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Boletín de ArteNº 11

El socialismo es un gran movimiento cultural

Boletín de Arte Tricontinental n° 11 (enero de 2025)

Nuestro primer boletín de arte de 2025 explora el socialismo como movimiento cultural, destacando su intersección con la formación política y la lucha de clases en las revoluciones soviética, china y el MST de Brasil.

Les invitamos a escuchar ‘Sunshine Day’ [Día de sol] interpretado por Osibisa. Este boletín está dedicado al músico y saxofonista ghanés Teddy Osei, miembro fundador de Osibisa, quien falleció recientemente a la edad de 88 años

Cultura y lucha de clases han sido siempre inseparables, con programas culturales que son componentes estratégicos de los movimientos de la clase trabajadora por la liberación nacional y la emancipación humana. La historia de los movimientos marxistas y de inspiración socialista ofrece numerosos ejemplos de la interconexión entre los procesos organizativos, la formación política y el trabajo cultural al servicio de un proyecto político. Este boletín de arte reflexiona sobre algunas de estas experiencias históricas y contemporáneas para estimular el trabajo cultural de los movimientos actuales.

La cultura ya estaba integrada en las primeras asociaciones obreras que desembocaron en la formación de la Liga Comunista (1847-1852). En una carta fechada en octubre de 1847, Karl Marx describía cómo la Liga de Bruselas incorporaba el canto, la poesía y el teatro a sus actividades. Ese mismo año, Fredrich Engels escribió una obra de teatro representada por lxs trabajadorxs de la Liga, mientras Jenny Marx organizaba sus actividades culturales. Estas asociaciones se presentaban como espacios culturales donde la organización, la formación política, incluidas las conferencias de Marx sobre economía política, y las actividades artísticas eran parte integrante de la participación efectiva en la lucha de clases.

La lucha entre socialismo y capitalismo es una gran guerra cultural

Cartel soviético, From Darkness to Light. From the Battle to the Book. From Sorrow to Happiness [De la oscuridad a la luz. De la batalla al libro. Del dolor a la felicidad], 1921.

La experiencia soviética profundizó en estos esfuerzos. Durante la histórica Revolución Rusa de 1905, que Vladmir Lenin describió como en un “ensayo general” de la Revolución de Octubre de 1917, se establecieron los primeros consejos obreros (o “soviets»). El primer soviet, presidido por el trabajador textil y poeta Aleksei Nozdrin, acogió círculos literarios, producciones teatrales y recitales de poesía.

Anatoly Lunacharsky, una de las figuras clave de las formulaciones soviéticas sobre cultura y educación , argumentó en 1907, basándose en los avances de la revolución de 1905, que “la socialdemocracia no es sólo un partido, sino un gran movimiento cultural”. Describió el socialismo científico como una “nueva forma de contemplar y sentir el mundo”, afirmando que “la lucha entre el socialismo y el capitalismo es la mayor kulturkampf [guerra cultural]”. Lunacharsky resume una concepción fundamental del socialismo como proyecto cultural que representa una nueva forma de concebir y experimentar el mundo, como una profunda confrontación entre dos visiones del mundo. No es casualidad que los movimientos fascistas de las décadas de 1920 y 1930, así como los movimientos de extrema derecha actual, enmarquen sus acciones como guerras culturales.

En los años siguientes a la revolución, entre 1909 y 1911, Lunacharsky y Lenin organizaron las primeras escuelas de formación política. En el exilio en Italia, con el apoyo del dramaturgo y novelista Máximo Gorki, las escuelas de Lunacharsky incluían cursos sobre historia internacional, el movimiento obrero, economía política, historia literaria y visitas a museos para lxs trabajadorxs. La líder feminista bolchevique Alexandra Kollontai contribuyó a estos esfuerzos, con temas que abordaban el patriarcado y las mujeres. Estos procesos de formación consideraban el bolchevismo como un movimiento sociocultural y hacían énfasis en su hegemonía cultural.

La Revolución de Octubre de 1917 significó una importante expansión de los movimientos culturales. En poco tiempo surgieron más de 80.000 espacios culturales, en los que participaron más de 450.000 personas en el movimiento Proletkult [cultura proletaria]. El Ejército Rojo, que llegó a tener 5 millones de miembros durante la guerra civil, contaba en 1920 con más de 2.000 escuelas, 3.000 bibliotecas, 1.300 clubes, 472 teatros y 320 cines. Estas actividades destacaban el arte en una variedad de formas como herramienta principal para la formación política.

Agitpoezda [trenes de agitprop soviéticos], 1917–1920. Créditos: Universidad de Warwick.

Crear un ejército de la cultura

La Revolución China, una de las primeras revoluciones socialistas del Tercer Mundo, se basó en la experiencia soviética. Desde la fundación del Partido Comunista de China (PCCh) hasta la Revolución de 1949, 28 años después, el trabajo cultural fue fundamental para las numerosas estrategias militares, de reforma agraria, educación de masas y de construcción del partido. Las tropas culturales acompañaron al Ejército Rojo en todas sus batallas, contra el Partido Nacionalista (KMT) y las fuerzas imperialistas japonesas. Este histórico viaje de 10 mil kilómetros, llamado la Larga Marcha, cumple este año su nonagésimo aniversario.

En 1935, al llegar a la ciudad de Yan’an, en el centro-norte del país, lxs soldadxs y campesinxs, cansadxs y devastadxs por la guerra, establecieron su nueva base revolucionaria. En las décadas siguientes, 8 mil soldados que movilizarían el apoyo de decenas de millones de campesinxs de la región, obtuvieron el apoyo popular en las ciudades. Aumentaron el número de integrantes activxs del partido hasta 1,2 millones de personas y construyeron un Ejército Rojo formado por un millón de combatientes, apoyadxs por otrxs millones de campesinxs armadxs para iniciar la revolución. El trabajo cultural y la batalla de ideas fueron fundamentales en esta victoria.

Como epicentro político y cultural del movimiento comunista chino, Yan’an cautivó la imaginación de artistas, escritorxs e intelectuales urbanos de todas partes. En 1943, unxs 40 mil intelectuales, muchos procedentes de familias privilegiadas de las clases campesina, terrateniente, aristócrata y pequeña burguesía, atravesaron duras condiciones para contribuir a la causa comunista. Sin embargo, carecían de formación política y de experiencias concretas de las luchas obreras y campesinas. En Yan’an se crearon una serie de escuelas para solucionar este problema, como el Colegio de Mujeres Chinas (1939) y la Escuela de Jóvenes Cuadros Mao Zedong (1940), que se unieron para convertirse en la primera universidad comunista en 1941. Alojada en una antigua iglesia católica, la Academia de Arte Lu Xun, llamada así en honor al revolucionario y “fundador de la literatura china moderna”, se convirtió en el principal centro de formación de artistas-cuadros de Yan’an.

Izquierda: Li Qun, «Academia de Arte Lu Xun de Yan’an/Iglesia antigua», 1941. Derecha: Estudiantes de la Academia de Arte Lu Xun actuando y dibujando, década de 1940.

En mayo de 1942, se invitó a Yan’an durante tres semanas a lxs principales trabajadorxs culturales, líderes del partido y estrategas militares del país para discutir el programa político y cultural a seguir. En sus discursos publicados como Charlas en el Foro de Yan’an sobre Literatura y Arte que se convirtieron en una guía para la política cultural de la República Popular China (RPC), Mao Zedong subrayó que el trabajo político requería no sólo un “ejército de armas”, sino también un “ejército cultural”. La creación de ese ejército requería una combinación creativa de esfuerzos para aumentar la alfabetización de las masas, los niveles artísticos y la concientización de clase, junto con la formación política y la transformación de la intelectualidad.

“El arte, el teatro, la música, las bellas artes y la literatura son las armas más poderosas para la propaganda y la organización de las masas”, afirmaba Zhou Yang, destacado teórico de la cultura y decano de la Academia de Arte Lu Xun. “Lxs artistas son una fuerza indispensable para la actual guerra de resistencia. Por lo tanto, cultivar, para la guerra de resistencia, cuadros dedicados al trabajo artístico es una tarea que no puede retrasarse en la actualidad”. Entre marzo de 1938 y noviembre de 1945, la academia graduó a 685 estudiantes, formando una generación de destacados artistas, compositorxs, actorxs, músicxs, teóricxs literarios y educadorxs artísticos que beneficiaron a la RPC desde su fundación.

Diez meses después del Foro de Yan’an, el Comité Central del PCCh decidió movilizar a lxs trabajadorxs literarios y teatrales para que fueran al campo, lo que Mao llamó la “gran escuela”. Ellos prestaron especial atención a las canciones y danzas folclóricas, en particular a las yangge, o “canciones del arroz”. Estas canciones, que tradicionalmente se cantaban a los dioses o a los terratenientes, recibieron nuevas connotaciones y contenidos para infundir un espíritu revolucionario y animar a lxs combatientes en el frente. Transmitir las ideas revolucionarias en un lenguaje y una forma familiares era bien recibido por la población local como una forma de servir “vino nuevo en botellas viejas”. Las obras producidas en el periodo Yan’an siguen siendo apreciadas por el pueblo chino hoy en día. Se convirtieron en importantes herramientas culturales no sólo para construir una capacidad de organización y un apoyo de masas para la victoria de la revolución. Su largo legado apoyó la construcción del socialismo en las décadas posteriores.

La formación como acción cultural por la libertad

Cartel de Dario Caneda Teixeira, profesor de educación física y artística en la escuela Nova Sociedade del asentamiento del MST en Itapuí, Rio Grande do Sul, Brasil.

Los legados de las experiencias revolucionarias soviética, china y cubana pueden encontrarse en el mayor movimiento social del mundo en la actualidad, el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra – MST  de Brasil. A lo largo de sus 40 años de historia, el MST ha desarrollado un amplio proceso de formación política que profundiza en sus modelos organizativos y proyectos estratégicos. Inspirándose en diversas luchas históricas y reflexionando sobre sus prácticas, el MST organizó sus experiencias en los años noventa en lo que hoy se conoce como la “pedagogia do Movimento Sem Terra” [pedagogía del MST]. Los procesos de formación política son parte de la “formación humana”, que tiene sus raíces en la lucha organizada. La cultura, como praxis de lucha y transformación social, fue una dimensión esencial de este proceso, sirviendo como forma de vida, sistema de significados y valores, y fuente de expresión simbólica y artística.

Los procesos de formación del MST también se inspiran en otras dos tradiciones pedagógicas en las que la cultura desempeña un papel central. La primera es la pedagogía socialista, de cuya dimensión cultural ya hemos hablado. La segunda es la educación popular, inspirada principalmente en el pedagogo brasileño Paulo Freire. Surgida en Brasil en las décadas de 1950 y 1960, la educación popular estaba estrechamente vinculada a las organizaciones culturales populares. La “pedagogía del oprimido” de Freire veía la educación como una “acción cultural por la libertad”, proponiendo que la “invasión cultural” podía combatirse fomentando una nueva “síntesis cultural”, que empleara y experimentara con diversas metodologías. A su vez, el modelo pedagógico de Freire tenía influencias de pensadores marxistas de la liberación nacional como Amílcar Cabral y Frantz Fanon, quienes impulsaron el pensamiento y la práctica del trabajo cultural como componente vital en la creación de un ser humano nuevo y más pleno.

Desde la Unión Soviética hasta China y Brasil, esperamos que nuestras reflexiones inspiren más trabajo cultural en 2025 y más allá, trabajo que promueva las causas y organizaciones de la clase trabajadora mundial.

Cordialmente,

Douglas Estevam, miembro del Colectivo Nacional de Cultura del MST y de la Coordinación Política Pedagógica de la ENFF
Tings Chak, Directora del Departamento de Arte del Instituto Tricontinental de Investigación Social