Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
El 20 de marzo de 2023, el presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, mantuvieron una conversación privada de más de cuatro horas. Según declaraciones oficiales tras la reunión, los dos líderes hablaron de la creciente asociación económica y estratégica entre China y Rusia —incluida la construcción del oleoducto Power of Siberia 2— y de la iniciativa de paz china para la guerra de Ucrania. Putin declaró que “muchas de las disposiciones del plan de paz presentado por China están en consonancia con los planteamientos rusos y pueden tomarse como base para un acuerdo pacífico cuando Occidente y Kiev estén preparados para ello”.
Estos pasos hacia la paz no han recibido una cálida acogida en Washington. Antes de la visita de Xi a Moscú, John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, declaró que cualquier “llamamiento al alto el fuego” en Ucrania por parte de China y Rusia sería “inaceptable”. A medida que se iban conociendo los detalles de la reunión, funcionarios estadounidenses habrían expresado su temor a que el mundo acogiera favorablemente los esfuerzos de China y Rusia por lograr una resolución pacífica y poner fin a la guerra. De hecho, las potencias atlánticas están redoblando sus esfuerzos para prolongar el conflicto.
El día de la reunión entre Xi y Putin, la delegada de Estado en el Ministerio de Defensa del Reino Unido, la baronesa Annabel Goldie, declaró ante la Cámara de los Lores que “además de conceder un escuadrón de carros de combate Challenger 2 a Ucrania, proporcionaremos munición, incluidas balas perforantes que contienen uranio empobrecido”. Las declaraciones de Goldie se produjeron en el vigésimo aniversario de la invasión de Irak por Estados Unidos y el Reino Unido, en la que Occidente utilizó uranio empobrecido contra la población iraquí con efectos nefastos. En referencia al suministro de uranio empobrecido por parte del Reino Unido a las fuerzas ucranianas, Putin afirmó que “parece que Occidente ha decidido realmente combatir a Rusia hasta el último ucraniano, ya no con palabras, sino con hechos”. En respuesta, Putin dijo que Rusia desplegaría armas nucleares tácticas en Bielorrusia.
Dentro de China, la visita de Xi a Rusia fue ampliamente debatida con un sentimiento general de orgullo por el hecho de que el gobierno chino esté asumiendo el liderazgo tanto para bloquear las ambiciones de Occidente como para buscar la paz en el conflicto. Estos debates, reflejados en diarios y en plataformas de medios sociales como WeChat, Douyin, Weibo, LittleRedBook, Bilibili y Zhihu, resaltaron cómo China, un país en vías de desarrollo, ha sido capaz, no obstante, de superar sus limitaciones y asumir una posición de liderazgo en el mundo.
Estos debates dentro de China son en gran medida inaccesibles para las personas de fuera del país por al menos tres razones: en primer lugar, se realizan en chino y no suelen traducirse a otros idiomas; en segundo lugar, tienen lugar en plataformas de medios sociales que, además de estar en chino, no son utilizadas por personas de fuera de la comunidad de habla china; y en tercer lugar, la creciente sinofobia, derivada de una larga historia colonial de pensamiento y exacerbada por la Nueva Guerra Fría, ha profundizado el desprecio por los debates en China que no adoptan la visión occidental del mundo. Por estas y otras razones, existe una verdadera falta de conocimiento sobre la diversidad de opiniones en China acerca de los cambios en el orden mundial y el papel del país en estos cambios.
Dentro de China, existe una rica tradición de debate intelectual que se desarrolla en revistas inspiradas de un modo u otro en Xīn Qīngnián, o Nueva Juventud, de Chen Duxiu, publicada por primera vez en 1915. En el primer número de esa revista, Chen (1879-1942), que fue miembro fundador del Partido Comunista de China, publicó una carta a la juventud que incluía una lista de exhortaciones que parece haber establecido los términos de la agenda intelectual de los cien años siguientes:
Ser independiente y no esclavizado (自主的而非奴隶的)
Ser progresista y no conservador (进步的而非保守的)
Estar en primera línea y no quedarse atrás (进取的而非退隐的)
Ser internacionalista y no aislacionista (世界的而非锁国的)
Ser práctico y no retórico (实利的而非虚文的)
Ser científico y no supersticioso (科学的而非想象的)
La experiencia de Nueva Juventud puso en marcha una revista tras otra, cada una con un programa para construir teorías más adecuadas sobre los acontecimientos en China que pretenden establecer la soberanía del país y sacarlo del llamado “siglo de la humillación” (百年屈辱), un periodo que se caracterizó por la intervención imperialista occidental y japonesa.En 2008, varios intelectuales destacados del país fundaron una nueva revista, Wenhua Zongheng (文化纵横), que se ha convertido cada vez más en una plataforma para debatir lo que Xi denominó el “gran rejuvenecimiento de la nación china” (中华民族伟大复兴). La revista bimensual cuenta con las voces más destacadas del país, que ofrecen diversas perspectivas sobre temas importantes de la actualidad, como el estado del mundo posterior al COVID-19 y la importancia de la revitalización rural.
El año pasado, el Instituto Tricontinental de Investigación Social y Dongsheng entablaron una conversación con los editores de Wenhua Zongheng que desembocó en la producción de una edición internacional trimestral de la revista. Gracias a esta colaboración, algunos ensayos de las ediciones chinas de la revista se traducen al inglés, portugués y español, y en la edición china aparece una columna adicional que pone en diálogo con China voces de África, Asia y América Latina. Nos enorgullece anunciar que el primer número de esta edición internacional (vol. 1, nº 1) ha salido esta semana, con el tema «En el umbral de un nuevo orden internacional».
Este número incluye tres ensayos de destacados académicos chinos: Yang Ping (editor de Wenhua Zongheng), Yao Zhongqiu (profesor de la Escuela de Estudios Internacionales y decano del Centro de Estudios Políticos Históricos de la Universidad Renmin de China) y Cheng Yawen (decano del Departamento de Ciencias Políticas de la Escuela de Relaciones Internacionales y Asuntos Públicos de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai), así como mi breve editorial. Tanto los profesores Yao como Cheng analizan los cambios en el actual orden internacional, principalmente el declive de la unipolaridad estadounidense y la aparición del regionalismo. La contribución del profesor Yao, que se remonta a la dinastía Ming (1388-1644), considera que los cambios que se están produciendo en la actualidad no son necesariamente la creación de un nuevo orden, sino el retorno de un sistema mundial más equilibrado a medida que China “reaviva” su lugar en el mundo y que las ambiciones de EE. UU. encuentran sus límites en la emergencia de países clave en los países en desarrollo, entre ellos China, India y Brasil.
Los tres ensayos se centran en la importancia del papel de China en el mundo en desarrollo, tanto en términos económicos (a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, BRI por sus siglas en inglés, de diez años de duración) como en términos políticos (a través del intento de China de reiniciar un proceso de paz en Ucrania). El editor Yang Ping se muestra firme en su opinión de que “el destino histórico de China es estar con el Tercer Mundo”, tanto porque China sigue siendo un país en desarrollo —a pesar de sus grandes avances—, como porque la insistencia de China en el multilateralismo, como sostiene el profesor Cheng, significa que no pretende desplazar a EE.UU. y convertirse en una nueva hegemonía mundial. Yang concluye su exposición con tres consideraciones. En primer lugar, que China no debe guiarse únicamente por intereses comerciales, sino que debe «priorizar lo necesario para garantizar la supervivencia estratégica y el desarrollo nacional». En segundo lugar, que China debe intervenir en los debates sobre el nuevo sistema internacional introduciendo los principios de la BRI de «consulta, contribución y beneficios compartidos», que incluyen la búsqueda de la ampliación de la zona de paz frente a los hábitos de guerra. En tercer lugar, que China debe fomentar la creación de un mecanismo institucional más allá de la cooperación económica —como una “Internacional del Desarrollo”— para promover la auténtica soberanía de las naciones, la dignidad de los pueblos enfrentados a la trampa de la deuda y la austeridad del Fondo Monetario Internacional, y un nuevo internacionalismo.
Las perspectivas de Yang, Yao y Chen son una lectura esencial como parte de una importante iniciativa para el diálogo mundial. Esperamos sus comentarios sobre la primera edición internacional de Wenhua Zongheng, mientras seguimos trabajando en la segunda, que se centrará en el camino de China hacia la modernización.
Mientras Estados Unidos presiona para que se produzca un conflicto entre grandes potencias en Asia-Pacífico, es esencial desarrollar líneas de comunicación y tender puentes hacia el entendimiento mutuo entre China, Occidente y el mundo en desarrollo. Como escribí en las palabras finales de mi editorial, “en lugar de la división global que persigue la Nueva Guerra Fría, nuestra misión es aprender unos de otros para ir hacia un mundo de colaboración en lugar de confrontación”.
Cordialmente,
Vijay