Capturar el latido de los de abajo: Una entrevista con Martin Aleida en el 70 aniversario de la Organización Cultural Lekra de Indonesia

 

Literatura que defiende a las víctimas, no al poder

Amrus Natalsya, Interogasi Orde Baru (‘New Order Interrogation’), 1961.

Amrus Natalsya, Interogasi Orde Baru [Interrogación del “Nuevo Orden”], 1961.

Martin Aleida recuerda el momento en que fue liberado de la cárcel a finales de 1966. El entonces escritor de 22 años salió tras casi un año tras las rejas a Yakarta, sin poder encontrar a sus amigos y camaradas. Su lugar de trabajo, Harian Rakjat  (El Diario del Pueblo), el periódico oficial del Partido Comunista de Indonesia (PKI) ya no existía. Su partido y su organización cultural, Lekra, fueron prohibidos y desde entonces son ilegales

Tres meses después de la pandemia, el Instituto Tricontinental de Investigación Social llegó a Martin, que ahora tiene 76 años. Aunque nació en el norte de Sumatra, Martin ha vivido desde comienzos de la década de 1960 en Yakarta donde nos respondió, desde una biblioteca local que frecuenta todos los sábados.

“Hay muchos eventos y sentimientos por los cuales he pasado en los últimos 50 años que no puedo contar”. Martin nos cuenta primero sobre sus memorias publicadas recientemente Romantisme Tahun Kekerasan [Romance en los años de violencia]. Martin, sin embargo, no es su nombre en absoluto.

“Durante los 32 años de gobierno militar del General Suhartu, para escribir tuve que usar un seudónimo –Martin Aleida– dado que, aunque era escritor, las autoridades me habían prohibido escribir. Al ser acusado por los militares, arbitrariamente y sin pruebas de estar involucrado en el fallido intento de golpe del Movimiento 30 de Septiembre (también conocido como G30S) en 1965, no pude volver a mi campo profesional como escritor. Lo mismo se aplicó a miles de profesores, funcionarios públicos, incluso titiriteros a los que se les prohibió volver a sus áreas profesionales, a menos que estuvieran dispuestos a ser investigados una y otra vez con la posibilidad de ser detenidos, y en el peor de los casos, eliminados”

El Movimiento 30 de Septiembre era un grupo militar escindido que llevó a cabo una acción a primera hora de la mañana en 1965, que resultó en el secuestro y asesinato de seis altos funcionarios. Aunque los detalles del día siguen siendo turbios, lo que si está claro es que lxs comunistas fueron el chivo expiatorio. El evento sirvió de conveniente pretexto para la represión genocida del PKI que estaba por venir. Dirigida por el General Suharto, apoyado por los Estados Unidos –quizá mejor conocido por la CIA que por el pueblo indonesio en ese momento– en los cortos meses siguientes, un millón de comunistas y sus simpatizantes fueron asesinadxs. El presidente Sukarno –no era comunista, pero si un gran defensor del proyecto del Tercer Mundo y convocante de la Conferencia Afroasiática en 1955 en Bandung– fue derrocado. Suharto y su dictadura militar del “Nuevo Orden” permanecerían en el poder durante los siguientes 32 años, hasta 1998.

Frente a una de las masacres de comunistas más sangrientas y silenciadas de la historia, Martin profundizó su compromiso con la literatura –una que, como el dice “defiende a las víctimas, no al poder”. Con el seudónimo de Martin, escribe novelas y cuentos, de ficción y no ficción, sobre el sufrimiento del pueblo, los desaparecidos y las aspiraciones silenciadas de una generación. Escribe en bahasa indonesio, uno de los idiomas indonesios que se adoptó como lengua de la lucha nacional en 1928 y que maduró por necesidad a través de las luchas anticoloniales y anti-feudales de las décadas de 1930 y 1940.

En un cuento, la protagonista, Dewangga, yace en su lecho de muerte, reviviendo los recuerdos de todo su matrimonio con su esposo, Abdullah. Solo en sus últimos momentos, después de toda una vida juntos en silencio, tienen finalmente el coraje de revelarse el uno al otro sus pasados militantes –el como militante encarcelado en 1965, ella como organizadora de lxs campesinxs sin tierra. Martin espera que sus recientes memorias puedan revivir para la generación más joven esas no poco comunes historias de Dewangga y Abdullah, sobre la vida antes de 1965, la vida después y las condiciones que llevaron a esta herida aún abierta en la historia de Indonesia.

 

Somos los herederos legítimos de la cultura mundial

 

Hendra Gunawan, War and Peace, 1950

Hendra Gunawan, Guerra y Paz, 1950

 

Cuando dicen que “el este era rojo”, era porque el este era realmente rojo. En 1965, el PKI tenía tres millones y medio de cuadros y 20 millones de personas en sus organizaciones de masas, de jóvenes, mujeres, campesinado, y trabajadorxs. Era el tercer partido comunista más grande en el mundo después de los de la República Popular China y la Unión Soviética. El Instituto de Cultura Popular (Lekra) era una de sus organizaciones de masas con más de 200.000 miembros, sumando un total de un millón y medio con sus partidarios. Lekra fue probablemente la mayor organización cultural –no afiliada a un Estado– del mundo que jamás haya existido. Se sabe demasiado poco sobre esta histórica organización.

Como antiguo miembro de Lekra, Martin recuerda: “Me atrajo el punto de vista de la organización de que la literatura debe tomar partido y defender la justicia para la mayoría oprimida: lxs trabajadorxs, campesinxs y pescadorxs. La literatura y el arte en general están predestinados a defender a los oprimidos”. En agosto de este año, Lekra habría celebrado 70 años de su fundación, compartiendo la fecha del 17 de agosto con la independencia de Indonesia, una lucha que siempre ha estado íntimamente vinculada a la batalla por la cultura.

Dos décadas antes, la liberación nacional de Indonesia nació de un grito cultural. Tras la proclamación de la independencia el 17 de agosto de 1945, los holandeses y los japoneses continuaron aferrados a sus intereses coloniales hasta 1949. Gelanggang, un grupo de artistas asociadxs a la revista semanal Siasat alineada con el Partido Socialista de Indonesia, publicó su “Testimonio de Creencias”, un manifiesto cultural para la nación-estado de meses de nacida:

Somos los herederos legítimos de la cultura mundial y perpetuaremos esta cultura a nuestra manera. Nacimos de las filas de la gente común y corriente, y para nosotros, el concepto de “el pueblo” significa una mezcolanza de la que nacen nuevos y robustos mundos. Nuestra indonesianidad no deriva solo de nuestra piel morena, nuestro pelo negro o nuestras frentes prominentes, sino más bien de lo que se expresa en la forma de nuestros pensamientos y sentimientos… La revolución para nosotros es el establecimiento de nuevos valores sobre los obsoletos que deben ser destruidos… Nuestra apreciación de las condiciones circundantes (sociedad) es la de las personas que reconocen la reciprocidad de influencias entre sociedad y artista.1

Fue en este momento cuando florecieron muchas organizaciones culturales revolucionarias. Lekra no solo era la más grande sino también la más alineada a la izquierda. Muchos de sus miembros senior eran cuadros del PKI, incluyendo dos de los miembros fundadores de Lekra: Njoto, editor de Harian Rakjat, elegido al politburó de cinco miembros del PKI y D.N. Aidit, el futuro secretario general del partido. Ambos fueron asesinados en 1965.

En el primer congreso nacional de Lekra en 1959, el secretario general Joebaar Ajoeb dijo: “Lekra se fundó en 1950 por la conciencia de la esencia de la Revolución de Agosto de 1945 y de la conexión entre revolución y cultura, la conciencia de que la revolución tiene un gran significado para la cultura y, al mismo tiempo, la cultura tiene gran significado para la Revolución de Agosto”

A partir de este congreso, Lekra se dividió en siete institutos: Literatura, Bellas Artes, Cine, Teatro, Música, Danza y Ciencia. A través de cada uno de esos lenguajes artísticos, lxs artistas de Lekra buscaron construir una nueva cultura, enraizada en la tradición e impregnada de ideas revolucionarias. Las tareas culturales eran valiosas y numerosas; desde sistematizar música tradicional y popular hasta identificar aspectos decadentes que persistían, desde desarrollar un programa de formación política cultural hasta fomentar nuevas producciones creativas, desde el redescubrimiento de la música e instrumentos populares hasta la organización de intercambios culturales internacionales. A lo largo de sus 15 años de existencia, Lekra no solo movilizó a millones de personas, sino que desarrolló prácticas culturales arraigadas en las condiciones concretas y materiales del pueblo. De su proceso de organización surgieron nuevas formas expresivas y nuevas teorías artísticas; en esencia, estaban escribiendo la historia del arte en la tradición marxista.

 

Capturar el latido de los de abajo

 

Amrus Natalsya, Mereka Yang Terusir Dari Tanahnya (‘Those Chased Away from Their Land’), 1960.

Amrus Natalsya, Mereka Yang Terusir Dari Tanahnya (‘Los expulsados de su tierra), 1960.

 

Uno de los principios clave de Lekra era Turun ke bawah or turba (‘descender desde arriba’2 ), que se concretizó en el primer Congreso Nacional como una teoría para guiar el trabajo de lxs artistas militantes. “Literalmente significa ir a la base – trabajar, comer, vivir con lxs trabajadorxs, campesinxs sin tierra y pescadorxs”, explica Martin. Junto con los “tres igual”: trabajar igual, comer igual, dormir igual, esta metodología fue “una forma de intensificar tu imaginación e inspiración, agudizar tus sentimientos sobre cuán dura es la vida de la gente”

Hersri Setiawan fue otro miembro de Lekra y representante indonesio de la Afro-Asian Writers’ Association [Asociación de Escritores Afroasiáticos] en la década de 1960. Fue encarcelado en la isla de Buru durante muchos años por su trabajo en Lekra. En el documental Tjidurian 19 –llamado así por la dirección de la secretaría de Lekra en Yakarta que fue asaltada durante la represión– recuerda que pasaba los días azotando y deshierbando y noches discutiendo cuentos populares mientras tejía con lxs campesinxs. Para el, el propósito de un artista era “capturar el latido del corazón de los de abajo”.

Martin habló sobre Amrus Natalsya, un prominente escultor de Lekra cuyo trabajo fue admirado por el presidente Sukarno y exhibido en la exposición de arte de la Conferencia de Bandung. Amrus vivió entre lxs campesinxs de Java Central y creó una de sus más famosas esculturas de madera después de una disputa por tierras que resultó en la muerte de 11 campesinos sin tierra. La obra era un registro de un evento, un análisis de la lucha de clases y una encarnación del principio de Lekra: kreativitas individual dan kearifan massa [la creatividad individual y la sabiduría de las masas]. Amrus, de 86 años, celebró en Yakarta el año pasado su última exposición individual, denominada Terakhir, selamat tinggal dan terima kasih (“La última, adiós y gracias”).

 

Pero el espíritu vive, si es correcto

 

Viva Cuba, collection of Lekra poetry in homage to the Cuban Revolution, 1963.

Viva Cuba, colección de poesía de Lekra en homenaje a la Revolución Cubana, 1963.

 

En 1959, Sukarno convocó a artistas para que se sumaran a las filas de los frentes anticolonial y antiimperialista. El sabía que el desarrollo de una cultura nacional robusta debía ser antiimperialista. “Debemos ser más vigilantes, más tenaces y perseverantes en la oposición a la cultura imperialista, especialmente la cultura imperialista estadounidense, que en realidad sigue amenazándonos de todas las formas y maneras”. Este fue también el año de la Revolución Cubana.

En esos seis años antes de que Sukarno fuera derrocado, se estaba acercando al ala izquierda del Movimiento de los No Alineados, del que formaban parte tanto Cuba como Indonesia. Se unieron contra el imperialismo y organizaron conjuntamente la Conferencia Tricontinental que tendría lugar en La Habana en 1966, la misma conferencia a la que rendimos homenaje en nuestro nombre: Instituto Tricontinental de Investigación Social. Ni el PKI, ni Lekra, ni la presidencia de Sukarno vivirían para ver esa conferencia.

Pero la historia nos arma. “Es muy importante transmitir el pasado reciente y la historia del país a la generación más joven”, insiste Martin. Durante el Tribunal Popular Internacional de 2015 sobre los eventos de 1965, Martin testificó sobre los crímenes contra la humanidad que presenció. Cuando le preguntaron acerca de su afiliación al PKI –un partido que continúa siendo ilegal– respondió, con gran riesgo para sí mismo, que el nunca se había arrepentido de unirse al partido cuando tenía 20 años. “Soy un ser humano: estoy orgulloso de tener ideales, incluso si todo el mundo condena lo que yo aspiro.”

En 1966, la Asociación de Escritores Afroasiáticos organizó la Exposición de Caricaturas Antiimperialistas en Beijing, que acogió 180 obras de 24 países de los continentes asiático y africano. Continuando este linaje, el Instituto Tricontinental de Investigación Social y la Jornada Internacional de Lucha Antiimperialista han organizado una serie de cuatro Exposiciones de Afiches Antiimperialistas. Hemos tenido más de 145 artistas de 35 países que han contribuido con trabajos a nuestros tres primeros ciclos temáticos llamados “Capitalismo”, “Neoliberalismo”  e “Imperialismo” . La tercera exposición, se lanzó el 1 de octubre como parte de la semana de acción del 5 al 10 de octubre organizada por cientos de movimientos populares y organizaciones políticas de todo el mundo.

“Las organizaciones formales pueden desaparecer; las organizaciones de partidos pueden ser abolidas”, nos recuerda el poeta de Lekra, Putu Oka Sukanta, “pero el espíritu vive, si es correcto”. Les pedimos que contribuyan con arte a nuestra exposición para que podamos –en el espíritu de Lekra en su 70 aniversario– combinar la creatividad individual con la sabiduría de las masas.

 

S. Nar, People’s Iron Broom, from the Afro-Asian People’s Anti-Imperialist Caricature Exhibition, 1966

S. Nar, La escoba de hierro del pueblo, de la Exposición de Caricaturas Antiimperialistas de los Pueblos Afroasiáticos, 1966

 

Martín Aleida es un sobreviviente del sangriento período político de Indonesia entre 1965-66, durante el cual murieron cientos de miles de personas. Fue periodista de Harian Rakjat (‘El Diario del Pueblo’) y editor de la revista mensual de Lekra, Zaman Baru (‘Nueva Era’). Estuvo detenido durante casi un año cuando tenía sólo veintidós años. Después de ser liberado, escribió un buen número de historias cortas sobre los impactos de las masacres llevadas a cabo por el ejército y los paramilitares civiles. Trabajó como reportero para TEMPO, un prominente semanario de Yakarta en 1971 y fue interrogado varias veces por la autoridad militar bajo el régimen pro-estadounidense del General Suharto.

 

Martin Aleida gives a testimony at the International People’s Tribunal in The Hague in November, 2015

Martin Aleida rinde testimonio en el Tribunal Popular Internacional en La Haya en noviembre de 2015

 

 


1 Traducido de Goenawan Mohamad, ‘Forgetting; Poetry and the nation, a motif in Indonesian literary modernism after 1945’ [Olvidar: La poesía y la nación, un motivo del modernismo literario indonesio después de 1945], 2002.
2 Traducido por Antariksa, Sari D., Sol Aréchiga, Edwina Brennan para School of Improper Education [Escuela de Educación Inadecuada], KUNCI Cultural Studies Center, 2018.