Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Los dilemas de la humanidad abundan. Apenas hace falta echar una mirada a los datos estadísticos para saber que estamos inmersos en una espiral de crisis, desde la crisis medioambiental y climática hasta las crisis de la pobreza y el hambre. En 1993, los filósofos Edgar Morin y Anne-Brigitte Kern utilizaron el término “policrisis” en su libro Terre-Patrie (‘Tierra Patria’). Morin y Kern sostenían que “no existe un único problema vital, sino muchos problemas vitales, y es esta compleja intersolidaridad de problemas, antagonismos, crisis, procesos incontrolados y la crisis general del planeta la que sigue siendo el problema vital número uno”. Esta idea —de que el problema no es una secuencia de crisis, sino más bien de crisis que se envuelven unas a otras y profundizan mutuamente su impacto en el planeta— se volvió a popularizar en 2016 cuando fue mencionada en un discurso del entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Las distintas crisis del mundo “se alimentan mutuamente, creando una sensación de duda e incertidumbre en la mente de nuestros ciudadanos”, dijo. Este sentimiento de la enormidad de la secuencia de crisis (medioambiental, económica, social y política) se recoge en la expresión “policrisis”: una crisis singular compuesta de muchas crisis.
Por supuesto, desde un punto de vista marxista, el término “policrisis” tiene sus ambigüedades, ya que sugiere que estas múltiples crisis son discordantes en lugar de estar arraigadas, en última instancia, en los fallos del sistema capitalista para abordarlas tanto secuencialmente como en su totalidad. Por ejemplo, desde la Cumbre de la Tierra celebrada en Río en 1992, ha habido varias propuestas perfectamente claras para hacer frente a la crisis medioambiental, incluida la devastación de la selva tropical del Amazonas, pero ninguna de ellas se ha llevado a la práctica debido al dominio de la propiedad privada capitalista sobre importantes recursos planetarios y sobre la arquitectura de las políticas públicas tanto a escala mundial como en los diversos Estados que tienen intereses en la Amazonía.
La observación de Juncker de que la policrisis crea “duda e incertidumbre” es a la vez correcta y poco sincera: aunque este análisis reconoce la sensación de duda que invade el planeta, no ofrece nada que se parezca a una explicación de la aparición de la policrisis y, por tanto, deja a miles de millones de personas sin un análisis de lo que está causando estas múltiples crisis y de cómo podemos trabajar en conjunto para salir de ellas. En aquel discurso de 2016, Juncker, desde la perspectiva de la derecha cristiana europea, dijo que la nueva propuesta de la Unión Europea para Europa, pero no para el globo, consistía en movilizar la inversión para construir infraestructura y mejorar las condiciones generales de la vida cotidiana en lugar de crear un “mundo de austeridad ciega y estúpida con el que muchos siguen fantaseando”. Pero no surgió tal proyecto. “Europa se está recuperando”, dijo entonces. Pero ahora, como Peter Mertens —secretario general del Partido de los Trabajadores de Bélgica— me dijo a principios de este año, “el consenso neoliberal” sigue asfixiando a Europa y ha sumido al continente en una desesperación provocada por la inflación que —por ahora— favorece a la derecha dura.
Uno de los elementos de la policrisis es la agudización de los problemas de desigualdad de género y violencia contra las mujeres. Un nuevo informe de ONU Mujeres, Progress on the Sustainable Development Goals: The Gender Snapshot 2023 [Avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible: La situación desde una perspectiva de género 2023], arroja cifras muy preocupantes. Si se observan las tendencias actuales, el informe prevé que para 2030, 342,4 millones de mujeres y niñas —un 8% de la población femenina mundial— vivirán en la pobreza extrema y cerca de una de cada cuatro sufrirá inseguridad alimentaria moderada o grave. Al ritmo actual, el estudio estima que 110 millones de niñas y mujeres jóvenes estarán sin escolarizar. Resulta llamativo que, a pesar de años de lucha por igual salario por igual trabajo —algo que, por cierto, estableció la Unión Soviética en su decreto de junio de 1920 sobre salarios—, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo “persistentemente alta”. Como señala el informe, “por cada dólar que ganan los hombres en ingresos laborales a nivel mundial, las mujeres solo ganan 51 centavos. Solo el 61,4% de las mujeres en edad de trabajar están empleadas, frente al 90% de los hombres en edad de trabajar”. ONU Mujeres, que centró su informe 2023 en las mujeres de 65 años o más, muestra que en 28 de los 116 países que presentaron datos, menos de la mitad de las mujeres mayores tienen una pensión. Esto es verdaderamente desolador. Y todas las líneas de tendencia van a la baja.
En agosto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y ONU Mujeres celebraron en Nepal un seminario sobre el tema del empleo decente para las mujeres en la economía de los cuidados. Al igual que ocurre con las mujeres de muchas partes del mundo, las nepalíes realizan el 85% del trabajo diario de cuidados no remunerado, al que dedican en conjunto 29 millones de horas al día, frente a los cinco millones de horas que dedican los hombres. Las cifras de la OIT nos muestran que “a nivel mundial, las mujeres realizan el 76,2 por ciento de [las] horas totales de trabajo de cuidados no remunerado”. En Nepal, casi el 40% de las mujeres afirmaron que no podían buscar empleo por falta de alternativas a su trabajo de cuidados no remunerado, como las guarderías públicas, según datos del Gobierno.
Por supuesto, la razón de la brecha salarial de género y de la brecha en el trabajo de cuidados no remunerado es el dominio permanente del patriarcado, al que hay que hacer frente mediante una lucha concertada. En este sentido, podemos aprender de los cambios institucionales llevados a cabo en los Estados socialistas, que utilizan parte de su riqueza social para construir estructuras que socialicen el trabajo de cuidados, como las guarderías de barrio, los programas extraescolares y los centros sociales de atención a las personas mayores. Las guarderías no solo absorben parte del trabajo de cuidados no remunerado en el hogar, sino que también proporcionan a las niñeces las habilidades sociales y educativas necesarias para sus años posteriores. A principios de este año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reclamó mayores planes de seguridad social que incluyeran guarderías. Décadas de recortes neoliberales de austeridad han destruido cualquier protección social básica que existiera en los Estados capitalistas, mientras que las afirmaciones de la derecha de estar “a favor de la familia” han significado simplemente aumentar la presión sobre las mujeres para que se queden en casa y se ocupen del trabajo de cuidados no remunerado. En la raíz de las consternadoras cifras no solo está el patriarcado, sino lo que muchos de los elementos de la policrisis tienen en común: que el sistema social del capitalismo está dirigido por la clase que controla la propiedad de forma privada y que se niega a permitir que la riqueza social emancipe a la humanidad.
Durante la Guerra Popular (1996-2006) en Nepal, Nibha Shah, una joven de familia aristocrática, se unió a los maoístas en la selva. Allí, luchando por la justicia en su país, escribió una serie de poemas, entre ellos uno, en 2005, sobre la tenacidad de los pájaros. Es un poema que nos enseña que no basta con albergar esperanzas para construir un futuro mejor; debemos estar seguros y seguras de que superaremos esta policrisis, este desastre del capitalismo, mediante una lucha audaz.
La gente sólo vio el árbol caer.
¿Quién vio caer el nido de la pajarita?
¡Pobrecita!
Un hogar que construyó ramita a ramita.
¿Quién vio las lágrimas en sus ojos?
Aunque vieran sus lágrimas, ¿quién entendía su dolor?
La pajarita no se rindió,
no dejó de albergar esperanzas,
no dejó de volar.
Más bien, abandonó su antiguo hogar
para crear uno nuevo, recogiendo otra vez
una ramita, otra ramita.
Está construyendo su nido en una secuoya.
Está protegiendo sus huevos.
La pajarita no sabía cómo perder.
Extiende su vuelo hacia nuevos cielos.
Extiende su vuelo hacia nuevos cielos.
Cordialmente,
Vijay