Queridxs amigxs,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
El 26 de junio de 2021, decenas de miles de campesinxs se reunirán frente a los edificios de gobierno de los veintiocho estados de India. Se congregarán para conmemorar que se cumplen siete meses de la gran protesta a nivel nacional contra el gobierno de extrema derecha del primer ministro Narendra Modi y el Partido Bharatiya Janata (BJP por su sigla en inglés). Esta concentración será parte de un largo ciclo de protestas que comenzó el 26 de noviembre de 2020 como parte de una jornada de huelga general a la que se plegaron 250 millones de trabajadorxs y campesinxs. Desde noviembre, decenas de miles de trabajadorxs, o kisans, han rodeado la capital de India, Nueva Delhi, formando la Comuna Kisan (‘campesina’). Esta Comuna se ha formado 150 años después de la Comuna de París, a partir de cuya derrota, escribió Marx, se alzaría el próximo experimento de democracia socialista. La Comuna Kisan, junto a las comunas de Venezuela y las ocupaciones de tierra en Sudáfrica, es uno de esos experimentos.
Las y los campesinos desafiaron el invierno indio. Lo que desencadenó estas protestas fue la aprobación de tres leyes en septiembre de 2020 que entregan la agricultura india a manos de un puñado de grandes empresas multinacionales. El Samyukta Kisan Morcha (‘Frente Campesino Unido’), compuesto por más de cuarenta sindicatos campesinos y de trabajadorxs, está convocando a esta protesta en junio. La consigna sintetiza muy bien la lucha campesina: Kheti Bachao, Loktantra Bachao (‘Salvar la agricultura. Salvar la democracia’).
Cuando el gobierno de Modi aprobó esas leyes, el campesinado y lxs trabajadorxs agrícolas supieron inmediatamente que las grandes empresas multinacionales tomarían control de los mandis, las plazas de mercado para los productos agrícolas. Las leyes debilitaron la intervención del Estado y entregaron los mecanismos de precios a grandes empresas monopólicas que tienen una estrecha relación con Modi y su partido. La supervivencia de la vida campesina está en juego. No es una exageración. Lxs campesinxs conocen bien el impacto de las políticas neoliberales: desde 1991, cuando India adoptó esas políticas en todos los aspectos de la vida económica, incluyendo la India rural, más de 300.000 campesinos y campesinas se han suicidado. Este movimiento de protesta, esta Comuna Kisan, es un grito contra el suicidio.
El Censo de 2011 dice que 833,1 millones de personas, de un total de 1.200 millones, viven en la India rural, lo que significa que dos de cada tres personas viven en el campo. No todas esas personas son campesinxs o trabajadorxs agrícolas, pero todas están conectadas de un modo u otro con la vitalidad de la economía rural. Hay artesanxs y tejedorxs, trabajadrxs forestales y carpinterxs, minerxs y trabajadorxs industriales. Todo un mundo social sustentado en una economía agrícola sana y sustentable está en peligro de ser arrasado. Esto es lo que el campesinado sabe: que el ataque capitalista socavará la existencia de lxs trabajadorxs de la India rural y su capacidad para alimentar a la creciente población urbana.
A los dos meses de protestas, lxs campesinxs entraron en masa en Delhi. La fecha que eligieron para su entrada en la ciudad fue el 26 de enero, el Día de la República, cuando la recién independizada India adoptó su Constitución de 1950. Un grupo de campesinxs se dirigió en 200.000 tractores al centro de la capital, mientras otros llegaron a caballo o a pie. La policía los detuvo en las principales carreteras. La banda sonora para este enfrentamiento entre quienes alimentan al pueblo y quienes se alimentan del pueblo la puso en 1971 el poeta Sahir Ludhianvi en su meditación sobre el Día de la República:
¿Qué pasó con nuestros hermosos sueños?
Si la riqueza del país aumentó, ¿por qué aumenta la pobreza?
¿Qué pasó con el camino hacia la prosperidad de las personas comunes?
Aquellos que una vez caminaron con nosotros a la horca,
¿Dónde están esos amigos, esos compañeros, esas personas amadas?
(…)
Cada calle está en llamas, cada ciudad es un campo de batalla.
¿Qué pasó con nuestra solidaridad?
La vida nos arrastra por desiertos de penumbra.
¿Dónde se fue la luna que una vez se alzó en el horizonte?
Si yo soy culpable, tú también eres un pecador.
Líderes de nuestro país, ustedes también son culpables.
Los Servicios de Investigación de Tricontinental (Delhi) elaboraron un dossier notable, La revuelta campesina en India (Dossier nº 41, junio de 2021), que plantea dos simples preguntas: ¿qué ha pasado con la agricultura en India? Y ¿por qué el campesinado está en una revuelta? El núcleo del dossier explora la crisis agraria, una condición crónica con variados síntomas: las fluctuaciones de la agricultura, incluidas las pérdidas de cosechas, que producen ingresos bajos o negativos; el endeudamiento, el subempleo; la desposesión; y el suicidio. Las raíces de la crisis no son inevitables, pueden encontrarse en la estructura del dominio colonial británico, en los fracasos del nuevo Estado de India tras 1947 (un Estado que se rindió a los terratenientes y burgueses), y en la seguidilla de fracasos del periodo neoliberal desde 1991 al presente.
Una cosa es reconocer la revuelta campesina; su presencia activa en las afueras de Nueva Delhi no puede ser ignorada del todo. Otra cosa es tratar de comprender por qué están ahí, comprender las profundas raíces de la crisis a la que responden con tanta firmeza. Este dossier incorpora las perspectivas de los sindicatos campesinos y ofrece una evaluación resumida de la completa entrega de la economía india por parte del gobierno de Modi a la clase multimillonaria, especialmente a sus amigotes más cercanos, las familias Adani y Ambani. En enero de 2020, la Oxfam informó que el 1% más rico de la India posee cuatro veces más riqueza que la riqueza total de 953 millones de personas, el 70% de la población, que en su mayoría viven en zonas rurales.
Esta desigualdad solo ha empeorado durante la pandemia. Entre marzo y octubre de 2020, Mukesh Ambani, el hombre más rico de India, duplicó su riqueza hasta alcanzar 78.300 millones de dólares, lo que lo instala como la sexta persona más rica del mundo. En cuatro días, Ambani ganó más que el total de los salarios de sus 195.000 empleados. Durante este periodo, el gobierno de Modi destinó apenas un 0,8-1,2% del PIB para la ayuda de la población. Las familias campesinas respondieron a esta guerra de clases abierta con la formación de su inquebrantable Comuna Kisan.
Modi no puede retractarse fácilmente de su compromiso con las grandes empresas, mientras lxs campesinxs y trabajadorxs agrícolas no pueden renunciar a sus vidas. El conflicto no tiene una salida fácil. Grandes sectores de la población urbana simpatizan con quienes los alimentan. Ha habido intentos de utilizar la fuerza, a menudo ejercido bajo el pretexto de cumplir el confinamiento, pero han fracasado. ¿Se arriesgará el gobierno de Modi a usar la fuerza de manera más brutal? Si lo hace, ¿el pueblo lo tolerará? No hay una respuesta fácil a estas preguntas.
Un estudio importante de la Sociedad para la Investigación Social y Económica (Society for Social and Economic Research) de Vikas Rawal y Vaishali Bansal muestra que la agricultura india está asolada por una desigualdad económica gigantesca. Más de la mitad de los hogares de la India rural carecen de tierras, mientras que unos pocos terratenientes no solo tienen la mayor cantidad de superficie, sino también los mejores terrenos. Rawal y Bansal demuestran que las personas sin tierra y la desigualdad en el acceso a la misma han aumentado en las últimas décadas, y las relaciones inseguras de alquiler se han vuelto cada vez más comunes. El estudio muestra que el campo indio “se caracteriza por una vasta masa de capesinxs y trabajadorxs rurales que viven en una pobreza brutal, no tienen acceso a educación y atención sanitaria decentes, y no tienen acceso a los servicios básicos para llevar una vida digna”. Esta es la razón por la que protestan. Es por esto, sostienen Rawal y Bansal, que las reformas agrarias son una precondición para su libertad.
Las fotografías en este boletín provienen del dossier. Son de autoría de Vikas Thakur, quien es miembro del departamento de arte del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Sobre estas fotos, Vikas dice: “Estos son retratos de seres humanos con nombres, luchas, deseos, un modo de vida. Son retratos de una clase. Son retratos de una protesta histórica”.
Cordialmente,
Vijay.