Estimados amigos y amigas:
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Ha pasado casi un año desde que despegamos. Nuestras oficinas en todo el mundo están llenas de actividad. Elaboramos cuarenta y cuatro boletines, once dossiers, un cuaderno y un documento de trabajo. Hay más trabajo en camino a medida que ingresamos a nuestro segundo año.
En el transcurso de estos boletines, hemos presentado algunos lineamientos generales de nuestras preocupaciones y esperanzas. Tratando de enfrentar la realidad en la que vivimos en la “Era de los Hombres Fuertes”: el tiempo del autoritarismo. Las amplias sonrisas de los neoliberales se han desvanecido, ya tuvieron su momento de exprimir a la sociedad y producir prosperidad para pocos. Cuando los neoliberales exprimieron a la sociedad, la riqueza subió hacia unos pocos y dejó a las mayorías despojadas. Fue en esta desigualdad insoportable que aparecieron los Hombres Fuertes. Prometieron empleos y el fin de la corrupción, pero lo que realmente lograron fue un aumento de la violencia social. Es más fácil culpar a las minorías por problemas sociales más amplios que tratar de resolverlos. Los Hombres Fuertes continúan la agenda de los neoliberales, pero esta vez sin una sonrisa. Prometieron violencia y entregaron violencia. Los tiempos que corren son sombríos.
En 1935, el dramaturgo marxista Bertolt Brecht escribió una breve nota sobre el capitalismo y el fascismo: «Los que están en contra del fascismo sin estar en contra del capitalismo están dispuestos a comerse el ternero, pero están en contra de sacrificarlo. Se satisfacen fácilmente si el carnicero se lava las manos antes de pesar la carne. No están en contra de las relaciones de propiedad que engendran la barbarie; sólo están contra la barbarie misma”.
Con «relaciones de propiedad» se refería al capitalismo, sistema en el que una pequeña minoría de la población mundial posee la vasta masa de riqueza social (tierra, trabajo y capital). Esta riqueza social es utilizada para contratar seres humanos y explotar la naturaleza para ganar dinero. La preocupación por los seres humanos y la naturaleza no impulsa la inversión del capital, codicioso por naturaleza
Este capital se mantiene aparte de la vida humana, ansioso por acumular más y más riqueza a toda costa. Lo que impulsa a unos pocos, los capitalistas, es aumentar sus ganancias buscando una mayor rentabilidad.
Sin embargo, cíclicamente los capitalistas encuentran que no hay inversiones fáciles y seguras que garanticen sus ganancias. Esta crisis de rentabilidad, como mostramos en nuestro primer documento de trabajo, conduce a dos tipos de huelgas:
(1) Primero, una huelga fiscal, donde los capitalistas usan su poder político para reducir la carga fiscal sobre ellos mismos y aumentar su riqueza.
(2) En segundo lugar, una huelga de inversión, donde los capitalistas dejan de invertir en el sector productivo y, en cambio, estacionan su riqueza de forma especulativa para preservarla.
Estas huelgas de los capitalistas retiran la riqueza de su uso social y liquidan las perspectivas económicas de un gran número de personas. Con aumentos en la automatización y la productividad, los capitalistas comienzan a sustituir a los trabajadores y las trabajadoras por o bien aumentar la eficiencia de los procesos de producción. En este caso, las inversiones se realizan (en máquinas y en los lugares de trabajo), pero tienen el mismo impacto en la sociedad que la huelga de inversión, es decir, hay menos personas empleadas y más personas quedan desempleadas permanentemente.
Las altas tasas de desigualdad de ingresos y riqueza, junto con la reducción de perspectivas de una vida mejor entre grandes sectores de la población, crean una grave crisis de legitimidad para el sistema. Las personas que trabajan duro pero que no ven recompensado su trabajo comienzan a dudar del sistema, incluso si no pueden vislumbrar las «relaciones de propiedad» que las empobrecen. Los políticos dominantes que defienden esas «relaciones de propiedad» y que promueven una salida emprendedora para los desposeídos también han perdido credibilidad.
Les compartimos algunos ejemplos que están siendo construidos para satisfacer las aspiraciones de los pueblos, compartir destellos de este futuro que existe hoy. Se pueden encontrar ejemplos de esto en nuestros dossiers sobre cooperativas de vivienda en Solapur (India) construidas por iniciativa de trabajadoras de beedi y en la reconstrucción de Kerala (India) después de la inundación. Pueden ver también nuestro trabajo sobre lxs trabajadorxs excluidxs de la CTEP (Argentina) y en las cooperativas del MST (Brasil).
Los Hombres Fuertes ingresan cuando ningún futuro parece posible. Ellos menosprecian a los principales políticos por sus proyectos fallidos, pero tampoco ofrecen una solución coherente a la escalada de las crisis. En cambio, los Hombres Fuertes culpan a los sectores vulnerables por las aspiraciones ahogadas de la gran mayoría. Entre estos vulnerables se encuentran las minorías sociales, los migrantes, los refugiados y cualquier persona socialmente indefensa. Los colmillos de los Hombres Fuertes se enfocan en lxs débiles, que se ganan la ira de aquellos que tienen grandes aspiraciones pero que no pueden satisfacerlas. Los Hombres Fuertes se alzan sobre las frustraciones de las personas sin ofrecer una salida razonable a una situación de alta desigualdad y turbulencia económica.
Una teoría para explicar este problema es la del sub-consumo. El principio general de esta teoría es que los bienes que se producen no pueden ser comprados por la mayoría de las personas, ya que no tienen los ingresos suficientes para comprarlos. Este es un problema del lado de la demanda. Si hay una manera de aumentar el dinero que posee la gente, entonces pueden aumentar el consumo y salvar al capitalismo de su crisis.
Un enfoque hacia este problema del subconsumo es aumentar la entrega de crédito privado a la población que luego será instada, a través de anuncios, a vivir más allá de sus ingresos. Las personas se endeudarán, pero se espera que su consumo estimule a la economía a salir de una crisis. Eventualmente, estas personas no podrán pagar sus deudas. Sus deudas se inflarán y crearán serios problemas sociales. Los gobiernos se verán obligados a pedir préstamos para aliviar la carga de la espalda de los bancos, cuando los prestatarios quiebren. Siendo este uno de los hechos por el cual los gobiernos neoliberales crean programas de austeridad bajando el gasto social. La entrega de crédito privado para resolver el problema del subconsumo generalmente termina con una reducción del gasto público y mayor austeridad social.
Un segundo enfoque hacia este problema del subconsumo es que el gobierno ofrezca un incentivo económico a los consumidores mediante recortes de impuestos o mediante un esquema de transferencia de ingresos. De cualquier manera, el gobierno entrega dinero al pueblo y lo alienta a comprar bienes y estimular la economía. Una vez más, es el gobierno el que se endeuda para resolver la crisis del capitalismo. Una vez más, la deuda se inflará y el gobierno tendrá que recurrir a un programa de austeridad para apaciguar a los acreedores y al FMI (cuando el FMI se presenta, las consecuencias no son buenas, como señala Celina Della Croce, Coordinadora de Tricontinental: Instituto de Investigación Social, en este reciente artículo). Una vez más el resultado será una creciente austeridad social, y una vez más se frenará el poder de compra de la población.
El ciclo continuará.
Tanto los individuos como las familias o el Estado se endeudan para aumentar el consumo agregado y salvar al capitalismo de sí mismo. Por este método, al capital no se le pide que sacrifique nada. Se permite que siga con su estrategia de rentabilidad.
El capital busca aumentar su rentabilidad por diversos medios, tales como:
1) Sustituyendo personas por máquinas o haciendo que las personas sean más eficientes. Esto permite a las empresas contratar menos personas, aprovechar las ventajas de la automatización y productividad y aprovechar su competencia efectiva para eliminar a sus competidores.
2) Mudando las fábricas a áreas donde las tasas de salarios son más bajas y donde se suprimen las regulaciones laborales y de preservación del medio ambiente.
3) Disminuyendo la carga fiscal realizando una huelga fiscal, transfiriendo su dinero a “paraísos” fiscales.
4) Moviendo el capital de actividades productivas hacia actividades financieras, comerciales o especulativas.
5) Comprando activos públicos a bajo costo y vendiéndolos para obtener ganancias.
Estas estrategias permiten a los capitalistas aumentar su riqueza, pero al mismo tiempo empobrecen a gran parte de la sociedad.
Se le exige a las personas que sean patriotas pero sólo se le pide al capital que sea rentable.
Para la izquierda, esta situación plantea serios desafíos. El primer conjunto de desafíos consiste en encontrar una manera de organizar a las personas que se encuentran desorientadas y con una sociedad destrozada. El segundo conjunto de desafíos se orienta a encontrar una salida política a este sistema y sus limitaciones.
¿Cuáles son los desafíos que tenemos ante nosotros para organizar a las personas en contra de este sistema intratable?
1) Aspiraciones. A lo largo de las últimas cinco décadas, los medios de comunicación capitalistas y la industria de la publicidad han creado un conjunto de aspiraciones que han quebrado la cultura de la clase trabajadora y el campesinado, así como los mundos culturales tradicionales del pasado. Los jóvenes actualmente esperan más de la vida, lo cual es bueno, pero estas expectativas son cada vez más individuales y menos sociales, y las esperanzas individuales a menudo están relacionadas con productos de algún tipo. Ser libre es poder comprar. Comprar es estar vivo. Ese es el lema del sistema capitalista. Pero aquellos que no pueden comprar y que se endeudan por sus aspiraciones también están constantemente decepcionados. Es esta decepción la que es canalizada hacia el odio por los Hombres Fuertes. ¿Pueden los movimientos de izquierda canalizar esta decepción hacia una esperanza productiva?
2) Atomización. Los recortes estatales a los servicios sociales, la mayor privatización de la vida social y el aumento astronómico de la interacción con el mundo digital han aumentado la atomización de las interacciones humanas. Donde antes las personas intercambiaban ideas y bienes, se ayudaban e inspiraban mutuamente, ahora hay cada vez menos lugares para esas interacciones cara a cara. La fragmentación de la sociedad y el agotamiento de las personas para sobrevivir han hecho que a la izquierda le resulte más difícil reunir a las personas para generar un cambio social. La televisión y las redes sociales ahora dominan el mundo de la comunicación, y son propiedad de empresas capitalistas monopólicas. La izquierda siempre ha confiado en las instituciones para que sean sus transmisoras, pero a medida que estos vínculos sociales se fragmentan, la izquierda se disuelve. ¿Pueden los movimientos de izquierda ayudar a reconstruir la sociedad y sus instituciones?
3) Exclusión. Los Hombres Fuertes apuntan con sus dedos al «excluido»: las minorías sociales, los migrantes, los refugiados y cualquier persona socialmente indefensa. Es contra estas personas que la extrema derecha es capaz de construir su fuerza. No puede haber un resurgimiento de la izquierda sin una defensa firme y completa del «excluido», un rechazo total de las ideas fascistas de odio que saturan a la sociedad. Es más difícil construir una política de amor que una política de odio. ¿Pueden los movimientos de izquierda desarrollar una política desde el amor que atraiga a miles de personas?
4) Confianza. La política popular tiene como base la confianza. Si las personas no se sienten confiadas en sus actividades para reformar o cambiar el sistema, entonces no estarán activas. Las olas de protesta a menudo conducen a una mayor confianza, pero el punto no es la última persona que se une a una protesta sino las primeras personas que construyeron la red para construirla. La decadencia social conduce a una falta de confianza para hacer cambios políticos, particularmente cuando la sociedad aspiracional sugiere que el único cambio necesario es que todos se conviertan en emprendedores. ¿Puede la izquierda transmitir la certeza de que de que hay otro futuro posible y generar confianza para construirlo?
5) Democracia sin democracia. En sociedades donde no hay democracia, este problema no es inmediato. En esos lugares, la tarea inmediata es conseguir una democracia más plena. En aquellas sociedades donde la democracia existe, o donde hay al menos una ilusión de democracia, la oligarquía y el imperialismo han utilizado muchos métodos para socavarla, para dominar la sociedad sin suspender la democracia. Los métodos utilizados son sofisticados, incluso para deslegitimar a las instituciones del estado, desacreditar las elecciones, usar el dinero para corromper el proceso electoral, usar los medios de comunicación y la publicidad para destruir a los candidatos de la oposición y utilizar las instituciones menos democráticas en una democracia – como es el caso del poder judicial no elegido – para erosionar el poder de los funcionarios electos. ¿Puede la izquierda defender a la democracia de este desgaste sin que esto signifique adherir a una idea restringida de democracia – elecciones y el sistema electoral -?
Nuestro instituto de investigación – Tricontinental: Institute for Social Research – está llevando a cabo investigaciones en estas cinco líneas.
Una vez que nos organicemos para impulsar un nuevo sistema mundial, ¿cuál es el marco de políticas que debe adoptarse? Es aquí donde los y las intelectuales deben poner su corazón y su alma en acción. Tenemos que pensar sobre las muchas formas creativas de utilizar nuestra riqueza social para resolver los problemas inmediatos de la humanidad: el hambre, las enfermedades, las catástrofes climáticas. Necesitamos encontrar maneras de destruir las bases que generan las guerras. Necesitamos utilizar nuestra creatividad para reconstruir el sector productivo en torno a formas novedosas como pueden ser las cooperativas. Necesitamos utilizar la riqueza social para enriquecernos culturalmente, creando más lugares físicos para que podamos interactuar, para producir cultura y arte. Necesitamos utilizar nuestra riqueza social para producir sociedades que no obliguen a las personas a trabajar para sobrevivir, sino que subordinen el trabajo al ingenio y las pasiones humanas.
Es cruel pensar que estas esperanzas son ingenuas. Nos dice mucho el hecho de que es más fácil imaginar el fin de la tierra que imaginar el fin del capitalismo, imaginar el derretimiento de los hielos polares que imaginar un mundo donde nuestra capacidad productiva nos enriquezca a todos.
Todo el equipo se une a mí para desearles un muy feliz año nuevo.
cordialmente,
Vijay.
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