No existe algo así como una guerra nuclear pequeña | Boletín 26 (2024)
Los recientes anuncios de EEUU y la OTAN amenazan agravar el conflicto en Ucrania y crear el peor riesgo para la paz desde la crisis de los misiles de Cuba.
Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Hubo un tiempo en que los llamados por una Europa desnuclearizada resonaban por todo el continente. Comenzó con el Llamado de Estocolmo (1950), que se abría con las contundentes palabras “Exigimos la ilegalización de las armas atómicas como instrumentos de intimidación y asesinato masivo de pueblos”, y se profundizó con el Llamado al Desarme Nuclear Europeo (1980), que lanzaba la escalofriante advertencia “Estamos entrando en la década más peligrosa de la historia de la humanidad”. Alrededor de 274 millones de personas firmaron el Llamado de Estocolmo, incluida —como se dice a menudo— toda la población adulta de la Unión Soviética. Sin embargo, desde el llamamiento europeo de 1980, da la sensación de que cada década ha sido más y más peligrosa que la anterior. “Aún faltan 90 segundos para la medianoche”, escribían en enero los editores del Bulletin of the Atomic Scientists (‘Boletín de los Científicos Atómicos’, los guardianes del Reloj del Día Final). La medianoche es el Armagedón. En 1949, el reloj marcaba las doce menos tres minutos, y en 1980 había retrocedido ligeramente desde el precipicio, hasta las doce menos siete minutos. En 2023, sin embargo, la aguja del reloj se había movido hasta noventa segundos para la medianoche, donde permanece, lo más cerca que hemos estado nunca de la aniquilación total.
Esta precaria situación amenaza hoy con alcanzar un punto de inflexión en Europa. Para comprender las peligrosas posibilidades que podría desatar la intensificación de las provocaciones en torno a Ucrania, hemos colaborado con Basta de Guerra Fría en la elaboración del boletín nº 14, Las acciones de la OTAN en Ucrania son más peligrosas que la crisis de los misiles cubanos. Les pedimos que lean atentamente este texto y le den la mayor difusión posible.
Durante los dos últimos años, se ha estado librando en Ucrania la mayor guerra de Europa desde 1945. La principal causa de esta guerra es el intento, impulsado por Estados Unidos, de ampliar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Ucrania. Esto viola las promesas que Occidente hizo a la Unión Soviética durante el final de la Guerra Fría, como que la OTAN no se movería “ni un centímetro hacia el este”, como aseguró el secretario de Estado estadounidense James Baker al presidente soviético Mijaíl Gorbachov en 1990. Fue este desprecio por las preocupaciones rusas lo que condujo al estallido del conflicto en 2014 y a la guerra en 2022.
Hoy en día, la OTAN y Rusia, ambas con armamento nuclear, están en conflicto directo en Ucrania. En lugar de tomar medidas para poner fin a esta guerra, la OTAN ha hecho varios nuevos anuncios en los últimos meses que amenazan con escalar la situación en un conflicto aún más grave con el potencial de extenderse más allá de las fronteras de Ucrania. No es exagerado decir que este conflicto ha creado la mayor amenaza para la paz mundial desde la Crisis de los misiles de Cuba (1962).
Esta peligrosísima escalada confirma el acierto de la mayoría de los expertos estadounidenses en Rusia y Europa del Este, que llevan mucho tiempo advirtiendo contra la expansión de la OTAN en Europa del Este. En 1997, George Kennan, el principal arquitecto de la política estadounidense en la Guerra Fría, afirmó que esta estrategia es “el error más fatídico de la política estadounidense en toda la era posterior a la Guerra Fría”. La guerra de Ucrania y los peligros de una nueva escalada confirman plenamente la gravedad de su advertencia.
¿Cómo está intensificando la OTAN el conflicto en Ucrania?
Los acontecimientos recientes más peligrosos en este conflicto son las decisiones de Estados Unidos y Gran Bretaña en mayo de autorizar a Ucrania a utilizar armas suministradas por ambos países para realizar ataques militares dentro de Rusia. El gobierno ucraniano lo utilizó inmediatamente de la forma más provocadora, atacando el sistema de alerta temprana de misiles balísticos de Rusia. Este sistema de alerta no desempeña ningún papel en la guerra de Ucrania, pero es una parte central del sistema de defensa de Rusia contra los ataques nucleares estratégicos. Además, el gobierno británico suministró a Ucrania misiles Storm Shadow que tienen un alcance de más de 250 km (155 millas) y pueden alcanzar objetivos no solo en el campo de batalla sino muy dentro de Rusia. El uso de armas de la OTAN para atacar a Rusia entraña el riesgo de una contra-respuesta rusa equivalente, que amenazaría con extender la guerra más allá de Ucrania.
A continuación, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció en junio la creación de un cuartel general de la OTAN para las operaciones en la guerra de Ucrania en la base militar estadounidense de Wiesbaden (Alemania), con 700 efectivos iniciales. El 7 de junio, el presidente francés Emmanuel Macron dijo que su gobierno estaba trabajando para “finalizar una coalición” de países de la OTAN dispuestos a enviar tropas a Ucrania para “entrenar” a las fuerzas ucranianas. Esto colocaría a las fuerzas de la OTAN directamente en la guerra. Como han demostrado la guerra de Vietnam y otros conflictos, estos “entrenadores” organizan y dirigen los combates, convirtiéndose así en blanco de ataques.
¿Por qué la escalada en Ucrania es más peligrosa que la crisis de los misiles cubanos?
La crisis de los misiles cubanos fue producto de un error de cálculo aventurero de los dirigentes soviéticos al pensar que Estados Unidos toleraría la presencia de misiles nucleares soviéticos a solo 144 km de la costa estadounidense más cercana y a unos 1.800 km de Washington. Tal despliegue habría hecho imposible que EE. UU. se defendiera de un ataque nuclear y habría “nivelado el campo de juego”, puesto que EE. UU. ya disponía de tales capacidades frente a la Unión Soviética. Como era de esperar, EE. UU. dejó claro que no lo toleraría y que lo impediría por todos los medios, incluida la guerra nuclear. Con el Reloj del Día Final a 12 minutos de la medianoche, los dirigentes soviéticos se dieron cuenta de su error de cálculo y, tras unos días de intensa crisis, retiraron los misiles. A esto siguió una relajación de las tensiones entre EE. UU. y la URSS, que desembocó en el primer Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares (1963).
En 1962 no hubo balas entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La crisis de los misiles cubanos fue un incidente a corto plazo extremadamente peligroso que podría haber desencadenado una guerra a gran escala, incluso nuclear. Sin embargo, a diferencia de la guerra de Ucrania, no surgió de una dinámica de guerra ya existente e intensificada por parte de EE. UU. o de la URSS. Así pues, aunque extremadamente peligrosa, la situación también podía resolverse rápidamente, y así sucedió.
La situación en Ucrania, así como el creciente conflicto en torno a China, son estructuralmente más peligrosos. Se está produciendo una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, donde EE.UU. acaba de autorizar ataques militares directos (imaginemos que, durante la crisis de 1962, fuerzas cubanas armadas y entrenadas por la Unión Soviética hubieran llevado a cabo importantes ataques militares en Florida). Mientras tanto, Estados Unidos está aumentando directamente las tensiones militares con China en torno a Taiwán y el mar de China Meridional, así como en la península de Corea. El gobierno estadounidense comprende que no puede resistir la erosión de su posición de primacía mundial y cree, con razón, que puede perder su dominio económico a manos de China. Por eso traslada cada vez más las cuestiones al terreno militar, donde todavía mantiene una ventaja. La posición de Estados Unidos sobre Gaza está determinada en gran medida por su comprensión de que no puede permitirse un golpe a su supremacía militar, encarnada en el régimen que controla en Israel.
Estados Unidos y sus socios de la OTAN son responsables del 74,3% del gasto militar mundial. En el contexto de la creciente tendencia estadounidense a la guerra y al uso de medios militares, la situación en Ucrania, y potencialmente en torno a China, son realmente tan peligrosas, y potencialmente más peligrosas, que la crisis de los misiles de Cuba.
¿Cómo deben negociar las partes enfrentadas?
Horas después de que las tropas rusas entraran en Ucrania, ambas partes empezaron a hablar de una reducción de las tensiones. Estas negociaciones se desarrollaron en Bielorrusia y Turquía antes de que se echaran por tierra por las garantías de la OTAN a Ucrania de un apoyo sin fin y sin fondo para “debilitar” a Rusia. Si esas primeras negociaciones se hubieran desarrollado, se habrían salvado miles de vidas. Todas estas guerras acaban en negociaciones, por lo que cuanto antes se hubieran podido llevar a cabo, mejor. Esta es una idea que ahora reconocen abiertamente las y los ucranianos. Vadym Skibitsky, jefe adjunto de la inteligencia militar ucraniana, declaró a The Economist que las negociaciones están en el horizonte.
Desde hace mucho tiempo, el frente de batalla entre Rusia y Ucrania no se ha movido drásticamente. En febrero de 2024, el gobierno chino hizo público un conjunto de doce principios para guiar un proceso de paz. Estos puntos —entre ellos “abandonar la mentalidad de la Guerra Fría”— deberían haber sido considerados seriamente por las partes beligerantes. Pero los Estados de la OTAN simplemente los ignoraron. Varios meses después, los días 15 y 16 de junio, se celebró en Suiza una conferencia impulsada por Ucrania, a la que no se invitó a Rusia y que concluyó con un comunicado que tomaba prestadas muchas de las propuestas chinas sobre seguridad nuclear, seguridad alimentaria e intercambio de prisioneros.
Aunque varios Estados —desde Albania hasta Uruguay— firmaron el documento, otros países que asistieron a la reunión se negaron a firmarlo por diversas razones, entre ellas su sensación de que el texto no tomaba en serio las preocupaciones de Rusia en materia de seguridad. Entre los países que no firmaron se encuentran Arabia Saudita, Armenia, Bahréin, Brasil, Emiratos Árabes Unidos, India, Indonesia, Jordania, Libia, Mauricio, México, Sudáfrica y Tailandia. Pocos días antes de la conferencia de Suiza, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaró sus condiciones para la paz, que incluyen la garantía de que Ucrania no se unirá a la OTAN. Esta opinión es compartida por los países del Sur Global que no se sumaron a la declaración de Suiza.
Tanto Rusia como Ucrania están dispuestas a negociar. ¿Por qué hay que permitir que los Estados de la OTAN prolonguen una guerra que amenaza la paz mundial? La próxima cumbre de la OTAN que se celebrará en Washington del 9 al 11 de julio debe escuchar, alto y claro, que el mundo no quiere su peligrosa guerra ni su decadente militarismo. Los pueblos del mundo quieren construir puentes, no volarlos.
El boletín nº 14, que presenta una clara evaluación de los peligros actuales en torno a la escalada en Ucrania y sus alrededores, subraya —como escribimos Abdullah El Harif, del partido Vía Democrática de los Trabajadores de Marruecos, y yo en el Llamado de Bouficha contra los preparativos de guerra en 2020— la necesidad de que los pueblos del mundo:
- Se opongan al belicismo del imperialismo estadounidense, que pretende imponer guerras peligrosas en un planeta ya de por sí frágil.
- Se opongan a la saturación del mundo con armas de todo tipo, que exacerban los conflictos y a menudo conducen los procesos políticos hacia guerras interminables.
- Se opongan al uso del poder militar para impedir el desarrollo social de los pueblos del mundo.
- Defiendan el derecho de los países a construir su soberanía y su dignidad.
Las personas sensatas de todo el mundo deben hacer oír su voz en las calles y en los centros de poder para poner fin a esta peligrosa guerra y para encaminarnos por fin más allá del mundo de guerras interminables del capitalismo.
Cordialmente,
Vijay