La tercera ola del socialismo
“La tercera ola del socialismo” (社会主义的第三次浪潮) fue publicado originalmente en la edición N°3 de Wenhua Zongheng (文化纵横), en junio de 2021.
El capitalismo enfrenta una profunda crisis
La crisis financiera del 2008 y la pandemia mundial del COVID-19 han evidenciado una profunda crisis en el sistema capitalista. La economía global ha experimentado un prolongado proceso de estancamiento y declive, acompañado de un desempleo generalizado, marcadas disparidades de riqueza, excesivo endeudamiento y burbujas de activos. Esto agravado por una significativa pérdida de vidas humanas. La actual crisis del capitalismo mundial se configura como la más extensa y grave desde la Gran Depresión (1929-1933).
En este contexto, los límites del capitalismo, ya sean de mercado, tecnológicos o ecológicos, se han vuelto cada vez más evidentes. En primer lugar, la escasez de nuevos mercados y fuentes de beneficios han debilitado la fuerza impulsora de la acumulación de capital. En segundo lugar, a pesar de la continua innovación tecnológica, sus beneficios se concentran en manos de unos pocos, dejando a la mayoría marginada en el actual sistema capitalista. En tercer lugar, la capacidad ambiental de los ecosistemas de la Tierra ha alcanzado sus límites, siendo incapaces de soportar las presiones impuestas por los modos de producción y el estilo de vida capitalista.
Los métodos tradicionales para abordar las crisis capitalistas han demostrado ser ineficaces en la presente situación. Tras casi cuatro décadas de neoliberalismo, los gobiernos capitalistas enfrentan una crisis del gasto público. La búsqueda de reformas económicas estructurales para estimular el capital privado choca con la necesidad de mantener niveles mínimos de bienestar social. Las políticas de flexibilización cuantitativa han generado burbujas de activos y espirales de deuda, exacerbando las graves disparidades de riqueza ya existentes.
En este escenario de crisis, resurgen elementos característicos del panorama capitalista previo a las guerras mundiales: el crecimiento del populismo, el militarismo y el fascismo; la intensificación de divisiones sociales internas; el aumento de hostilidad y competencia de suma-cero entre naciones; y tendencias hacia la desglobalización y la formación de bloques políticos. Con el aumento de las tensiones internacionales, también se incrementa la posibilidad de una nueva guerra mundial.
Históricamente, las crisis han desencadenado guerras y las guerras han provocado revoluciones. Este tema recurrente en la historia del sistema capitalista plantea la pregunta: ¿en la tercera década del siglo XXI, en medio de esta crisis, el capitalismo llevará a cabo reformas profundas y superará la crisis, o estamos ante el “momento Chernóbil” del capitalismo, que señala su desaparición definitiva?
Una vez más, la historia se encuentra en un momento crítico.
Las 3 olas del socialismo
Tanto como crítica y como movimiento contra el capitalismo, el socialismo ha coexistido de manera constante con este sistema, siendo un poderoso contrapeso y buscando continuamente vías alternativas para superar y reemplazar al capitalismo. Desde el surgimiento de la Primera Internacional (1864-1876), el movimiento socialista mundial ha experimentado tres grandes olas.
La primera tuvo lugar en la Europa del siglo XIX, cuando el movimiento obrero europeo evolucionó gradualmente de un estado de existencia a un estado de autoconciencia. Durante este período, surgieron características fundamentales como el nacimiento del marxismo, la creación de organizaciones internacionales de trabajadores y los primeros intentos de llevar a cabo una revolución socialista, como la Comuna de París en 1871. Esta primera ola de socialismo impulsó el despertar político de la toma de conciencia de la clase obrera, dando origen a partidos políticos obreros en diversos países. Sin embargo, en esta fase no se materializó una forma de Estado socialista.
La segunda ola se inició al concluir la Primera Guerra Mundial, marcada por la Revolución de Octubre de 1917, y que perduró hasta la disolución de la Unión Soviética y los Estados comunistas de Europa del Este entre 1989 y 1991. Durante este período surgieron numerosos Estados socialistas en todo el mundo. Primero en la Unión Soviética y Europa del Este, y después, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en lugares como China, Cuba, Corea, Vietnam, entre otros. Estos países conformaron un sistema o bloque socialista global. Además del sistema estatal, durante la Guerra Fría, una parte considerable del movimiento socialista internacional se centró en los movimientos de liberación nacional en Asia, África y América Latina, muchos de los cuales adoptaron la ideología socialista o fueron significativamente influenciados por el socialismo. Las dos características principales de esta segunda ola del socialismo fueron el surgimiento de la forma de Estado socialista con propiedad pública y planificación económica generalizada, y los movimientos de liberación nacional.
Después del final de la Guerra Fría, el socialismo enfrentó contratiempos significativos a nivel mundial. No obstante, a pesar de estos desafíos, surgió una tercera ola. Esta empezó a tomar forma después que China inició su reforma y apertura a finales de los años 70. Logró resistir las difíciles pruebas que siguieron a la disolución de la Unión Soviética y de los Estados comunistas de Europa del Este. Mientras el socialismo experimentaba retrocesos en todo el mundo, China mantuvo su compromiso con el socialismo, continuando con su proceso de reforma y apertura y explorando gradualmente una vía conocida como “socialismo con características chinas”. La principal particularidad de este modelo ha sido la integración de una economía de mercado en el sistema socialista, dando forma progresivamente a una economía socialista de mercado. Apenas tres décadas después del fin de la Guerra Fría, el socialismo con características chinas ha experimentado un rápido ascenso, convirtiéndose en una fuerza crucial que está reconfigurando el orden mundial y el futuro de la humanidad. Aunque esta ola de socialismo aún está en su primera fase, ya ha causado un impacto significativo y captado la atención mundial al ofrecer nuevas opciones a los países que buscan un desarrollo independiente. Esto plantea un fuerte desafío a aquellos que afirmaban que el capitalismo marcaba el “fin de la historia”.
Limitaciones de la segunda ola del socialismo
Antes de adentrarnos en la evaluación de la realidad actual y las perspectivas futuras de la tercera ola del socialismo, es imperativo revisar la segunda ola del socialismo y comprender las razones que provocaron su retroceso.
Con la Revolución de Octubre en 1917 y la Revolución China en 1949, el socialismo dejó una profunda huella en todo el mundo. No sólo formó un bloque de Estados que representaban una amenaza significativa para el capitalismo. También inspiró una oleada de movimientos de liberación nacional en el extenso Tercer Mundo de Asia, África y América Latina. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el sistema capitalista mundial se encontraba en una situación precaria mientrasque el socialismo se expandía globalmente. Los países socialistas implementaron extensas economías planificadas al estilo soviético y sistemas de propiedad pública, alcanzando las primeras etapas de industrialización y construyendo sistemas económicos nacionales y socialistas.
No obstante, la economía planificada al estilo soviético y el modelo de propiedad pública pura presentaban diversas limitaciones fundamentales. En primer lugar, el sistema económico planificado era incapaz de asignar eficaz y flexiblemente los recursos sociales y económicos, dando lugar a un sistema económico nacional rígido y distorsionado que no respondía adecuadamente a los indicadores de la economía real. En segundo lugar, el modelo de propiedad pública pura y distribución igualitaria carecía de mecanismos suficientes para incentivar el trabajo a nivel micro e intermedio, generando una falta de competencia constructiva y presión entre empresas y trabajadores, lo que se traducía generalmente en una baja eficiencia económica. En tercer lugar, las restricciones y la eliminación de las economías privadas y mercantil violaron la ley del valor y sobrepasaron la fase de desarrollo de las fuerzas productivas sociales. Esto condujo a un fracaso sistémico de largo plazo para satisfacer las complejas necesidades económicas y sociales y lograr mejoras significativas en la calidad de vida de la población. Por último, con el tiempo, la planificación y gestión económica de estilo soviético propiciaron el desarrollo de un sistema cada vez más cerrado y encapsulado, caracterizado por el burocratismo y el dogmatismo, y una falta de sensibilidad y capacidad de respuesta al progreso tecnológico y a la innovación organizativa.
Aunque los significativos retrocesos experimentados por la segunda ola del socialismo en las décadas de 1980 y 1990 pueden atribuirse en gran parte a factores externos como la fortaleza del sistema mundial capitalista y la fragmentación del campo socialista, los determinantes fundamentales fueron los inadecuados sistemas de funcionamiento económico y social y los mecanismos institucionales internos de los países socialistas. La insostenibilidad de estos sistemas internos impulsó los drásticos cambios en la Unión Soviética, así como el giro de China hacia la reforma y la apertura.
El socialismo con características chinas y la tercera ola del socialismo
Con el continuo avance de la reforma y apertura, el socialismo con características chinas ha evolucionado como una vía de desarrollo que se distingue tanto del socialismo tradicional de estilo soviético como del capitalismo clásico de libre mercado. Las teorías y prácticas de desarrollo de China están emergiendo con confianza en la escena mundial. Aunque el socialismo con características chinas no es un modelo estático, y sus prácticas son sometidas a una continua experimentación, tras más de cuatro décadas de exploración se pueden identificar seis características principales.
En primer lugar, se ha dado prioridad al desarrollo de las fuerzas productivas. El socialismo con características chinas se atreve a aprender de las formas económicas razonables del capitalismo, permitiendo el desarrollo de la economía privada para impulsar el rápido progreso de las fuerzas productivas avanzadas. Al mismo tiempo, el desarrollo de la economía estatal se ha planificado estratégicamente en sectores clave, estableciendo una relación complementaria con la economía privada y creando una estructura de propiedad mixta.
En segundo lugar, China ha fomentado la estrecha integración de su base económica socialista y sus relaciones de producción con la economía de mercado, estableciendo gradualmente un sistema económico de mercado socialista.
En tercer lugar, al abrirse e integrarse en el sistema capitalista mundial, China ha mantenido un enfoque constante en la soberanía nacional, asegurando la continuidad de la naturaleza socialista del Partido Comunista de China (PCCh) y manteniéndose alerta ante el riesgo de desviarse hacia el capitalismo por las exigencias del desarrollo de una economía de mercado.
En cuarto lugar, China ha abordado las problemáticas relacionadas con la justicia social y la desigualdad a través de su enfoque hacia el desarrollo. Aunque el progreso económico puede generar un aumento de la riqueza, también podría intensificar las disparidades sociales por diversas razones. El socialismo con características chinas sostiene que sólo mediante un desarrollo más amplio se puede generar riqueza social y proporcionar la base material necesaria para superar estas divisiones y desigualdades. En este contexto, el desarrollo se ha consolidado como el medio principal para enfrentar los desafíos de la justicia social, mientras que otras estrategias han desempeñado roles secundarios. Este enfoque ha exigido medidas dinámicas y proactivas, en contraste con planteamientos rígidos y unidimensionales.
En quinto lugar, el Estado ha implementado diversas medidas para contrarrestar la desigualdad de la riqueza dentro del marco de la economía socialista de mercado. Se han llevado a cabo extensas campañas de reducción de la pobreza, con el objetivo de integrar a los grupos marginados en la economía de mercado y facilitar su salida de la pobreza, a través de iniciativas específicas. Asimismo, la estrategia de “ayuda mutua” establece conexiones entre áreas desarrolladas, entidades públicas, empresas y otros actores con regiones menos favorecidas, con el propósito de transferir recursos y proporcionar asistencia a las zonas subdesarrolladas. Por otro lado, para abordar las disparidades regionales, los pagos de transferencia desde las regiones orientales más avanzadas hacia las áreas centrales y occidentales menos desarrolladas han contribuido a compensar las deficiencias en los ingresos fiscales y la capacidad de gasto. Estas medidas resultan difíciles de concebir y mucho menos de aplicar en naciones capitalistas, donde la propiedad privada es considerada sagrada y los procesos electorales tienden a defender únicamente los intereses arraigados de la clase dominante.
En sexto lugar, el Partido Comunista de China se mantiene independiente de los estrechos intereses de ciertos sectores de la sociedad. Para preservar esta posición, el PCCh debe permanecer libre de la infiltración y el control del capital, superando las influencias del populismo y el igualitarismo rígido, y manteniendo un equilibrio dinámico entre la vitalidad económica y la equidad social.
La relación entre el socialismo y la economía de mercado
La historia ha demostrado que es imposible eliminar artificialmente la economía de mercado bajo el socialismo, como evidencian las limitaciones y el fracaso final del socialismo tradicional de estilo soviético.
La economía de mercado es una forma económica antigua y su ley de oferta y demanda regula espontáneamente el comportamiento económico humano. Puede combinarse con el feudalismo, el capitalismo y el socialismo. El grado de combinación depende del excedente de productos sociales. Como afirmó Deng Xiaoping (邓小平): “No hay contradicción fundamental entre el socialismo y la economía de mercado. La cuestión es cómo desarrollar más eficazmente las fuerzas productivas”.1 Asimismo, afirmó: “Una economía planificada no es equivalente al socialismo porque también hay planificación en el capitalismo; una economía de mercado no es capitalismo porque también hay mercados en el socialismo. Tanto la planificación como las fuerzas del mercado son medios de control de la actividad económica”.2
En el desarrollo de una economía de mercado moderna, el capital emerge como el actor principal al poseer una naturaleza dual. Por un lado, actúa como la fuerza más eficiente para la asignación de recursos en la economía de mercado y por otro, puede manipular y monopolizar el mercado. Fernand Braudel, un destacado historiador francés y principal estudioso de la Escuela Historiográfica de los Annales, afirmaba que la economía de mercado no puede ser equiparada directamente al capitalismo. Según Braudel, la economía de mercado “es más bien un fragmento dentro de un vasto conjunto, desempeñando el papel de vínculo entre la producción y el consumo. Hasta el siglo XIX, era simplemente una capa, a veces gruesa y resistente, pero otras veces muy fina, que se situaba entre el océano de la vida cotidiana y el mecanismo capitalista, que en ocasiones la manipulaba desde arriba”.3
Contrariamente a la economía de mercado, Braudel señaló que el término perfecto para describir las actividades económicas que se desarrollan en la cumbre es el capitalismo. En consecuencia, el capitalismo a gran escala descansa sobre la doble capa subyacente compuesta por la vida material y la economía de mercado coherente, representando la zona de alta rentabilidad.4
En la actual economía de mercado global, dominada por el capitalismo moderno, persisten fuerzas internas que resisten a este sistema, generando demandas y movimientos en busca de igualdad económica y social. Estas fuerzas gravitan hacia el socialismo y abogan por él como respuesta a las desigualdades inherentes al capitalismo. Por ende, el socialismo se posiciona como una fuerza interna de la economía de mercado, un componente orgánico que se opone de manera natural al capitalismo.
En una economía de mercado moderna, además del capital, el gobierno se posiciona como un actor crucial, siendo un producto de la demanda de orden y normas en la sociedad de mercado. Su existencia no se percibe como una fuerza externa impuesta al mercado, sino como un requisito intrínseco para el funcionamiento eficiente de la economía de mercado. Incluso en una sociedad de mercado sin un gobierno central suelen surgir entidades cuasi gubernamentales como gremios y cámaras de comercio.
Además de su rol regulatorio y de gestión en la economía de mercado, el gobierno, especialmente en las fases iniciales de las economías de mercado en países en desarrollo, tiende a promover y desarrollar el mercado. Frecuentemente el gobierno se convierte en la fuerza impulsora detrás de la economía de mercado. Por lo tanto, es fundamentalmente incorrecto situar al gobierno y al mercado como entidades completamente opuestas y dicotómicas, mientras el liberalismo tiende a considerar al gobierno como un mal absoluto, el socialismo de estilo soviético equipara directamente a la economía de mercado con el capitalismo, ambos cometiendo errores de forma.
Una economía de mercado socialista se define porque su desarrollo está guiado por valores socialistas. Por un lado, este sistema económico emplea la regulación estratégica nacional, aprovechando plenamente el papel fundamental de la economía de mercado en la organización de la producción, el intercambio, la orientación del consumo y la distribución. También capitaliza de manera efectiva el papel rector del capital en el desarrollo de las fuerzas productivas avanzadas. Por otro lado, utiliza el sólido respaldo del capital estatal y la superestructura socialista para frenar y equilibrar la influencia del capital privado, contrarrestando la tendencia inherente de la economía de mercado a generar divisiones sociales y prevenir el control del capital sobre la vida económica y social.
La economía de mercado socialista representa la combinación inteligente de la economía de mercado moderna y el modo de producción socialista, optimizando el papel del gobierno y asegurando una armoniosa coexistencia de ambos elementos.
Mantener el carácter socialista de una economía de mercado socialista
El capitalismo construye una superestructura y una ideología compatibles con su modo de producción y su lógica de funcionamiento. En una economía socialista de mercado, esta lógica no cambia. El movimiento espontáneo de la economía de mercado y la búsqueda de beneficios por parte de las entidades de capital erosionan continuamente la superestructura y la ideología del socialismo. Pueden llevar al desequilibrio o incluso a la desintegración de la economía de mercado socialista, conduciendo a la sociedad hacia el capitalismo. En la era del capitalismo global, este desafío se intensifica para las economías de mercado socialistas dentro de las naciones soberanas. Entonces, ¿cómo ha logrado China mantener el carácter socialista y la dirección de su economía socialista de mercado?
En primer lugar, la clave radica en mantener el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh) y asegurar la permanencia de su naturaleza socialista. En este contexto, el PCCh ha maximizado el papel del capital en el desarrollo de las fuerzas productivas avanzadas y en el fomento del crecimiento sostenido de la riqueza social, mientras garantiza que el partido no sea influenciado ni manipulado por el capital. Actuando activamente para controlar el capital, el partido lo coloca al servicio de la mayoría de la población. El secretario general, Xi Jinping, ha enfatizado la relación esencial entre el liderazgo del partido y el socialismo, afirmando que “el liderazgo del Partido Comunista de China es el rasgo definitorio del socialismo con características chinas y la mayor fortaleza del sistema del socialismo con características chinas”.5
En segundo lugar, el funcionamiento estable de la economía de mercado socialista se atribuye al hecho de que China ha acumulado una cantidad significativa de activos estatales durante sus últimos setenta años de desarrollo, incluyendo empresas, instituciones financieras y tierras estatales. El control estatal de estos vastos activos estratégicos sirve como base para la gobernabilidad del PCCh y garantiza la independencia del Partido de las fuerzas capitalistas, permitiéndole gobernar en función de los intereses fundamentales del país y su población.
En las condiciones de una economía socialista de mercado, tanto las empresas estatales como el capital estatal deben operar y competir según las leyes de la economía de mercado. La lógica del mercado y del capital penetran profundamente en el comportamiento cotidiano no sólo de las empresas privadas, sino también de las empresas estatales. Por lo tanto, es crucial garantizar que los gestores de estos enormes activos estatales no se conviertan en agentes de la burguesía, evitando que transformen los activos estatales en activos privados o establezcan un control interno que favorezcan los intereses burgueses. Para mantener el carácter socialista de la economía de mercado, el PCCh debe asegurar tanto la eficacia operativa como la continuidad de la propiedad estatal de estos activos.
En tercer lugar, la superestructura y la ideología socialistas deben permanecer bajo el firme control del Partido. Sectores como la educación, la industria editorial y los medios de comunicación, donde la búsqueda de beneficios debe estar subordinada a los beneficios sociales, son cruciales. La lógica de la economía de mercado no debe dominar estos sectores y la dirección del Partido debe integrarse en sus operaciones diarias. Si el socialismo no proporciona el liderazgo ideológico y cultural, el capitalismo inevitablemente lo hará.
En cuarto lugar, en las condiciones de la economía de mercado, el PCCh ha dirigido el desarrollo de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales. El crecimiento de estas fuerzas sociales es inevitable en una economía de mercado. Dado el efecto de diferenciación de la economía de mercado, surgen demandas de diferentes grupos de interés para abordar cuestiones como la desigualdad de la riqueza, la degradación medioambiental y otros problemas generados por el capital privado. Considerando la fuerte tradición histórica de China de “feudalismo burocrático”, , el desarrollo y la construcción de estas fuerzas sociales pueden ayudar a superar el exceso de burocracia y el formalismo en los departamentos gubernamentales. Por lo tanto, el partido ha dirigido el desarrollo de estas fuerzas sociales y las ha alentado a organizarse, promoviendo así el desarrollo estable y a largo plazo de la economía socialista de mercado.
Promover la tercera ola del socialismo
En un momento en que el sistema mundial capitalista contemporáneo afronta crisis monumentales, se vislumbra la oportunidad de una nueva ola global de socialismo. El socialismo con características chinas emerge como un elemento crucial para iniciar esta ola. Con el ascenso continuo de China hacia el estatus de potencia mundial líder, su modelo de desarrollo se presenta como una alternativa viable en términos de producción y estilo de vida, lo que fomenta la gestación de un sistema socialista global y un conjunto de valores cada vez más aceptados por los pueblos del mundo.
Durante este período de transición histórica, el socialismo con características chinas también se enfrenta a desafíos y peligros. Tras la crisis financiera de 2008, y especialmente tras la irrupción de la pandemia de COVID-19, los puntos fuertes del modelo socialista chino se han vuelto cada vez más evidentes. En la escena internacional, China ha convertido estas crisis en oportunidades, elevando su desarrollo en niveles más altos y mejorando su sistema y capacidad de gobernanza. Este marcado contraste con los países occidentales ha alertado fundamentalmente la narrativa del capitalismo occidental, teniendo un impacto significativo más allá de las consideraciones militares y las tasas de crecimiento económico.
En respuesta a estos éxitos, diversas fuerzas dentro del capitalismo internacional están movilizándose contra China. Las fuerzas políticas, liberales, nacionalistas y populistas lanzan continuos ataques y difamaciones. Incluso sectores internacionales de la izquierda critican enérgicamente a China en temas relacionados con la democracia, los derechos humanos y la protección del medio ambiente, llegando a cuestionar su autenticidad como país socialista. Desde la llegada de la administración de Joe Biden al poder en Estados Unidos, se ha intensificado la formación de una “santa alianza” burguesa dirigida por Estados Unidos bajo el pretexto de contener a China.
La emergente tercera ola del socialismo, sin duda enfrentará una noche oscura y experimentará una agitación y caos aún más intensos dentro del sistema mundial capitalista. Ante estos desafíos, los socialistas chinos deben estar preparados para hacer frente a los embates y preservar su visión a largo plazo.
Notas
1 Deng Xiaoping, “There Is No Fundamental Contradiction between Socialism and a Market Economy” [No existe una contradicción fundamental entre el socialismo y la economía de mercado], 23 de octubre de 1985, en Selected Works of Deng Xiaoping, vol. 5, 1982–1992 [Obras Escogidas de Deng Xiaoping, vol. 5, 1982-1992] (Pekín: Foreign Languages Press, 1994), 150, https://en.theorychina.org.cn/llzgyw/WorksofLeaders_984/deng-xiaoping-/.
2 Deng Xiaoping, “Excerpts from Talks Given in Wuchang, Shenzhen, Zhuhai, and Shanghai” [Extractos de las conferencias pronunciadas en Wuchang, Shenzhen, Zhuhai y Shanghai], 18 de enero-21 de febrero de 1992, en Selected Works of Deng Xiaoping, vol. 5, 1982–1992 [Obras escogidas de Deng Xiaoping, vol. 5, 1982-1992] (Pekín: Foreign Languages Press, 1994), 361, https://en.theorychina.org.cn/llzgyw/WorksofLeaders_984/deng-xiaoping-/.
3 Fernand Braudel, Afterthoughts on Material Civilisation and Capitalism [Reflexiones sobre la civilización material y el capitalismo], trad. Patricia N. Ranum (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1977), 41.
4 Braudel, Afterthoughts on Material Civilisation and Capitalism [Reflexiones sobre la civilización material y el capitalismo], 112-113.
5 Véase “Texto íntegro: Resolución del Comité Central del PCCh sobre los importantes éxitos y las experiencias históricas del Partido en su centenaria lucha”, Xinhua Español, 16 de noviembre de 2021, http://spanish.news.cn/2021-11/16/c_1310314755.htm.
Bibliografía
Braudel, Fernand. Afterthoughts on Material Civilisation and Capitalism [Reflexiones sobre la civilización material y el capitalismo]. Traducción de Patricia N. Ranum. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1977.
Deng Xiaoping. “Excerpts from Talks Given in Wuchang, Shenzhen, Zhuhai, and Shanghai” [Extractos de las conferencias pronunciadas en Wuchang, Shenzhen, Zhuhai y Shanghai], 18 de enero-21 de febrero de 1992. En Selected Works of Deng Xiaoping, vol. 5, 1982–1992 [Obras Escogidas de Deng Xiaoping, vol. 5, 1982-1992], 358-370. Pekín: Foreign Languages Press, 1994. https://en.theorychina.org.cn/llzgyw/WorksofLeaders_984/deng-xiaoping-/.
Deng Xiaoping. “There Is No Fundamental Contradiction between Socialism and a Market Economy” [No existe una contradicción fundamental entre el socialismo y la economía de mercado], 23 de octubre de 1985. En Selected Works of Deng Xiaoping, vol. 5, 1982–1992 [Obras Escogidas de Deng Xiaoping, vol. 5, 1982-1992], 151-153. Pekín: Foreign Languages Press, 1994. https://en.theorychina.org.cn/llzgyw/WorksofLeaders_984/deng-xiaoping-/.
“Texto íntegro: Resolución del Comité Central del PCCh sobre los importantes éxitos y las experiencias históricas del Partido en su centenaria lucha”. Xinhua Español, 16 de noviembre de 2021. http://spanish.news.cn/2021-11/16/c_1310314755.htm.