¿Está llegando a su fin el reinado del dólar? | Boletín 25 (2024)
Aunque el régimen dólar-Wall Street sigue siendo muy poderoso, la desdolarización y las posibilidades de un orden mundial cambiante están siendo impulsadas por la debilidad económica de Estados Unidos, el uso agresivo de sanciones ilegales por parte de dicho país y sus aliados del Norte Global, y la creciente fuerza política y económica del Sur Global a través de plataformas como los BRICS.
Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
A principios de junio, empezó a circular el rumor —que gran parte de la prensa india dio por cierto— de que el gobierno de Arabia Saudita había permitido que caducara su acuerdo del petrodólar con Estados Unidos. Este acuerdo, firmado en 1974, es bastante sencillo y satisface varias necesidades del gobierno estadounidense: EE. UU. compra petróleo a Arabia Saudita, y Arabia Saudita utiliza ese dinero para comprar equipamiento militar a los fabricantes de armas estadounidenses, mientras mantiene los ingresos de las ventas de petróleo en letras del Tesoro estadounidense y en el sistema financiero occidental. Este acuerdo para reciclar los beneficios del petróleo en la economía estadounidense y en el mundo bancario occidental se conoce como el sistema del petrodólar.
Este acuerdo no exclusivo entre ambos países nunca obligó a los saudíes a limitar sus ventas de petróleo a dólares ni a reciclar sus beneficios del petróleo exclusivamente en bonos del Tesoro estadounidense (de los que posee la considerable cantidad de 135.900 millones de dólares) y bancos occidentales. De hecho, los saudíes son libres de vender petróleo en múltiples divisas, como el euro, y participar en plataformas de divisas digitales como mBridge, una iniciativa experimental del Banco de Pagos Internacionales y los bancos centrales de China, Tailandia y Emiratos Árabes Unidos (EAU).
No obstante, el rumor de que este acuerdo de décadas sobre el petrodólar había llegado a su fin refleja la expectativa generalizada de que un cambio sísmico en el sistema financiero derrocará el dominio del régimen dólar-Wall Street. Era un rumor falso, pero encerraba una verdad sobre las posibilidades de un mundo post-dólar o desdolarizado.
La invitación a seis países a unirse al bloque BRICS el pasado agosto fue un indicio más de que ese cambio está en marcha. Entre estos países se encuentran Irán, Arabia Saudita y los EAU, aunque Arabia Saudita aún no ha concretado su adhesión. Con la ampliación de sus miembros, el BRICS incluiría a los dos países con las mayores y las segundas mayores reservas de gas del mundo (Rusia e Irán, respectivamente) y los dos países que representaban casi una cuarta parte de la producción mundial de petróleo (Rusia y Arabia Saudita, todas las cifras son de 2022). La apertura política entre Irán y Arabia Saudita, mediada por Pekín en marzo de 2023, así como los indicios de que los EAU y Arabia Saudí, aliados de Estados Unidos, buscan diversificar sus vínculos políticos, demuestran el posible fin del sistema del petrodólar. Ese era el núcleo del rumor de principios de junio.
Sin embargo, no hay que exagerar esta posibilidad, ya que el régimen dólar-Wall Street sigue intacto y con un poder considerable. Los datos del Fondo Monetario Internacional muestran que, en el último trimestre de 2023, el dólar estadounidense representaba el 58,41% de las reservas de divisas asignadas, una cifra muy superior a las reservas en euros (19,98%), yenes japoneses (5,7%), libras esterlinas británicas (4,8%) y renminbi chinos (poco menos del 3%). Mientras tanto, el dólar estadounidense sigue siendo la principal moneda de facturación en el comercio mundial, con un 40% de las transacciones comerciales internacionales de bienes facturadas en dólares, a pesar de que la cuota de Estados Unidos en el comercio mundial es de solo el 10%. Aunque el dólar sigue siendo la divisa clave, se enfrenta a retos en todo el mundo, ya que la proporción del dólar estadounidense en las reservas de divisas asignadas ha disminuido de forma gradual pero constante en los últimos 20 años.
Tres factores impulsan la desdolarización: la falta de fuerza y potencial de la economía estadounidense, que comenzó con la Tercera Gran Depresión en 2008; el uso agresivo de sanciones ilegales —especialmente financieras— por parte de EE. UU. y sus aliados del Norte Global contra una cuarta parte de los países del mundo; y el desarrollo y fortalecimiento de las relaciones entre los países del Sur Global, especialmente a través de plataformas como BRICS. En 2015, los BRICS crearon el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), también conocido como el Banco de los BRICS, para navegar en un régimen post-Dollar-Wall Street y producir facilidades para fomentar el desarrollo en lugar de la austeridad. La creación de estas instituciones BRICS y el mayor uso de monedas locales para pagar el comercio transfronterizo crearon la expectativa de una desdolarización acelerada. En la cumbre de los BRICS de 2023 en Johannesburgo, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, repitió el llamamiento para aumentar el uso de las monedas locales y quizás crear un sistema monetario denominado BRICS.
Ha habido un vibrante debate sobre la desdolarización entre quienes han trabajado en las instituciones de los BRICS y en los grandes países interesados en la desdolarización, como China, sobre su necesidad, perspectivas y las dificultades de encontrar nuevas formas de mantener las reservas de divisas y facturar el comercio mundial. El número más reciente de la revista internacional Wenhua Zongheng (文化纵横), una colaboración entre el Instituto Tricontinental de Investigación Social y Dongsheng, está dedicado a este tema.
En la introducción “Los BRICS y el desafío de la desdolarización” (vol. 2, nº 1, mayo de 2024), Paulo Nogueira Batista Jr, primer vicepresidente del BND (2015-2017), resume sus reflexiones sobre la importancia de alejarse del régimen dólar-Wall Street y sobre las dificultades políticas y técnicas de tal transición. El BRICS —afirma correctamente— es un grupo diverso de países con fuerzas políticas muy diferentes al frente de los distintos Estados. Las agendas políticas de sus miembros —incluso con el nuevo estado de ánimo en el Sur Global— son particularmente diversas cuando se trata de teoría económica, ya que muchos de los estados BRICS siguen comprometidos con fórmulas neoliberales mientras que otros buscan nuevos modelos de desarrollo. Uno de los puntos más importantes planteados por Nogueira es que Estados Unidos “muy probablemente utilizará todos los instrumentos a su disposición para luchar contra cualquier intento de destronar al dólar de su condición de eje del sistema monetario internacional”. Estos instrumentos incluirían sanciones y amenazas diplomáticas, todo lo cual mermaría la confianza de los gobiernos que tienen compromisos políticos más débiles y no están respaldados por movimientos populares comprometidos con un nuevo orden mundial.
La desdolarización avanzó a un ritmo muy lento hasta 2022, cuando los países del Norte Global comenzaron a confiscar los activos rusos mantenidos en el sistema financiero dólar-Wall Street y se extendió la ansiedad en muchos países sobre la seguridad de sus activos en los bancos norteamericanos y europeos. Aunque esta confiscación no era nueva (Estados Unidos ya lo había hecho antes con Cuba y Afganistán, por ejemplo), la escala y la severidad de estas confiscaciones operaron como una medida “destructora de la confianza”, como señala Nogueira.
A la introducción de Nogueira le siguen tres ensayos de destacados analistas chinos sobre los actuales cambios en el orden mundial. En “¿Qué impulsa el debate sobre la desdolarización entre los países BRICS?”, el profesor Ding Yifan (investigador principal del Instituto Taihe de Pekín) describe las razones por las que muchos países del Sur Global ahora buscan comerciar en monedas locales y liberarse de su dependencia del régimen dólar-Wall Street. Destaca dos factores que ponen en duda que el dólar pueda seguir sirviendo de moneda ancla: en primer lugar, la debilidad de la economía estadounidense debido a su dependencia del gasto militar frente a la inversión productiva (el primero representa el 53,6% del total del gasto militar mundial) y, en segundo lugar, el historial de incumplimiento de contratos por parte de Estados Unidos. Al final de su artículo, Ding reflexiona sobre la posibilidad de que los países del Sur Global acepten el renminbi chino (RMB) como moneda de referencia, ya que las capacidades manufactureras de China hacen que el RMB sea valioso como forma de comprar productos chinos.
Sin embargo, en su ensayo “Las reservas de divisas de China: desafíos de seguridad pasados y presente”, el profesor Yu Yongding (miembro de la Academia China de Ciencias Sociales) se muestra cauto sobre la posibilidad de que el RMB suplante al dólar. Para que el RMB se convierta en moneda de reserva internacional, Yu argumenta que “China debe cumplir una serie de condiciones previas, entre ellas establecer un mercado de capitales sólido (especialmente un mercado de bonos del tesoro profundo y de gran liquidez), un régimen de tipo de cambio flexible, flujos de capital transfronterizos libres y crédito a largo plazo en el mercado”. Esto significaría que China tendría que renunciar a sus controles de capital y empezar a ofrecer bonos del Tesoro en RMB a compradores internacionales. La internacionalización del RMB, sostiene Yu, “es un objetivo que merece la pena perseguir”, pero no es algo que pueda tener lugar a corto plazo. “El agua lejana no saciará la sed inmediata”, escribe poéticamente.
Entonces, ¿a dónde vamos? En su artículo “De la ‘reducción de riesgos’ a la desdolarización: la moneda de los BRICS y el futuro del orden financiero internacional”, el profesor Gao Bai, que imparte clases en la Universidad Duke de Estados Unidos, coincide en que existe una necesidad acuciante de superar el régimen dólar-Wall Street y en que no hay un camino fácil en estos momentos. Se ha extendido el uso de la moneda local —como entre Rusia y China, así como entre Rusia e India—, pero estos acuerdos bilaterales son insuficientes. Cada vez más, como muestra un informe reciente del Consejo Mundial del Oro, los bancos centrales de todo el mundo han estado comprando oro para sus reservas y, por tanto, haciendo subir su precio (el precio al contado del oro supera los 2.300 dólares por onza, muy por encima del precio de 1.200 dólares por onza en el que rondó en 2015). Si no se dispone de una moneda inmediata que sustituya al dólar estadounidense, argumenta Gao, entonces los países del Sur Global deberían establecer un “valor de referencia para las liquidaciones en sus monedas locales y una plataforma de intercambio que respalde dichas liquidaciones. La gran demanda de una referencia de valoración de este tipo brinda una oportunidad para la creación de una moneda BRICS”.
El nuevo número de Wenhua Zongheng ofrece una evaluación clara y reflexiva de los problemas del régimen dólar-Wall Street y de la necesidad de una alternativa. El amplio abanico de ideas que se ponen sobre la mesa refleja la diversidad de los debates que tienen lugar en los círculos políticos de todo el mundo. Queremos resumir estas ideas y comprobar su viabilidad técnica y su viabilidad política.
Es importante señalar que dos de los países BRICS han elegido nuevos gobiernos este año. En India, el gobierno de extrema derecha dirigido por el primer ministro Narendra Modi vuelve al poder, pero con un mandato mucho más limitado. Dado que el gobierno de Modi ha planteado una política de “interés nacional”, es probable que siga desempeñando un papel en el proceso de los BRICS y que utilice las divisas locales para comprar bienes como el petróleo ruso. Mientras tanto, la alianza oficialista de Sudáfrica, encabezada por el partido Congreso Nacional Africano (CNA), ha formado gobierno con la derechista Alianza Democrática, comprometida con el imperialismo estadounidense y poco partidaria de la agenda de los BRICS. Con la probable entrada de Nigeria en el bloque BRICS, el centro de gravedad del BRICS en el continente africano podría desplazarse hacia el norte.
Durante los duros años de lucha contra el gobierno del apartheid en Sudáfrica, Lindiwe Mabuza —conocida como Sono Molefe y miembro del CNA— empezó a recopilar poemas escritos por mujeres de los campamentos del CNA. Guerrilleras, maestras, enfermeras y otras mujeres enviaron poemas que ella publicó en un volumen titulado Malibongwe (‘Alabado seas’), que hacía referencia a la Marcha de las Mujeres de 1956 en Pretoria. En su ensayo introductorio, Mabuza (1938-2021) escribió que en la lucha “no hay romanticismo”, solo hay “la martilleante realidad”. Esa frase, “la martilleante realidad”, merece hoy una reflexión. Nada surge de la nada. Hay que aporrear a la realidad para crear algo, ya sea una nueva apertura política en lugares como India y Sudáfrica o una nueva arquitectura financiera más allá del régimen del dólar y Wall Street.
Cordialmente,
Vijay