En China, la historia de la industrialización ha sido y sigue siendo inseparable de la construcción del socialismo. El inicio de la reforma y la apertura en 1978 volvió a introducir el capital privado y las fuerzas del mercado en el país, e integró a China en el sistema económico internacional. Desde entonces, China ha logrado increíbles avances económicos y ha sido responsable de más del 70% de la reducción mundial de la pobreza. ¿Cómo debemos entender este notable logro y a qué procesos y actores debemos reconocer el mérito?

Los debates sobre el socialismo y sus posibles formas futuras deben situarlo en el contexto de los procesos históricos existentes y de la producción industrializada en masa, y analizar la compleja interacción entre el ideal de igualdad y las realidades materiales de producción. El proyecto socialista de China ha pasado por dos fases, bajo Mao Zedong y Deng Xiaoping. Hoy en día, debe construir un «Socialismo 3.0» que se base en las épocas anteriores y aborde sus deficiencias, promoviendo los intereses de la clase trabajadora y combatiendo la desigualdad.

El fin de una era de revolución radical no significa que la revolución pase al olvido. A medida que la globalización sigue expandiéndose, los países gobernados por partidos revolucionarios se enfrentan al reto de completar misiones revolucionarias inacabadas. Desde 2012, el Partido Comunista de China ha elevado el alivio de la pobreza a una tarea central para todo el partido y la sociedad, como parte de sus esfuerzos por revitalizar la práctica y el simbolismo revolucionarios en la era posrevolucionaria.

A diferencia de los esfuerzos convencionales del gobierno chino para mitigar la pobreza, el programa de reducción selectiva de la pobreza demostró las características distintivas de la gobernanza de campaña. Desde el gobierno central hasta los locales, se movilizaron grandes cantidades de recursos humanos y materiales y se tomaron medidas excepcionales. Debido al éxito de la reducción selectiva de la pobreza a la hora de abordar las deficiencias de la gobernanza rural y alcanzar sus objetivos, la campaña tiene potencial para efectuar cambios a largo plazo mediante la institucionalización de sus prácticas y metodologías.