Tings Chak, Vale a pena? (2019).

Estimados amigos y amigas

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

En Brasil, los cuerpos de trescientas personas inocentes se han enfriado, ahogados en los trece millones de metros cúbicos de lodo con mineral de hierro que salieron de una represa de relaves en una mina propiedad de Vale, una de las mayores empresas mineras del mundo. Con indignación se recibió la noticia desde Brumadinho, al norte de Río de Janeiro.

Uno de los poetas brasileños más celebrados, Carlos Drummond de Andrade (1902-1987), escribió Lira Itabirana. Podría haber sido escrita ayer.

I

¿El río? Es dulce.

¿La Vale? Amarga.

Ahí, antes fuese.

Más leve la carga.

 

II

Entre estatales

y multinacionales,

¡cuántos males!

 

III

La deuda interna.

La deuda externa

La deuda eterna.

 

IV

¿Cuántas toneladas exportamos

de hierro?

¿Cuántas lágrimas ocultamos

sin yerro?

Ennio Calabria, Mineros de carbón atrapados, 1957.

La tragedia de Brumadinho obligó al gobierno a actuar, pero como hacen todos los gobiernos de este tipo, arrestaron a los gerentes del nivel inferior. El brazo largo de la ley se acorta cuando se trata de delitos corporativos. Vale (con un valor en el mercado bursátil de 77.400 millones de dólares) permanecerá intacta. Pagarán unas pocas multas, pero seguramente las compañías de seguros darán cuenta de ello. Aún no hay confirmación sobre si el lodo con mineral de hierro es tóxico.

Hace tres años, otra presa estalló en otra mina administrada conjuntamente por Vale y la gigante australiana de minería BHP Billiton en la ciudad de Mariana (Brasil). Entonces, las compañías dijeron que el lodo no era tóxico y comenzó el mismo baile sobre la compensación y las nuevas regulaciones. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos emitió una importante –y muy descuidada–declaración sobre el desastre de Mariana. El Relator Especial de la ONU sobre derechos humanos y medio ambiente, John Knox y el Relator Especial sobre derechos humanos y gestión y eliminación ecológicamente racionales de sustancias y desechos peligrosos, Baskut Tuncak escribieron: «las medidas adoptadas por el gobierno brasileño, Vale y BHP Billiton para prevenir daños fueron claramente insuficientes. El gobierno y las compañías deberían hacer todo lo que está a su alcance para evitar más daños, incluida la exposición [de los mineros y las personas residentes en la zona] a metales pesados y otros productos químicos tóxicos». La rotura de la presa en 2015 liberó 50 millones de toneladas de relaves de mineral de hierro, lo suficiente como para llenar 20.000 piscinas olímpicas. Nada se hizo en ese momento y no se hará nada ahora.

Hay demasiado dinero por ganar en las industrias extractivas, se pagan regalías miserables para destruir el paisaje y se obtienen fabulosos beneficios extrayendo las riquezas de la tierra. Las empresas que dominan este sector –desde Glencore hasta Barrick­­– tienen su sede en Australia, Canadá, China, Gran Bretaña, Argentina y Brasil. La más grande, Glencore, tiene su sede en Suiza. Sus ingresos anuales ascienden a cientos de miles de millones, sus ejecutivos viven vidas lujosas, sus jefes de gobierno los protegen de la vergüenza de su profesión.

Protesta de la Asociación Akali Tange en Porgera, Papúa Nueva Guinea, septiembre de 2017

Canadá alberga la mitad de las empresas mineras del mundo, que han llamado la atención de las Naciones Unidas por sus abusos contra los derechos humanos y el medio ambiente. Lo que ONU señaló es el comportamiento de empresas canadienses comoBarrick Gold (que ha tenido problemas con sus propias fuerzas de seguridad privadas en las tierras altas de Porgera en Papúa Nueva Guinea), Goldcorp (acusada de contaminar acuíferos en Zacatecas, México) y Hudbay Mineral (acusada de ser parte de desalojos violentos durante los cuales mujeres fueron abusadas sexualmente en Lote Ocho, Guatemala). Es fácil esconderse detrás de la encantadora sonrisa de Justin Trudeau en lugar de establecer un organismo independiente para investigar los abusos contra los derechos humanos cometidos por las 1.500 empresas mineras canadienses que operan 8.000 emplazamientos en más de un centenar de países. McDiyan Robert Yapari un líder de la Asociación Akali Tange en Porgera (Papúa New Guinea) nos escribe que Barrick Gold y su socia (Zijin Mining of China) tienen alrededor de 940 denuncias por abusos de derechos humanos contra ellos. Los pedidos de investigación de la Asociación han caído en oídos sordos, dice. En el Instituto Tricontinental de Investigación Social estamos produciendo unos Apuntes sobre las empresas mineras de Canadá y su impacto en el mundo. Por el momento, si quieren conocer más detalles, pueden visitar el sitio web de nuestros amigos Mining Watch (Canadá).

En su notable obra La situación de la clase obrera en Inglaterra (1844), Friedrich Engels escribió «La mina de carbón es el escenario de una multitud de las mas aterradoras calamidades, y estas provienen directamente del egoísmo de la burguesía». Lo que ocurrió en Brumadinho, como nuestra oficina en São Paulo del Instituto Tricontinental de Investigación Social escribió en un excelente informe, no es un accidente, sino un crimen. También lo son los otros crímenes mineros, desde Soma (Turquía) hasta Copiapó (Chile). Las principales empresas mineras se preocupan muy poco por la vida y el sustento de los mineros y de la población que habita en la vecindad de las minas. Estas áreas son las zonas sacrificiales del planeta, como escribo en mi informe esta semana. Las grandes corporaciones han declarado una guerra contra el planeta, su maquinaria cavando cada vez más profundo para hacer montañas de ganancias para unos pocos, mientras millones de personas mueren de hambre y desconcierto. Las personas que viven en estas zonas sacrificiales son tratadas como desechables, sin valor alguno.

Los crímenes mineros son incesantes. Parece que suceden todos los días. Algunos son más espectaculares que otros. Es difícil olvidar los 33 mineros que estuvieron durante 69 días a 700 metros bajo tierra en la mina de Copiapó, propiedad de la Compañía Minera San Esteban en 2010. Cuando los hombres salieron de la mina –tras una milagrosa operación de rescate– le dijeron al periodista Héctor Tobar: «La mina está llorando mucho». La mina llora y también los mineros. Mientras tanto, las compañías mineras y sus socios en los gobiernos cargan sus armas y abren fuego. La atrocidad en Marikana (Sudáfrica) donde 34 mineros en la mina de platino de Lonmin fueron asesinados a tiros por la policía es una llaga abierta. El director de Lonmin en ese momento era el actual Presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa. Para un buen relato sobre la masacre de Marikana y la comunidad que la vivió, por favor lean el trabajo de Niren Tolsi y miren las fotografías de Paul Botes.

La imagen de arriba es de Mgcineni Noki (a los 30 años), conocido por su familia y amigos como Mambush. Era un operador de perforadoras en la mina y participó en la huelga de 2012. El 16 de agosto. Mambush tomó el megáfono y levantó la moral de sus compañeros de huelga. «Estamos cansados de estar cautivos», dijo. «Vamos a decidir quien se queda aquí, dijo, si la policía o nosotros». Estaba desarmado, al igual que sus compañeros. Lo mataron poco después de decir: «No corran. No hemos hecho nada malo».

Donald Trump en Fox News, 2011.

Las minas y los mineros lloran por la insensibilidad de nuestro sistema y sus administradores. Arriba, Donald Trump le dice a Fox News en 2011: «Estoy interesado en Libia si tomamos el petróleo, si no nos llevamos el petróleo, no me interesa». Dos años después, Trump tuiteó esto:

Donald Trump, tweet, 23 de enero de 2013.

Ahora, el Asesor Nacional de Seguridad de Trump, John Bolton, le dice a Fox News, sin ninguna vergüenza, que la campaña de cambio de régimen de EE. UU. contra Venezuela es …. bueno, por el petróleo.

John Bolton en Fox Business Network, enero 2019.

«Estamos considerando los activos petroleros. Esa es la fuente de ingresos más importante para el gobierno de Venezuela», dijo. «Estamos mirando que hacer con eso»

Las guerras por recursos son precisamente el tema de la conversación que tuve con el periodista Jeremy Scahill en su podcast Intercepted esta semana. Pueden escuchar el programa aquí.

El dinero quiere perforar la tierra, tomar los recursos y hacer más dinero con ellos. Nada más importa, ni el bienestar de los seres humanos y la naturaleza, ni ninguna adhesión a la verdad. Hombres como Trump, Bolton y Fabio Schvartsman de Vale deletrean ‘democracia’ a su manera creativa: GANANCIA.

Presidente de Ghana Nana Akufo-Addo en el African Mining Indaba summit, febrero de 2019.

Hace unos pocos días, el presidente de Ghana, Nana Afuko-Addo, habló en la cumbre sobre minería africana de Indaba en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). «Muchos tronos y coronas extranjeros están adornados con gemas extraídas de nuestras tierras», dijo, «no siempre por medios simples». Los lugares de donde se roban estas materias primas, dijo el presidente del segundo mayor productor de oro de África después de Sudáfrica, «parecen los lugares más desfavorecidos de la tierra». «Creo que hemos alcanzado la mayoría de edad», dijo. «No deberíamos tener que dar incentivos tributarios ni regalías excepcionales». «Y las compañías mineras no deberían esperar obtener ganancias extraordinarias en nuestro continente». Pero lo hacen, y seguirán haciéndolo mientras los pueblos en estos Estados, desde Zambia hasta Brasil, estén debilitados.

Deblina Hembram en un mitín comunista en Calcuta, 3 de febrero 2019.

El punto es fortalecer el poder popular.

Un millón de comunistas se reunieron en una Brigada Popular en Calcuta (India), enviando una señal de que la izquierda estaría en las calles para derrocar al gobierno del Primer Ministro Narendra Modi y para luchar por una alternativa (para más información sobre las elecciones en India, miren nuestro Dossier No 12). En el mitin, una ex ministra del Frente de izquierda y líder del Partido Comunista de India-Marxista, Deblina Hembram, dio un discurso inspirador. Viene de una comunidad Adivasi [indígena], personas que viven en las zonas sacrificiales del mundo. «Nosotros los Adivasi vivimos en el regazo de la naturaleza», dijo. «La danza nos viene de forma natural. No necesitamos ayuda con eso. Necesitamos educación, reconocimiento y prestigio para nuestra lengua. Necesitamos escuelas, colegios y vivienda.» Necesitamos, dijo ella, vivir en el mundo, no ser tratados con condescendencia por el mundo, sino que no saqueen nuestras tierras ni nos roben nuestros recursos.

Para no ser arrastrados por el lodo, olvidados y descartados.

Cordialmente,

Vijay

P.D.: por favor visiten el sitio web del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Allí podrán encontrar nuestros boletines anteriores, nuestros dossiers, nuestros cuadernos, todo nuestro material descargable (disponible en español, inglés, portugués y francés).