Estimados amigos y amigas
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
El 30 de junio de 1958, Mao Tse-tung leyó en Renmin Ribao (El diario popular) que la esquistosomiasis —o bilharziasis— había sido erradicada en Yukiang (provincia de Jiangxi). Se sintió tan inspirado que escribió un poema llamado “Adiós al Dios de la plaga” (traducción libre):
Cientos de aldeas asfixiadas por la maleza, gente desperdiciada;
Miles de hogares abandonados, cantos lastimeros de fantasmas.
…
Le preguntamos al Dios de la plaga, “¿hacia dónde te diriges?”
Las barcazas de papel se encienden y la luz de las velas ilumina el cielo.
Mao creció en Shaoshan (provincia de Hunan), donde conoció de cerca los terrores de la bilharziasis y las plagas puntuales que devastaron la China rural por cientos de años. Shi Daonan (1765-1792), quien murió por la plaga, escribió el poderoso poema “La muerte de las ratas”:
Las personas parecen fantasmas.
Los fantasmas luchan contra el espíritu humano.
Las personas que se encuentran en el día son en realidad fantasmas.
Los fantasmas que se encuentran al anochecer son en realidad personas.
Lxs comunistas estaban determinadxs a erradicar la enfermedad. A principios de los años 30, Mao se unió a la Comisión de Salud Pública del Partido Comunista Chino; en 1934, cuando estaba en el Soviet de Jiangxi, puso la salud pública como prioridad del trabajo del partido. Cuando lxs comunistas estaban en Yan’an, su gobierno asignó un impresionante 6% del presupuesto al sistema sanitario, que era responsabilidad del Comité de salud pública. Había que revertir el antiguo descuido de la vida social de cientos de millones de personas, y ello requería no solo la toma del poder estatal, sino también convocar a la acción pública.
En 1950, el nuevo gobierno comunista de China realizó el Primer Congreso Nacional de Salud, que adoptó cuatro principios clave:
- Los trabajadores de la salud deben servir principalmente a las masas de campesinos y trabajadores.
- La prevención de las enfermedades es clave.
- Se debe fomentar por igual a médicos tradicionales y modernos.
- El trabajo sanitario debe ser realizado mediante campañas masivas con la participación activa de los trabajadores médicos.
En marzo de 1952, el Partido Comunista creó un comité de prevención de epidemias y lanzó la Campaña Patriótica de Salud Pública. La encefalomielitis, la malaria, el sarampión, la fiebre tifoidea y la bilharzia fueron controladas o erradicadas. Esta campaña llegó a ser la base de la Declaración de Atención Primaria de Salud de Alma Ata en 1978. El 5 de julio de 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció al gobierno chino por esa campaña con el Premio Modelo Destacado de Gobernanza Sanitaria.
Viejas enfermedades como la peste y el cólera han sido superadas en China gracias a las mejoras en la calidad de vida, pero han llegado nuevas afecciones y muchas han sido devastadoras. Una de ellas es el nuevo coronavirus, que ha sido el autor del Gran Confinamiento. La primera evidencia real del virus llegó a lxs doctorxs en Wuhan a fines de diciembre. Ellxs lo reportaron a la administración del hospital, quienes a su vez avisaron a las comisiones nacionales de salud; dentro de días, el gobierno chino informó a la OMS. Semanas después del brote, el gobierno confinó la provincia de Hubei, incluyendo a la ciudad de Wuhan, y movilizó tanto recursos estatales como acciones públicas para romper la cadena de contagios. Los cuatro principios del Congreso Nacional de Salud de 1950 se hacían evidentes a medida que China luchaba contra el virus.
La OMS advirtió al mundo de la letalidad del virus a principios de enero y declaró emergencia pública el 30 de enero. Ese día, el presidente Donald Trump dijo: “creemos que lo tenemos muy controlado”. Los gobiernos del orden burgués se tambalearon, mientras sus defensores —como Trump y Bolsonaro— basaban sus decisiones en alucinaciones fantasiosas y no en los datos duros de la ciencia. Durante todo enero, febrero y marzo, Trump minimizó la amenaza. Su feed de twitter entrega toda la evidencia necesaria. El 9 de marzo, Trump comparó el virus con la gripe común, “¡Piensen eso!”, escribió. Dos días después, la OMS declaró la pandemia mundial. El 13 de marzo, Trump declaró emergencia nacional, es decir, seis semanas después de que la OMS haya declarado emergencia pública.
Y aún así, Trump tuvo una reacción peligrosa a la crisis: decidió culpar a China (y a la OMS) en vez de al virus letal o al colapso de las instituciones estatales en los estados norteamericanos y a la incompetencia de sus gobiernos.
Mis colegas Weiyan Zhu, Du Xiaojun y yo investigamos detenidamente cómo las autoridades chinas aprendieron sobre el virus, cómo llegó la información del virus a la OMS y el mundo, y cómo China fue capaz de romper la cadena de infección. Nuestra investigación, basada principalmente en fuentes chinas, ofrece un antídoto a la sinofobia de Trump y de otros gobiernos del orden burgués. Para nuestra investigación fue central el concepto de coronashock, un término que se refiere a cómo el virus golpeó el mundo con una enorme fuerza de sujeción, y a cómo el orden social del estado burgués se resquebrajó, mientras el orden social en las partes socialistas del mundo parece haber sido más resiliente.
Por favor lean nuestra publicación, que está disponible para leer o descargar en nuestro sitio web.
Abdallah El Harif, líder de Camino Democrático (Democratic Way, Marruecos), conversó conmigo esta semana sobre el coronashock.
¿Qué nos enseña la Covid-19?
La Covid-19 revela el fracaso del capitalismo. Los grandes países capitalistas —especialmente Estados Unidos, Italia, Francia y España— han sido incapaces de enfrentar la pandemia global. Ellos ponen los intereses del capital antes que las vidas de las personas. Hay una pérdida de credibilidad de los sistemas políticos de los estados burgueses: han fracasado en salvar a su gente, y están forzando a la gente a financiar su respuesta con fondos públicos y no con impuestos a los más ricos. Siguiendo la política neoliberal, estos gobiernos desmantelaron los sistemas sanitarios públicos y condenaron a sus poblaciones al virus. Es más, el virus ha mostrado el colapso moral del capitalismo. Muestra de esto fue la forma criminal en que han abandonado a las personas mayores y la profundización del bloqueo contra Cuba, Irán y Venezuela (incluyendo la negación del FMI a que Venezuela acceda a paquetes de ayuda).
¿Cuál es tu visión de la respuesta china al virus?
China fue capaz de derrotar al virus porque su gobierno tomó medidas rápidas, eficientes y adecuadas. Movilizaron recursos porque consideraron que las vidas humanas son su prioridad. El fuerte sistema sanitario chino —orientado a servir al pueblo— jugó un papel clave. China y Cuba nos enseñaron sobre solidaridad e internacionalismo al enviar a equipos de médicxs por todo el mundo a combatir el virus.
Ahora estamos presenciando la consolidación del sistema bipolar. Está el polo de EE.UU., que está anclado en la fuerza militar, la imposición del dólar como divisa mundial, el control estadounidense de la organización mundial de la economía y las finanzas, etc. En el otro lado, el polo emergente está representado por China, y está basado en una economía fuerte y soberana, que aun así es abierta. China no tiene ambiciones militares y no se embarca en guerras con otras naciones, respeta la ley internacional y realiza acuerdos comerciales —no imperialistas— con otros países. El polo de Estados Unidos ve el deterioro de su hegemonía, y por eso está atacando a China. El objetivo de un gobierno como el de Trump es desviar la opinión pública de sus propios crímenes en la lucha contra la pandemia echando la culpa a China.
¿Cuál es tu esperanza para el futuro?
La humanidad está en una encrucijada: o elegimos la barbarie o la cooperación y solidaridad. La revolución científica y tecnológica desarrolló inmensamente las fuerzas productivas; ha creado la base para que todas las personas puedan vivir con dignidad, pero esto se desperdicia por la acumulación inmoral de riqueza en manos de unos pocos capitalistas. Luchamos para poner a los seres humanos en el centro, no al capital. Esto requiere construir un poder político de todas las fuerzas que se oponen al imperialismo y que quieren construir una civilización humana superior, que garantice el desarrollo de las capacidades de todas las personas.
En una conversación reciente que sostuvimos, el músico revolucionario Roger Waters —de Pink Floyd— hizo eco de lo que Abdallah Harif dijo sobre el dilema que enfrenta la humanidad: barbarie o cooperación. “Solo podemos avanzar y salvar este frágil planeta que llamamos hogar”, dijo, “si cooperamos unxs con otrxs, en lugar de pelear entre nosotrxs”.
Li Zhong, un pintor de Shanghai, realizó 129 acuarelas en honor a lxs trabajadorxs y el pueblo de Wuhan durante su cuarentena de un mes y medio, esto es, más de dos al día. Sus pinturas acompañan nuestra publicación sobre China y el coronashock (que pueden leer aquí). Tings Chak, nuestra diseñadora principal, se reunió con Li Zhong en Shanghai, y su conversación está reproducida al final de la publicación. ¿Qué debieran hacer lxs artistas?, preguntó Tings a Li Zhong. “Pueden reflejar la situación positivamente”, dijo él. “Deben ser sinceros. No culpar a otros países o desinformar, porque el mayor desafío es derrotar al virus, y eso requiere nuestra unidad”.
Adiós al Dios del Corona, queremos cantar; adiós al Gran Confinamiento.
Cordialmente, Vijay.