Ejercicios militares en el Caribe mexicano
Ana Esther Ceceña y David Barrios
(N. de E.) La política desplegada por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos hacia el continente es un tema clave para los análisis que hacemos desde el Observatorio de América Latina y el Caribe (OBSAL), que impulsan las oficinas Argentina y Brasil del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Por esta razón, recibimos con gusto esta contribución de Ana Esther Ceceña y David Barrios, que aborda la militarización en México y en el Caribe y en ese marco, los ejercicios militares multinacionales que se realizarán en mayo de 2022.
Importancia estratégica de los mares
Las rutas de la droga han modificado la relevancia de los territorios, particularmente de los marinos, que son los que permiten mayor encubrimiento. El aumento en el consumo de cocaína diversificó los caminos de suministro, que transitaron desde la década de 1980 por distintas vías hasta abarcar en la actualidad todas las posibilidades geográficas. El gigantesco negocio, saldado con fortísimos procesos de violencia en toda la región, ahora privilegia el uso del Pacífico, en parte por su amplitud y en parte por tener una menor vigilancia pero sin desestimar alternativas, de conformidad con los destinos que se quiere alcanzar. La ruta del Pacífico mexicano es la que más se ha diversificado con la incorporación de drogas de diseño y es la que en la actualidad cuenta con las organizaciones de la economía criminal de mayor tamaño y consolidación: el Cartel de Sinaloa y El Cartel de Jalisco Nueva Generación (Ceceña, Barrios y Ramírez, 2021). Sin embargo, las rutas del Corredor del Caribe y el Vector Caribe Oeste tienen mucha relevancia e involucran a la región Sureste de México, tanto para el abastecimiento del mercado interno (en especial de la zona más turística de Quintana Roo) como para los entronques de rutas que se dan de diversas maneras para colocar la cocaína en el mercado de Estados Unidos.
Mapa 1. Rutas de movilización de cocaína hacia México, Centroamérica y el Caribe. 2019
Las salidas desde Colombia y sus zonas circunvecinas hacia Europa, donde el consumo se multiplicó, fueron haciendo surcos en la frontera con Venezuela e incrementaron las tensiones y conflictos en la región de Zulia (Venezuela) y La Guajira (Colombia) pero contribuyeron a potenciar también la ruta hacia el norte, por el mar Caribe hasta las costas de Quintana Roo como terreno de provisión y de paso.
Quintana Roo, con las únicas costas caribeñas de México y riquezas naturales y socioculturales inigualables, se ha ido convirtiendo en una posición importante de los mismos cárteles, los más poderosos grupos del crimen organizado, que se nutren del tráfico de todo tipo de drogas y de personas, estas últimas sobre todo ligadas a los negocios de pornografía y prostitución.
Las costas quintanarroenses son también un buen destino para los negocios turísticos, en buena medida responsables de los procesos de despojo directo o encubierto de las tierras de los pueblos mayas existentes en la región, y son uno de los atractivos económicos que ofrece el proyecto Tren Maya.
Adicionalmente, la circulación por el Caribe facilita un paso hacia el Golfo de México, que otorga condiciones de domesticidad a los traslados entre el sur del continente y la costa Este de Estados Unidos.
Las rutas marítimas dan cabida al 80% del comercio mundial. En momentos de disputa hegemónica exacerbada, como los actuales, su control se vuelve absolutamente estratégico. Agreguemos, además, la cercanía que estas costas tienen con el Istmo de Tehuantepec, donde se intenta impulsar un corredor transístmico que sería el paso más expedito entre el Pacífico y el Este estadounidense, que sigue siendo el centro manufacturero de ese país.
En la entrada del corredor transístmico está ubicada la cuenca petrolera de México y tanto el Transístmico como el Tren Maya se vislumbran como sus dos rutas de salida hacia los mercados del mundo, con amplia oposición de los pueblos, comunidades y organizaciones regionales o, incluso, nacionales.
Es interesante tener esto en cuenta cuando sabemos que en mayo próximo este será el escenario de dos importantes ejercicios militares promovidos por Estados Unidos y en los que México fungirá como anfitrión: Tradewinds, auspiciado por el Comando Sur y NAMSI, ejercicio que se enmarca en la Iniciativa de Seguridad Marítima de Norteamérica, en la que participan el Comando Norte y el Comando de Operaciones Conjuntas de Canadá. Es un hábito que los gobiernos de países latinoamericanos que pueden considerarse aliados a Estados Unidos como Honduras, Chile, Colombia, Brasil, Paraguay y Perú sean quienes den hospedaje a este tipo de ejercicios, en los que confluyen las fuerzas militares de la región con oficiales y efectivos del Comando Sur de Estados Unidos.[1] En este caso, será México quien cumpla ese papel, modificando de manera significativa su nivel de involucramiento, que hasta ahora había sido muy discreto. Protagonista central de estos ejercicios del Comando Sur, curiosamente, cuando México forma parte del territorio de América del Norte, adscrito por eso mismo al Comando Norte. Los comandos en cuestión pertenecen a las fuerzas armadas estadounidenses, que subdividieron el mundo por regiones acuático-terrestres y en cada una de ellas mueven sus efectivos por encima de las soberanías y jurisdicciones del resto del mundo.[2] Sucede que la zona grancaribeña queda bajo la responsabilidad del Comando Sur y con ello colinda con las costas mexicanas de Quintana Roo. Eso al parecer permite una duplicidad que lleva a la Armada de México a involucrarse en las tareas y actividades con ambos comandos, que coincidirá geográfica y temporalmente con sus propios ejercicios conjuntos. En ese sentido, el gobierno mexicano actual se consolida como aliado de Estados Unidos en su estrategia militar continental, al funcionar como bisagra de sus comandos geográficos.
De esta manera, tendremos a las fuerzas de ambos comandos en actividades de capacitación y simulación de guerra, ya sea contra los cárteles de la droga o de cualquier otro tipo, simultáneamente actuando en la región de los grandes megaproyectos lanzados por el gobierno mexicano en turno, en un momento en que la militarización en el país está en su punto más alto.
Si ya el poder de los militares en México es una preocupación, tanto por disponer de un presupuesto nunca antes alcanzado y creciente como por el crecimiento de sus atribuciones y condiciones de impunidad, su protagonismo en coordinación con las fuerzas armadas estadounidenses termina de crear condiciones de alerta en la sociedad mexicana. Agregando a esto que este hermanamiento pone a México en riesgo de quedar involucrado en situaciones de guerra real para las que no está preparado ni le competen, y que provienen de las tensiones generadas en el planeta por el guerrerismo de Estados Unidos y por las nuevas circunstancias de rediseño de las hegemonías y de sus definiciones territoriales, mares incluidos.
Los ejercicios
Tradewinds
Delegados de Defensa y seguridad pública de veinte países se reunieron entre el 31 de enero y el 4 de febrero en Chetumal, México, para llevar a cabo la fase de planificación del ejercicio Tradewinds, a realizarse entre el 7 y el 21 de mayo de 2022.[3] Este ejercicio anual, organizado por el Comando Sur de Estados Unidos, que cuenta con un enfoque de colaboración multinacional y multidominio (terrestre, aéreo, marítimo, anfibio y escenarios de ciberseguridad), se lleva a cabo desde 1984. En el momento en que fue instaurado, resultó una manera de tener presencia en el Caribe con posterioridad a la invasión de Granada y ante la amenaza que representaban para Estados Unidos los países del bloque socialista, entre ellos la URSS y Cuba.[4]
Desde entonces el ejercicio ha estado dirigido a las amenazas de seguridad en el Caribe que en la actualidad incluyen el combate a las organizaciones de tráficos ilícitos, asistencia humanitaria y ayuda en caso de desastres (Gresham, 2013).
Uno de los principales propósitos de este tipo de ejercicios es fortalecer la interoperabilidad entre las fuerzas participantes, que en la actualidad incluyen a fuerzas navales, militares y policíacas. Esto se logra no solo a partir de la ejecución conjunta de procedimientos policiales, así como técnicas y tácticas militares por parte de efectivos de los distintos países, sino de los propios espacios de planeación o de aquellos otros que —con carácter de seminarios o reuniones de alto nivel— suelen realizarse en el marco de estos entrenamientos.
Además de ello se debe considerar la homologación de narrativas, tácticas y estrategias que se desprenden de la participación de los mandos y efectivos militares de Estados Unidos en distintos teatros de operaciones.[5]
En la edición de este año, serán co-anfitriones México y Belice; correspondiendo a México las actividades de los ejercicios navales, mientras que el país centroamericano será sede de las actividades terrestres. Se trata de la primera vez que México cumple con ese rol desde la primera edición del ejercicio, en 1984.
Tradewinds 2022 contará con 1500 participantes, entre uniformados y civiles. Los países invitados son Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Bermuda, Brasil, Canadá, Colombia, Dominica, República Dominicana, Francia, Granada, Guyana, Jamaica, Países Bajos, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago y el Reino Unido de Gran Bretaña. Por parte de Estados Unidos estarán presentes el Ejército, la Fuerza Aérea, la Infantería de Marina, la Armada, la Guardia Costera y personal de equipos de operaciones especiales; además de la Guardia Nacional de Alabama, Florida, Kentucky, Louisiana, Missouri, Rhode Island, South Carolina y del Distrito de Columbia.
El ejercicio busca “…expandir la capacidad regional para mitigar, planificar y responder a situaciones de crisis, fortalecer los vínculos, incrementar la preparación y promover los derechos humanos y la adhesión a tratados y leyes reconocidas internacionalmente (US Southen Command, 4 de febrero de 2022. https://www.southcom.mil/News/PressReleases/Article/2924316/tradewinds-security-exercise-planners-meet-in-mexico-as-country-readies-to-be-f/). Se centrará en la interoperabilidad, operaciones fluviales, seguridad marítima, operaciones aéreas y terrestres, defensa ciberespacial, operaciones de buceo, médicas y de integración de las mujeres en misiones de paz y seguridad.
North American Maritime Security Initiative
Simultáneamente y en la misma región quintanarroense, se llevará a cabo otro ejercicio que funciona como guía de aplicación de la Iniciativa de Seguridad Marítima Norteamericana (NAMSI, por sus siglas en inglés: North American Maritime Security Initiative) y que proviene de los acuerdos realizados durante la primer década del siglo en el marco de la Alianza para la Prosperidad y la Seguridad de América del Norte (ASPAN), que entró en vigor en el año 2008 (Valdés Cerda, 2014). Este ejercicio, con carácter anual, ha tenido como objetivo la colaboración entre Estados Unidos, Canadá y México para combatir el terrorismo, la piratería y el crimen organizado (Moloeznik, 2015). En este caso, en la ciudad de Cozumel tuvo lugar la reunión de planeación entre el 7 y el 11 de febrero, con treinta invitados provenientes de Canadá y Estados Unidos, estando prevista la ejecución del entrenamiento en distintos escenarios de Quintana Roo, durante las mismas fechas del Tradewinds.
El trasfondo
En octubre de 2021 hubo un relevo en la jerarquía del Comando Sur, con el nombramiento como nueva comandante de la generala Laura J. Richardson, quien de manera previa había dirigido al Ejército dentro del Comando Norte, destacando también su participación previa en Afganistán e Irak (US Southern Command, s/f). Durante sus primeros meses en el cargo, Richardson asistió a distintos espacios, en los que ha manifestado las líneas generales de la estrategia a desarrollar en los próximos años. Durante la Conferencia de Seguridad de Centroamérica, realizada a principios de febrero de 2022, resaltó que en la actualidad las principales amenazas regionales son los estragos del COVID, la presencia de las Organizaciones Criminales Transnacionales (TCO) y el cibercrimen, a los que se suman los efectos del cambio climático y la devastación que producen inundaciones, huracanes y sequías en la región, considerada la segunda más vulnerable a este tipo de afectaciones (ODNI, 2021).
Algo a lo que no aludió en dicha conferencia —pero que sí retomó durante una reunión con su homólogo del Comando Pacífico de las Fuerzas Armadas de EE. UU. (PACOM, por sus siglas en inglés: PacificCommand) realizada en diciembre de 2021— son las amenazas que representan las potencias equivalentes (peer adversaries) que buscan tener mayor presencia en la región, en particular China. En esa oportunidad la generala Richardson señaló que tanto a Estados Unidos como a sus aliados les preocupa el creciente papel de China en distintos lugares del mundo, potenciado a partir de sus proyectos de inversión e infraestructura, como ocurre con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative). En aquella ocasión señaló que el manual de estrategia (playbook) que empleó China en África está ocurriendo ahora en América Latina y el Caribe: “Ha estado pasando en África por años, y si no somos cuidadosos, lo que está pasando en América Latina tendrá en cinco o diez años los mismos impactos” (Moon Crock, 6 de diciembre de 2021).
Es por ello que Richardson, retomando a Lloyd J. Austin III, actual secretario de Defensa de Estados Unidos (US Department of Defense, s/f), aludió a un enfoque basado en lo que se ha denominado “disuasión integrada” (Garamone, 2 de febrero de 2022). El concepto, cuya acuñación se atribuye al actual Secretario de Defensa, está considerado el pilar o piedra angular (corner stone) de la National Defense Strategy, cuya publicación se espera para este 2022. Por lo pronto, Austin lo define como: “La disuasión integrada se refiere al uso de las capacidades existentes y a la construcción de nuevas; y al despliegue de todas ellas de formas nuevas y en red —todo adaptado al panorama de seguridad de la región y en creciente asociación con nuestros amigos” (Garamone, 27 de julio de 2021).
Además de mantener el principio doctrinario conocido como “multidominio”, considera la integración de los teatros de competencia y conflictos potenciales desde las formas de guerra de alta intensidad, hasta lo que desde hace algunos años definen como “zona gris”. Además de ello, y estrechamente relacionado con la realización constante de ejercicios como el que tendrá como sede a México y a Belice, la integración con socios regionales supone, desde la perspectiva de la jerarquía militar estadounidense, “la ventaja asimétrica real que Estados Unidos tiene sobre cualquier otro competidor o potencial adversario” (Garamone, 8 de diciembre de 2021). Retomando lo expuesto por Richardson en la Conferencia de Seguridad de Centroamérica, realizada a inicios de febrero de este año, los pasos concretos para lograr esta integración pasan por incrementar las oportunidades para que los socios regionales hagan parte del programa de entrenamiento y educación militar internacional de Estados Unidos. Mientras que para el personal militar de la potencia de Norteamérica destacó la posibilidad de trabajar con sus contrapartes de Centroamérica, por ejemplo en el ejercicio de habilidades militares conocido como Fuerzas Comando, que en su próxima edición se llevará a cabo en Honduras.
México
México, que en términos geográficos “pertenece” al área de responsabilidad del Comando Norte, desde hace unos quince años ha incrementado su participación en ejercicios y distintas actividades con el Comando Sur. Resalta en particular la asistencia a los ejercicios marítimos, tanto aquellos que se realizan en torno al Canal de Panamá (Fuerzas Aliadas y Panamax), como otros que navegan por los litorales del Atlántico y el Pacífico (Unitas, SouthernPartnership).
En específico, respecto a Tradewinds, México retoma su participación a partir de la edición de 2015, realizada en Belice. Continúa en 2016 con el ejercicio llevado a cabo en Jamaica y en Granada; 2017 en Barbados y en Trinidad y Tobago; 2018 en San Cristóbal y Nieves y en Bahamas; 2019 en República Dominicana y en San Vicente y las Granadinas.[6]
En términos institucionales, Tradewinds es organizado en México por la Secretaría de Marina-Armada de México (SEMAR), siendo la Décimo Primera Zona Naval la encargada de la fase de planeación (Secretaría de Marina, 3 de febrero de 2022).
La Marina-Armada de México ha sido una institución vinculada con operativos llamativos en la denominada guerra contra el narcotráfico, entre los que destacan la incautación de enormes cargamentos de estimulantes ilegales o la captura de prominentes cabecillas de la economía criminal. A la par de ello, integrantes de la institución castrense han sido vinculados con violaciones a los derechos humanos, entre ellos tortura, violaciones y desaparición forzada de personas. Muestra de ello es que en abril de 2021, treinta marinos (algunos de las fuerzas de operaciones especiales) fueron detenidos por su participación en este tipo de delitos en la ciudad de Nuevo Laredo Tamaulipas. Veintidos de ellos contaban con antecedentes de entrenamiento por parte de Estados Unidos.[7] De acuerdo con información sistematizada por Mexico Violence Resource Project, entre 2000 y 2019 Estados Unidos ha gastado casi 144 millones de dólares en entrenamiento de distintas fuerzas mexicanas, siendo la SEMAR la más beneficiada, con más de 65 millones de dólares y casi 16 mil elementos capacitados. A partir de 2011 es cuando esta tendencia se profundiza con cerca de la mitad del presupuesto y alrededor del 60 por ciento de los efectivos entrenados. De este proceso, también destaca el énfasis en entrenamiento táctico y operativo.
Mapa 2. Ejercicios militares, megaproyectos y riquezas estratégicas
Resultan llamativas tanto la decisión de hacer a México coanfitrión de un ejercicio militar del Comando Sur como su realización a la par de una iniciativa que proviene de las estrategias de seguridad implementadas durante los sexenios que decidieron dar inicio a la llamada guerra contra el narcotráfico. En especial porque el gobierno actual ha declarado su distanciamiento de ese tipo de formas de enfrentar la problemática, como quedó de manifiesto con la declaración sobre el término de la Iniciativa Mérida en julio de 2021. Un dato adicional en este rompecabezas es que el Corredor Interoceánico que se construye en el Istmo de Tehuantepec ha sido colocado por el actual gobierno, que es quien lo impulsa, bajo la responsabilidad total de la SEMAR. Cabría entonces inferir algún tipo de relación entre la realización de estos ejercicios de los Comandos Sur y Norte de las fuerzas armadas de Estados Unidos en la zona marítima quintanarroense con los megaproyectos del Tren Maya y el Corredor Interoceánico, zona de asiento, además, de la riqueza petrolera de México y de sus selvas tropicales.
Referencias
[1] Dinámica que en ocasiones puede fluctuar, como ha sucedido de manera reciente con el mayor involucramiento del gobierno de Bolsonaro y del Ejército brasileño en actividades de colaboración con el Comando Sur. También podría haber una modificación en sentido opuesto con los recientes triunfos de Gabriel Boric (Chile), Pedro Castillo (Perú) o Xiomara Castro (Honduras), aunque aún resulta prematuro saber el curso que tomarán los acontecimientos.
[2] (N. de E.) El Ejército de EE. UU. concibe su ámbito de actuación a escala global. Por esa razón se encuentra organizado geográficamente en seis “comandos” que de conjunto abarcan la totalidad del planeta. En el continente americano actúan dos de ellos: un es el Comando Sur, que interviene en todo América Latina y el Caribe (excepto México y las colonias estadounidenses en el Caribe) y el otro es el Comando Norte, que opera en el territorio de EE. UU (continente y colonias en el Caribe), Canadá y México. Los otros cuatro son el Comando “Europeo”, el Comando “Africano”, el Comando “Central” (que interviene en Asia Occidental y Central) y el Comando “Pacífico” (que opera en la región Indo-Pacífico). Además de los Comandos territoriales hay otros cinco que se denominan funcionales, muy importantes en términos de estrategia y defensa: Comando Espacial, Ciber Comando, Comando de Transporte, Comando de Operaciones Especiales y Comando Estratégico (https://www.defense.gov/About/combatant-commands).
[3] En el comunicado de prensa de la Armada de México dan fechas y cifras distintas: que la reunión se realizó entre el 29 de enero y el 5 de febrero y que participaron 84 invitados de veintitrés países (Secretaría de Marina, 3 de febrero de 2022).
[4] Durante la invasión a Granada habrían sido descubiertos cinco acuerdos militares secretos, tres de ellos con la Unión Soviética, uno con Corea del Norte y otro más con Cuba (Montonen, 2017).
[5] Como ejemplo de ello está la trayectoria del actual Jefe del Estado Mayor Conjunto, General Mark E. Milley, quien en el pasado tuvo participación en operaciones militares en Somalia, Afganistán e Irak; pero también en Haití (Uphold Democracy), Colombia y Panamá (Just Cause).
[6] Después de ser pospuesto por la pandemia en 2020, este ejercicio recurrente se realizó en Guyana, sin participación de México, de acuerdo a la información disponible en el sitio oficial del Comando Sur.Aunque en el documento “Avance y resultados 2020” del Programa sectorial de la Marina 2020-2024 se reporta la participación en planeación y capacitación de los ejercicios Tradewinds 2021 y 2022.
[7] Estos veintidós marinos habrían asistido a 88 eventos de entrenamiento entre 2011 y 2020, con cursos sobre operaciones selváticas, buceo táctico y derechos humanos. Además de ello, trece de los marinos involucrados en las desapariciones siguieron siendo entrenados por Estados Unidos durante y después del periodo de tiempo en que estuvieron desplegados en Nuevo Laredo, es decir, cuando se cometieron las desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales de cuarenta y siete civiles (Green, 1 de noviembre de 2021; Pradilla, 24 de enero de 2021).
Bibliografía
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