Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
En la Cumbre para la Democracia del Departamento de Estado de Estados Unidos (9 y 10 de diciembre), el presidente del país, Joe Biden, anunció una serie de iniciativas para «reforzar la democracia y defender los derechos humanos en todo el mundo». Estas medidas serán financiadas con 424,4 millones de dólares de EE. UU. Ese dinero se destinará a las mismas instituciones que, durante los últimos 60 años, han intervenido para socavar la soberanía de procesos democráticos, desde Irán (1953) y Guatemala (1954) hasta Honduras (2009) y Bolivia (2019). Estados Unidos se centra en presentar falsamente como corruptos a los gobiernos que no están dispuestos a aceptar el liderazgo de Estados Unidos —como fue el caso del «golpe blando» de Brasil contra los expresidentes Dilma Rousseff y Lula da Silva—, a la vez que protege a sus aliados que tienen pruebas documentadas de corrupción, como el presidente saliente de Honduras, Juan Orlando Hernández, cuyo bloque político fue derrotado por la izquierda en las recientes elecciones presidenciales. Las medidas de Washington equivalen a un «Plan para desestabilizar el planeta«, que contrasta con el «Plan para salvar el planeta» lanzado recientemente por veintiséis institutos de investigación.
La atención de Biden se centra en países como Cuba y Venezuela, China y Rusia, Irán y Zimbabue. A pesar de todos los gritos de desesperación durante la presidencia de Donald Trump, parece haber menos urgencia entre los liberales con respecto a la consolidación global de las fuerzas de extrema derecha. Si alguien acudió a la Cumbre para la Democracia pensando que se plantearía la preocupación por el avance de la extrema derecha en América Latina o por el férreo control establecido por las fuerzas de derecha en Europa, se habría decepcionado. El liberalismo estadounidense teme mucho más los intentos de construir proyectos políticos independientes y soberanos que la terrible pesadilla de los gobiernos fascistas.
El senador republicano estadounidense Marco Rubio actúa efectivamente como embajador de Washington para la desestabilización de la izquierda y el establecimiento de gobiernos de extrema derecha en todo el mundo. Entre la intromisión en los destinos del pueblo cubano y del pueblo de las Islas Salomón, Rubio se reunió recientemente con el ultraderechista chileno José Antonio Kast, para discutir su hostilidad compartida hacia el crecimiento de las fuerzas socialistas en América Latina. Por su parte, Santiago Abascal, líder del partido de extrema derecha español Vox, viajó a Estados Unidos para reunirse con el Partido Republicano y la Heritage Foundation, en el marco de su gira para crear la Fundación Disenso, un think tank de derecha, y el Foro Madrid, una red política de derecha. La Carta de Madrid: En defensa de la libertad y la democracia en la Iberosfera, impulsada por Vox, advierte sobre el ascenso de la izquierda tanto en España como en América Latina, utilizando un lenguaje exagerado sobre el «yugo totalitario» de los gobiernos dirigidos por la izquierda y advirtiendo cómo el «avance del comunismo supone una seria amenaza para la prosperidad y el desarrollo». Este marco proyecta su propia agenda autoritaria sobre la izquierda, avivando el miedo en el público. El Foro de Madrid ha reunido a la extrema derecha brasileña (liderada por el presidente Jair Bolsonaro) y a la extrema derecha portuguesa (CHEGA), un acontecimiento bendecido por las fuerzas políticas de derecha en Washington y en las capitales europeas.
Como impulso para la creación del Foro de Madrid, Vox señala el papel del Partido Comunista en el gobierno español, el crecimiento de dos formaciones en América Latina (el Foro de São Paulo, creado en 1990, y el Grupo de Puebla, creado en 2019), y las victorias electorales de la izquierda desde Bolivia hasta Nicaragua. Para fuerzas de extrema derecha como Vox, estos resultados electorales y la defensa de los procesos revolucionarios en Cuba y Venezuela deben ser combatidos por cualquier medio. Estos hombres, cuyo compromiso con los principios y las instituciones democráticas es limitado, están atravesados por la historia y el legado de golpes de Estado destructivos. La Fundación Disenso y otras iniciativas similares están diseñadas para deslegitimar a los gobiernos y movimientos de la izquierda, pintándolos de la peor manera y ofreciendo luego apoyo regional a la guerra híbrida impulsada por Estados Unidos. Ninguna reunión comparable de la izquierda (ni el Foro de São Paulo ni el Grupo de Puebla) ha afirmado nunca una política de este tipo. Por el contrario, sus objetivos se centran en encontrar formas de reforzar la cooperación y aprender unos de otros sobre iniciativas políticas que socaven tanto el imperialismo como el neoliberalismo y favorezcan los intereses de la humanidad. La evolución de la “Iberosfera” tiene dos caras: mientras la izquierda intenta impulsar un proyecto de colaboración, la derecha construye ejércitos de confrontación.
En Europa se están produciendo movimientos similares por parte de la derecha, aunque con resultados limitados. En los últimos años se han celebrado varias reuniones entre Bruselas y Varsovia, sin embargo, más allá de la publicación de vagas declaraciones sobre la unidad, se ha producido poca coordinación política real. «Rusia» y la «Unión Europea» sustituyen a «Venezuela» y «Cuba», con un lenguaje hiperbólico que pretende enmascarar los verdaderos peligros de los partidos gobernantes del húngaro Viktor Orbán y el polaco Jarosław Kaczyński. En el Parlamento Europeo, estos grupos de derecha compiten en dos formaciones: los Conservadores y Reformistas Europeos, dominados por la extrema derecha polaca, y el grupo Identidad y Democracia, dominado por la extrema derecha francesa e italiana.
Nuestro último dossier, Nuevas ropas, viejos hilos. La peligrosa ofensiva de las derechas en América Latina (diciembre de 2021), ofrece un detenido recorrido por el auge de la derecha en toda la región. El dossier explora diferentes fuerzas de derecha, evaluándolas en términos de su relación con los principales intereses capitalistas y poniendo a prueba tres hipótesis, cada una de las cuales tiene mucho que ofrecer a nuestra interpretación:
- Las principales fuerzas capitalistas reconocen que el sistema burgués está en crisis y que la izquierda ha empezado a ganar terreno. Deseosa de impedir el ascenso de la izquierda, la clase dominante se alinea con bastante comodidad con las fuerzas de extrema derecha y con una nueva forma autoritaria de gobierno (como el alineamiento de las élites con Jair Bolsonaro en Brasil, aunque ahora se está fracturando).
- La derecha no tiene un programa económico propio, pero está dispuesta a adoptar cualquier medida de política económica que los oligarcas locales y Washington quieran imponer. Esto incluye tomar la dirección sobre los tipos de grandes proyectos a desarrollar y quién debe desarrollarlos (como el rechazo de El Salvador al acuerdo chino para el puerto de La Unión).
- Las clases dominantes reconocen la inestabilidad generada por la extrema financiarización y por el poder del capital global. Esto conduce a nuevos discursos, nuevas utopías reaccionarias y nuevas formas de movilización producidas por la nueva derecha como parte de su urgencia por «modernizar» el capitalismo.
Estas hipótesis nos permiten llevar al lector a un viaje por las realidades actuales de Perú, El Salvador, Uruguay, Argentina y Brasil. Los nuevos discursos de la derecha siguen dificultando nuestra capacidad de generar un compromiso renovado con un futuro digno y socialista. No es posible una modernización del capitalismo, ni por las políticas duras de la extrema derecha ni por la centro derecha. Un programa de modernización de este tipo pone en el centro la defensa de la acumulación de capital y el lucro por encima de las necesidades apremiantes de la humanidad y la naturaleza. Este dudoso programa ha sido capaz de proporcionar billones de dólares para evitar el colapso del sistema capitalista durante la pandemia de COVID-19, pero ha fracasado en proporcionar los recursos necesarios para evitar la degradación de las necesidades humanas básicas en todo el planeta. Entre el millón de crisis que ha sufrido la humanidad, la crisis de la imaginación es una de las más nefastas. Nos esforzamos por imaginar un mundo mejor mientras nos dejamos empapar por el odio de las jerarquías sociales y la xenofobia.
Las imágenes en este boletín son del dossier, burlándose de los monstruos que surgen en el «interregno», en palabras de Antonio Gramsci, en estas ingeniosas cartas a modo de tarot: El Libertario, El Anarco-capitalista, El Anticientificista, El Tecno-señor feudal, La Salvadora Anticomunista, El Pacificador y El Intervencionista. Por encima de estas figuras se encuentra una caricatura del mayor temor de la derecha, El Fantasma, que para el resto de nosotros y nosotras es un símbolo de esperanza y resistencia que da paso a un nuevo mundo.
La historia de la extrema derecha en todo el mundo es horrorosa. Sus monumentos son las ruinas de fábricas y cámaras de tortura, una maldad que despoja de dignidad a la inmensa masa de la humanidad. Cinco mil activistas estudiantiles y sindicales fueron torturadxs y asesinadxs entre 1976 y 1983 en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires, de las más de 30.000 personas asesinadas y desaparecidas por el terrorismo de Estado durante ese tiempo. Antes de que comenzaran las torturas, Víctor Basterra, preso en la ESMA, fue obligado a fotografiar a cada unx de lxs otrxs presxs. Entre estas fotografías se encuentra la imagen de la mujer desafiante que abre este boletín. Podía oír los gritos de militantes desconocidos en el sótano donde estaba detenida. Sabía que ese era su destino. Supo que no sobreviviría a esta experiencia, como no lo hicieron otras treinta mil personas. Esta valiente y desconocida mujer se puso delante de la cámara y levantó el puño en señal de saludo revolucionario. Su valentía es una señal a través del tiempo para todxs nosotrxs. Si resistes, no estás derrotadx.
En los últimos años de la dictadura de Augusto Pinochet, Raúl Zurita, un poeta chileno, reflexionaba sobre las miles de personas que habían sido detenidas, torturadas y asesinadas en su país. Son los mártires de la vieja y horrible derecha. En su Canto a su amor desaparecido (1985), Zurita, como la mujer anónima detenida en la ESMA, rechaza la desesperación y se aferra al amor como nuestro antídoto necesario:
Pero a nosotros nunca nos hallarán porque nuestro amor está pegado a las rocas, al mar y a las montañas.
Pegado, pegado a las rocas, al mar y a las montañas.
Pegado, pegado a las rocas, al mar y a las montañas.
Murió mi chica, murió mi chico, desaparecieron todos.
Desiertos de amor.
Cordialmente,
Vijay