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El 15 de noviembre de 2022, durante la cumbre del G20 en Bali (Indonesia), el primer ministro australiano, Anthony Albanese, declaró a los periodistas que su país “busca una relación estable con China”. Esto se debe a que, como señaló Albanese, China es “el mayor socio comercial de Australia. Su valor es superior al de Japón, Estados Unidos y la República de Corea (…) combinados”. Desde 2009, China ha sido también el mayor destino de las exportaciones australianas, así como el mayor país de origen de las importaciones de Australia.
Durante los últimos seis años, China ha ignorado la mayoría de las peticiones de reuniones de Australia debido a su estrecha alineación militar con Estados Unidos. Ahora, en Bali, el presidente de China, Xi Jinping, dejó claro que la relación chino-australiana es una relación que hay que “apreciar”. Cuando se le preguntó a Albanese si Xi había planteado la cuestión de la participación de Australia en varios pactos militares contra China, respondió que las cuestiones de rivalidad estratégica “no se habían planteado, salvo en comentarios generales”.
El ex primer ministro australiano Kevin Rudd afirmó recientemente que el impulso para la congelación de las relaciones entre Australia y China hace seis años fue la “doctrina estadounidense de competencia estratégica”. Esta perspectiva se aclara en la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos para 2022, en la que se señala que China “es el desafío geopolítico más importante para Estados Unidos”. En Bali, el presidente estadounidense, Joe Biden, sostuvo que EE. UU. y China deben “gestionar la competencia de forma responsable”, lo que sugería que los norteamericanos podrían adoptar una postura menos beligerante hacia China al no presionarla mediante pactos militares en Asia y reducir la intensificación de la crisis sobre Taiwán. Rudd sugiere que el cambio de tono de Biden podría haber dado a Albanese la oportunidad de “recomponer” las relaciones entre Australia y China.
Sin embargo, antes de que Albanese se marchara a Bali, se conoció la noticia de un plan para estacionar en el norte de Australia, en la base aérea de Tindal, seis bombarderos estadounidenses B-52, con capacidad para transportar armas nucleares. Además, Australia construirá 11 grandes tanques de almacenamiento para combustible de aviación, proporcionando a EE. UU. una capacidad de recarga de combustible más cercana a China que su principal depósito de combustible en el Pacífico, Hawai. La construcción de esta “instalación de operaciones de escuadrón” comenzaría inmediatamente y estaría terminada en 2026. La modernización de 646 millones de dólares incluye nuevos equipos y mejoras en la base de espionaje estadounidense-australiana de Pine Gap, donde la población vecina de Alice Springs teme ser un objetivo nuclear en una guerra que sencillamente no desea.
Estos anuncios no son ninguna sorpresa. Los bombarderos estadounidenses, incluidos los B-52, han visitado la base desde la década de 1980 y han participado en operaciones de entrenamiento estadounidense-australianas desde 2005. En 2016, el comandante estadounidense de sus fuerzas aéreas en el Pacífico, el general Lori Robinson, afirmó que EE. UU. probablemente añadiría a estos ejercicios el bombardero B-1, que tiene un mayor alcance y una mayor capacidad de carga útil. La Cooperación Aérea Reforzada entre EE.UU. y Australia (2011) ya ha permitido estas expansiones, aunque esto ha avergonzado en varias ocasiones a los funcionarios del gobierno australiano que preferirían más discreción, en parte debido al sentimiento antinuclear en Nueva Zelanda y en muchos Estados insulares vecinos del Pacífico que son signatarios del Tratado de Rarotonga de 1986, que establece la región como una zona desnuclearizada.
La ampliación de la base aérea de Tindal y las mejoras en la base de espionaje de Pine Gap forman parte de la profundización general de los lazos militares y estratégicos entre Estados Unidos y Australia. Estos lazos tienen una larga historia, pero se formalizaron con el Tratado de Seguridad Australia-Nueva Zelanda-Estados Unidos (ANZUS) de 1951 y la entrada de Australia en la red de inteligencia Five Eyes en 1956. Desde entonces, ambos países han estrechado sus vínculos en materia de seguridad, por ejemplo facilitando la transferencia de material militar de la industria armamentística estadounidense a Australia. En 2011, el presidente de EE. UU., Barack Obama, y la primera ministra australiana, Julia Gillard, acordaron situar a miles de marines estadounidenses en Darwin y el norte de Australia y permitir que los bombarderos estadounidenses volaran con frecuencia a esa base. Esto formaba parte del “giro hacia Asia” de Obama, que señalaba la campaña de presión estadounidense contra el avance económico de China.
Dos nuevas alianzas en materia de seguridad —el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad, reanudado en 2017) y AUKUS (2021)— reforzaron aún más estos lazos. El Quad reunió a India y Japón con Australia y Estados Unidos. Desde 1990, Australia ha acogido en Tindal el Ejercicio Pitch Black, un juego de guerra militar en el que ha colaborado con varios países. Desde que las fuerzas aéreas de la India se unieron en 2018 y Japón participó en 2022, todos los miembros del Quad y de AUKUS forman ahora parte de esta gran misión de entrenamiento aéreo. Funcionarios australianos afirman que, tras la ampliación de Tindal, el Ejercicio Pitch Black aumentará de tamaño. En octubre de 2022, el primer ministro Albanese y el primer ministro japonés Fumio Kishida actualizaron su pacto bilateral de seguridad de 2007. El nuevo “acuerdo de acceso recíproco” se firmó en respuesta a “un entorno estratégico cada vez más grave”, según Kishida, y permite a ambos países realizar maniobras militares conjuntas.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de China respondió a la noticia de la ampliación de Tindal y Pine Gap diciendo: “Una medida de este tipo por parte de Estados Unidos y Australia aumenta las tensiones regionales, socava gravemente la paz y la seguridad regionales y puede desencadenar una carrera armamentística en la región”.
Albanese acudió a la reunión con Xi con la esperanza de poner fin a las restricciones comerciales de China a Australia. Se marchó con el optimismo de que las restricciones de 20.000 millones de dólares impuestas en 2020 se levantarían pronto. “Tardaremos un tiempo en ver mejoras concretas en el futuro”, afirmó. Sin embargo, China no ha dicho nada sobre la eliminación de estas restricciones, que limitan la importación de cebada, carne de vacuno, carbón, algodón, langostas, madera y vino australianos.
Estas restricciones fueron desencadenadas por la insinuación del entonces primer ministro de Australia, Scott Morrison, de que China era responsable de la pandemia de COVID-19. Incluso antes de eso, en 2018, el gobierno de Australia prohibió a dos empresas de telecomunicaciones chinas (Huawei y ZTE) operar en su jurisdicción. No fue un cambio de política trivial, ya que supuso una caída de 19.000 millones de dólares en el comercio de Australia con China en julio de 2021 a 13.000 millones en marzo de 2022.
Durante la reunión en Bali entre Albanese y Xi, la parte australiana presentó una lista de agravios, entre ellos las restricciones comerciales de Beijing y la preocupación de Australia por los derechos humanos y la democracia en China. Australia pretende normalizar las relaciones en términos comerciales, a la vez que mantiene sus lazos militares ampliados con Estados Unidos.
Xi no puso nada sobre la mesa. Se limitó a escuchar, estrechar la mano y se marchó asegurando que ambas partes seguirían hablando. Se trata de un gran avance respecto a la fea retórica de la Administración de Scott Morrison.
En octubre de 2022, el embajador de China en Australia, Xiao Qian, pronunció un discurso como anticipo del 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Australia y China, que se celebrará el 21 de diciembre. Durante esta charla, el embajador Qian preguntó a sus homólogos australianos si veían a China como “un defensor o un adversario” del orden internacional. El gobierno y la prensa australianos, sugirió, ven a China como un “adversario” de la Carta de la ONU y del sistema multilateral. Sin embargo, afirmó, China se ve a sí misma como “defensora” de una mayor colaboración entre países para abordar problemas comunes.
La lista de preocupaciones que Albanese expuso a Xi indica que Australia, al igual que Estados Unidos, sigue tratando a China como una amenaza y no como un socio. Esta perspectiva general hacia China dificulta cualquier posibilidad de normalización genuina. Por ello, el embajador Qian pidió que Australia tuviera “una percepción objetiva y racional” de China y que Canberra desarrollara “una política positiva y pragmática hacia China”.
El creciente sentimiento antichino dentro de Australia plantea un grave problema para cualquier avance hacia la normalización. En julio de 2022, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, afirmó que Australia tendría que “corregir” varias de sus opiniones sobre China antes de que las relaciones pudieran avanzar. Una encuesta reciente muestra que tres cuartas partes de la población australiana cree que China podría ser una amenaza militar en las próximas dos décadas. La misma encuesta mostraba que casi el 90% de las personas encuestadas afirmaban que la alianza militar entre Estados Unidos y Australia es muy o bastante importante. En el Diálogo de Shangri-La, celebrado en Singapur a principios de año, el viceprimer ministro y ministro de Defensa australiano, Richard Marles, sostuvo que los países deben comprometerse mutuamente mediante el diálogo y la diplomacia. “China no se va a ir a ninguna parte. Y todos tenemos que vivir juntos y, esperemos, prosperar juntos», señaló.
Que Albanese y Xi se reunieran en Bali es una muestra de la importancia de la diplomacia y el diálogo. Albanese no podrá obtener los beneficios comerciales que Australia desea a menos que se produzca una modificación de estas actitudes y de la postura militar estadounidense-australiana respecto a China.
Cordialmente,
Vijay