está en la Argentina hecha por argentinos, el recurso humano está en la Argentina. Acá lo que hace falta para poner en marcha eso es un dispositivo, un control, una decisión política.

¿Vos hablas de una agencia estatal o una agencia pública o privada?

No, público-privada no! Una agencia estatal con control social, porque es el Estado el que tiene que pesar la mercadería de los privados para que paguen los impuestos que corresponden, no lo que ellos quieren. Lo que sí, esa agencia estatal debe tener control social: tienen que estar los trabajadores, tienen que estar los camioneros, tienen que estar los dadores de carga, tienen que estar todos mirando cómo funciona eso. Tienen que estar los organismos controladores del Estado, para que no haya trampa, porque acá el problema es la trampa. Porque te dicen acá en la Argentina siempre es mucho más importante el detalle que el concepto. Acá te dicen “sí señor, vamos a poner una balanza” y después resulta que te ponen la balanza y te la maneja el primo hermano del CEO de Cargill o el papá del gerente general de una organización multinacional, justo cuando tienen que pasar los camiones se quedó dormido o lo llamó la mamá y pasaron cien camiones y no controló. Entonces lo que hay que evitar es justamente que el factor humano esté lo menos en contacto con estas cosas. Para eso está la internet de las cosas, que se vinculen los objetos entre sí sin la intervención humana.

Con respecto a esta situación que reiteradamente pasa en Argentina, que ante ciclos alcistas en el precio internacional de determinados commodities —me refiero a aquellos productos que tienen relevancia en el mercado interno como la carne, la leche, la harina de trigo, etcétera—, se genera una tensión entre la promoción de las exportaciones y el nivel de precios internos para el consumo de las clases populares: ¿cómo es posible compatibilizar esa tensión?

Necesitas algún organismo regulador en el medio. En otro tiempo lo tuvimos y lo desmontamos en los ´90. Como tiene la yerba mate: el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Vos necesitás regular eso, tiene que haber un organismo que regule, tanto para exportación, tanto para consumo interno, por eso hay que armonizar esos tres ítems —producción, consumo y exportación— y después hay que desmonopolizar, para lo cual es necesario volver a los consumos de cercanía. El Estado debe tener una fuerte política de volver a la chacra mixta, a la producción de cercanía, a que cada pueblo tenga su tambo, a que cada pueblo produzca sus alimentos sin que tengan que viajar miles de kilómetros.

¿Cómo puede ser que Máximo Paz no tenga dos o tres huertas que la provean? Tenemos que hacer ciento cincuenta km para buscar la verdura o la leche tiene que venir de General Rodríguez, que no haya uno o dos tambos en el pueblo o al menos en la región. Pero esto de que la leche tiene que recorrer mil km para que venga acá… si no viene La Serenísima no traen la leche, estamos todos locos. Es un sistema absolutamente irracional.

¿En su opinión, los circuitos cortos de comercialización representan una alternativa o un complemento de los canales convencionales de comercialización?

Son una alternativa y hay que poner mucha plata ahí. El Estado debe poner mucha plata y armar una red de mercados populares en la República Argentina. Pero eso significa que tenés que armar la infraestructura y también armar la posibilidad de que los productores en todas las zonas tengan acceso a la tierra y que produzcan y que tengan un lugar donde llevar la mercadería. No hay otra manera. El abaratamiento es notable. Por ejemplo, la producción de huevos es mucho más barata, la leche vale la mitad si se produce en la misma región, la lechuga, el tomate, todos esos rubros que se pueden producir con relativa facilidad. Si a eso le sumás algún ingrediente cultural, enseñándole a la gente cómo se consumen las verduras, cómo se cocinan, etcétera… Hay un manojo de cosas que tiene que estar todo incluido adentro. Tiene que estar la cultura del trabajo, los consumos saludables, en fin, todo una serie de cuestiones para mejorar la calidad de vida de nuestra gente.

Desde su perspectiva, ¿qué tipo de rol debería jugar el Estado —en sus diferentes jurisdicciones— en la comercialización de los alimentos en Argentina?

Yo creo que la Argentina debe ir a un instituto o a un fideicomiso de retorno a la chacra mixta. Eso es favorecer el consumo de cercanía. Creo que eso no es fácil porque cambiar el modelo de producción de alimentos no es hacer un zoom o apretar un botón, ni siquiera decretar una ley. Lleva tiempo, es un proceso biológico. O sea, los dos modelos van a tener que convivir por bastante tiempo; mientras va creciendo uno con fuerza, el otro que se vaya complementando y vaya haciendo el menor daño posible. ¡Pero hay que empezar ya! Es un proceso que hay que empezarlo en paralelo fundamentalmente con las franjas periurbanas de los pueblos donde no se puede fumigar. Ahí hay miles de hectáreas que pueden ser abocadas a la producción de alimentos para el consumo de cercanía. Bueno hay que poner el énfasis en eso, pero tiene que haber una política pública.

Con respecto al Consejo Agroindustrial Argentino, ¿cuál es tu visión sobre esa entidad y el vínculo del Gobierno en diálogo con ese sector?

Es ir a discutir sobre el infierno con el diablo. Si son los que aumentan los precios, son los que monopolizan la cadena y encima le vas a dar más para que sean más monopolio. A mí me parece que no es una política razonable, creo que es una ley injusta, totalmente injusta, porque darle más prerrogativas a los que siembran soja, maíz, trigo, con la plata que están ganando, con la concentración monopólica que tienen… Mirá el aceite, el 240% aumentó en los últimos dos años, somos ultra mega productores de aceite. Me parece que acá hay funcionarios que no conocen el país que gobiernan, ese es el problema más grave que creo que tenemos. Miran mucho la computadora, miran mucho Nueva York, las finanzas, la bolsa, pero hay un país real que no está contemplado en las políticas públicas.

¿Por qué crees que hay tal nivel de adhesión en el sector agropecuario a un discurso liberal en lo económico? Me refiero también a productores de pequeña y mediana escala, incluso a parte de los estratos de la producción familiar, en los que prima en su mayoría.

Primero, quedan muy pocos productores agropecuarios en Argentina. Han desaparecido casi todos. Segundo tema, la Argentina es un país de rentistas rurales. Todo el mundo alquila la tierra, quedan muy poquitos productores, casi los han exterminado y el rentismo es absolutamente conservador y liberal. Nadie quiere que se le metan en la renta. Argentina tendría que empezar dividiendo a sus productores entre productores genuinos y productores rentistas, como hace cualquier país serio en el mundo. Si vos tenes un campo o un departamento para alquilar, sos un rentista, no sos un productor agropecuario. Nosotros tratamos por igual a todo el mundo. Ese rentismo rural ha generado un nivel de conservadurismo y de adhesión a las ideas neoliberales muy grande, pero a su vez ese rentismo general produjo productores muy grandes. Es una burguesía intermediaria que es colaboradora de las grandes corporaciones, no son productores agropecuarios independientes sino que son asistentes de las grandes corporaciones, que funcionan en tándem con ellos, porque son una burguesía que intermedia con granos, con esto, con aquello, y claro, la presencia del Estado, que les cobre impuestos, que los controle, les arruina el negocio. Pero no hay más productores agropecuarios genuinos pequeños y medianos como era el que representaba la FAA, eso está en vías de extinción. Ahora quedaron un grupo de campesinos vinculados con la tierra, de productores familiares y grandes productores. Por eso hay que reconstituir. La última década desaparecieron 50.000 productores agropecuarios, imagínate, no quedan más, ¿cuántos quedan? cinco o seis por pueblo quedan, por supuesto que esos van detrás de ese modelo.

En general en el pensamiento progresista hay una lectura de que las pymes en otros sectores productivos pueden generar cierto dinamismo, o por lo menos provocar un freno o ralentización a la concentración económica. A pesar del proceso de eliminación de explotaciones en diferentes cadenas agroalimentarias, todavía queda cierta cantidad importante de productores ganaderos, de trigo, de maíz, que son productores capitalizados pero por su posición en la estructura económica no tienen la magnitud de las grandes empresas agropecuarias. Sin embargo tienen una posición hiperliberal en lo económico. No me refiero a los rentistas sino a aquellos que aún están activos. ¿Vos pensás que es un sector perdido? ¿Es un sector disputable? ¿Cómo te imaginas el discurso ante esos sectores?

Yo creo que debemos tener una política para la pequeña y mediana burguesía rural que queda. Tenemos que tratar de generar algún tipo de adhesión en ese segmento, pero el problema es que es muy difícil si no lo tenemos claro, que tenemos que vincularlo, que necesitamos poner plata ahí, que necesitamos hacer una alianza y que en el campo están muy tensionados por los sectores de ultraderecha, que son muy agresivos y cualquiera que toma una posición distinta lo agreden. Yo conozco casos, en Pergamino han amenazado al presidente de la filial de la FAA por tener una posición independiente, nosotros no la pasamos bien donde vivimos, siempre tenemos algún conflicto con alguien que no entiende nada, que a lo mejor tiene diez o quince hectáreas de campo y parece que fuera un terrateniente y vos cuando lo ves, decís: “Flaco, tenés veinte hectáreas de campo, qué te pasa”. Bueno, pero eso está porque hay una gran labor de los medios, el rol de los medios ha sido extraordinario, mucha gente del campo piensa que gana o pierde plata cuando se lo dice Clarín Rural o La Nación. Esa labor ideológica de la derecha es muy activa, es constante. Le hacen la cabeza constantemente y entonces tenés un problema político, no gremial ni económico.