El recorrido de África hacia la industrialización: ¿Cómo puede China contribuir al desarrollo económico del continente?
“El recorrido de África hacia la industrialización: ¿Cómo puede China contribuir al desarrollo económico del continente?” (中国方案与非洲自主工业化的新可能) se publicó originalmente en Wenhua Zongheng (文化纵横), núm. 1 (febrero de 2019).
Desde que conquistaron su independencia, los países africanos han perseguido incansablemente la industrialización, tratando de superar su situación de dependencia en el orden económico mundial. La Organización de la Unidad Africana (precursora de la Unión Africana) y, posteriormente, la Asamblea General de las Naciones Unidas declararon, en 1989, el 20 de noviembre como el Día de la Industrialización de África para fomentar la sensibilización y la cooperación internacionales en torno a la industrialización africana. Lamentablemente, estas aspiraciones aún no se han hecho realidad.
Durante el siglo XXI se han producido importantes cambios en el desarrollo económico del continente. Las relaciones entre África y las economías emergentes, incluida China, se han desarrollado rápidamente, alterando la posición estratégica del continente dentro de la globalización. Un período de altas tasas de crecimiento entre 2000 y 2014 dio lugar al surgimiento de una narrativa de “África en ascenso” en los medios de comunicación occidentales. Ello, a medida que la imagen de África pasaba de ser la de un “continente de la desesperación” a la de un “continente lleno de esperanza”.1 Sin embargo, tras las imágenes del “ascenso de África”, las cifras subyacentes siguen siendo desalentadoras. En 1970, la participación de África en el sector industrial mundial se situaba en torno al 3%; en 2014, ese porcentaje cayó a menos del 2%. Al mismo tiempo, en 2017, la proporción media de la industria manufacturera en el Producto Interno Bruto (PIB) del África subsahariana rondaba el 10%, casi al mismo nivel que en la década de 1970. Salvo en unos pocos países como Sudáfrica, Egipto, Nigeria y Marruecos, la tasa de crecimiento de la industria manufacturera en la mayoría de los países africanos ha ido siempre a la zaga de la tasa de crecimiento económico general. En resumen, África ha experimentado un crecimiento sin industrialización, y sus elevadas tasas de crecimiento económico se deben al aumento de la demanda y de los precios de los recursos naturales, lo cual lo hace insostenible.
Mediante un análisis de las experiencias africanas en el recorrido hacia la industrialización, este documento intenta responder a tres preguntas: ¿por qué han fracasado las décadas de ayuda occidental para promover la industrialización africana? ¿Qué exploraciones han hecho los países africanos en su recorrido hacia la industrialización? Y por último, como participante y alumno en el camino hacia la industrialización, ¿qué puede aportar China a la industrialización de África?
El fracaso de las recetas de Occidente para el desarrollo
En la década de 1960, los estados africanos recién independizados comenzaron a embarcarse en el camino del desarrollo industrial. Sin embargo, seis décadas después, todavía no han logrado hacer realidad la industrialización. A menudo las explicaciones populares atribuyen las causas del bajo nivel de desarrollo del continente a factores endógenos como el clima, la geografía, la diversidad étnica y la cultura. Sin embargo, estas explicaciones no toman en cuenta el hecho que tales problemas han existido de una forma u otra en todos los países actualmente desarrollados.2 Además, a menudo minimizan o ignoran el impacto histórico y continuo de la intervención occidental en el continente. El colonialismo transformó a África en una fuente de materias primas para las potencias imperialistas y un vertedero de mercancías, provocando subdesarrollo en varios aspectos. Por ejemplo, los primeros gobernantes coloniales crearon sistemas educativos enfocados en formar empleados para asistir en la administración de las colonias, en lugar de formar ingenieros y científicos. En las últimas décadas, las recetas y modelos fallidos impuestos por Occidente a África también han impactado negativamente en el desarrollo del continente.
En Occidente ha habido muchas disputas sobre el rol adecuado del Estado y del mercado en el desarrollo económico. Durante la primera mitad del siglo XX, destacados economistas occidentales como John Maynard Keynes propusieron teorías que abogaban para que los gobiernos reforzaran su intervención y regulación sobre la economía. Estas políticas se aplicaron ampliamente en Europa Occidental y Estados Unidos hasta finales de los años 70 y principios de los 80, cuando la intervención estatal quedó desacreditada en favor del liberalismo económico. Los países occidentales consideraron que los modelos económicos dirigidos por el Estado ya no eran sostenibles y comenzaron a aplicar políticas neoliberales, como la privatización de empresas estatales e instituciones públicas, la liberalización del comercio, la relajación de la normativa industrial nacional y el endurecimiento del gasto público.3 Occidente también impuso por la fuerza políticas neoliberales en gran parte del mundo y a menudo probó sus ideas neoliberales en países del Sur Global, incluida África, obstaculizando la búsqueda de su industrialización. La imposición de la ideología y teorías económicas occidentales ha limitado a los países africanos en la formulación de estrategias de desarrollo adecuadas a sus condiciones nacionales.4
En las décadas de 1960 y 1970, los países africanos recién independizados implementaron una variedad de estrategias de desarrollo lideradas por el Estado. Sin embargo, el desempeño económico del continente quedó rezagado respecto a otras regiones en desarrollo. Se culpó de ello a los modelos de desarrollo dirigidos por el Estado, tanto por el lento crecimiento económico, como por la ineficiencia gubernamental y la corrupción. Junto con las continuas crisis de divisas que afligieron a la mayoría de los países africanos durante la década de 1980, no tuvieron más remedio que recurrir a las instituciones de Bretton Woods y aceptar los programas de ajuste estructural impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Durante las siguientes décadas, la ola mundial de liberalización económica, desregulación y privatización dirigida por Occidente se extendió por África. Siguiendo las recetas neoliberales, los países africanos fueron esencialmente desindustrializados, deshaciendo gran parte de los avances logrados en las décadas anteriores. Las políticas de laissez-faire no trajeron el desarrollo y la prosperidad a África. En las décadas de 1960 y 1970, el ingreso per cápita en el África subsahariana creció a un ritmo del 1,6% anual; entre 1980 y 2004, el mismo disminuyó un 0,3% anual.5
En la primera década del siglo XXI, la mayoría de los países africanos experimentaron un rápido crecimiento económico debido al auge de las materias primas. Sin embargo, debido a la ausencia de estrategias de industrialización bajo el neoliberalismo, pocos países africanos pudieron lograr transformaciones económicas estructurales y actualizaciones tecnológicas. Durante este período, el Banco Mundial y los países donantes occidentales cambiaron el enfoque de su ayuda a África hacia “mejorar el entorno empresarial”, promoviendo reformas favorables al sector privado que, según afirmaban, llevarían al desarrollo industrial.6 Según una investigación realizada por la Brookings Institution en ocho economías subsaharianas, este programa de ayuda fue “mal aplicado e insuficiente”.7 De hecho, las reformas para mejorar el entorno empresarial son inadecuadas para abordar los retos a los que se enfrentan las economías africanas en la competencia industrial mundial. Además, incluso en los países africanos de bajos ingresos con entornos empresariales extremadamente precarios, es posible lograr un crecimiento rápido en industrias y áreas específicas.8 Las políticas orientadas a mejorar el entorno empresarial reflejan la creencia de la comunidad de ayuda occidental: la industrialización solo puede construirse sobre fundamentos neoliberales. El economista chino Wen Yi (文一) resumió el problema con la receta de desarrollo occidental como “tomar el techo como el cimiento, tomar el resultado como la causa […] tomar los resultados de la industrialización occidental como el requisito previo para el desarrollo económico”.9
La ayuda occidental ha promovido la dependencia económica en África, mientras que la hegemonía política, económica e ideológica de Occidente ha reducido el espacio político y la autonomía de África. Desde los programas de ajuste estructural neoliberales hasta las estrategias de reforma destinadas a mejorar el entorno empresarial y de inversión, las recetas occidentales no han contribuido al desarrollo africano. Según este modelo, una parte significativa de las políticas de desarrollo africanas se ha formulado fuera del continente, sin la contribución y el liderazgo del pensamiento de desarrollo autóctono africano. En materia de desarrollo económico e industrialización, las posiciones dominantes en el panorama intelectual están en manos de políticos y académicos con sede en Washington y París. El pensamiento y análisis africano independiente ha sido marginado, desalentado a los países africanos que no han logrado formular estrategias de industrialización basadas en sus condiciones nacionales.
Finalmente, dos factores adicionales han impedido que la ayuda occidental promueva la industrialización en África. En primer lugar, los países donantes occidentales están preocupados de que, si África logra la industrialización, el continente competirá con ellos; por lo tanto, limitan el avance de África en la escalera industrial. En segundo lugar, los países occidentales industrializados han trasladado sus industrias intensivas en mano de obra y manufactura de bajo nivel y alta contaminación a Asia Oriental, y han ingresado en una etapa posindustrial de desarrollo. Bajo esta división global de la industria, Occidente no necesita transferir industrias a África y, por lo tanto, no está motivado para promover la industrialización africana.
La búsqueda de África de un camino independiente hacia la industrialización
En los últimos años, se ha puesto un renovado énfasis sobre la industrialización en África. La Unión Africana (UA), varias organizaciones regionales y la mayoría de los países africanos han publicado diversas estrategias de industrialización. La Agenda 2063 de la UA presenta una propuesta clara de transformación económica en el continente a través del desarrollo industrial, especialmente en la manufactura, con el fin de aumentar el valor agregado de los recursos Africanos, mejorar los niveles de empleo y aumentar los ingresos de la población.
En todo el continente, se está formando gradualmente un consenso en torno a la idea que la industrialización es esencial para la transformación económica, el desarrollo sostenible y la modernización de África. El siguiente paso clave es determinar cómo promover eficazmente la industrialización. En la actualidad, las exploraciones africanas de una vía soberana hacia la industrialización se centran en cuatro áreas principales.
1. El rol del Estado y del mercado en la industrialización. A diferencia de los años ochenta y noventa, cuando el fundamentalismo de mercado estaba en su apogeo en África, en el período actual pocos gobiernos niegan completamente el papel del Estado en la industrialización. Sin embargo, persisten desacuerdos en cuanto a la naturaleza y alcance de este rol. Es decir, si el Estado debe centrarse en proporcionar bienes públicos como educación, investigación y desarrollo, e infraestructura cuando el suministro del mercado es insuficiente, o si el Estado debe intervenir directamente en la economía e influir en la asignación de recursos, como apoyar ciertas industrias o empresas, remodelando así el proceso de desarrollo económico. En 2016, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEPA) publicó Política industrial transformadora para África, que enfatizaba la importancia de la política industrial para promover el desarrollo económico nacional y la transformación estructural. El documento argumenta que “el sector manufacturero ha sido el motor del desarrollo económico” y que “el sector manufacturero en un país económicamente rezagado no puede desarrollarse sin una política industrial inteligente y coherente”. El principal autor de Política industrial transformadora para África, el economista coreano Ha-Joon Chang, es un destacado defensor de la política industrial, que sostiene desde hace tiempo que la intervención estatal en la industrialización ha sido esencial para el desarrollo de todos los países ricos actuales. En contra de la narrativa fundamentalista del mercado, Chang sostiene que estos países adoptaron grados significativos de proteccionismo en las primeras fases de su desarrollo económico y han seguido haciéndolo durante gran parte del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, Chang sostiene que los países en desarrollo deberían rechazar las recetas neoliberales occidentales y aplicar políticas industriales en su camino hacia la industrialización. Se ha convertido en una voz influyente en los debates sobre industrialización que tienen lugar en el continente africano. Aunque la mayoría de los países africanos se han alejado de los modelos de industrialización por sustitución de importaciones de la posguerra y ahora tienden a adoptar políticas orientadas a la exportación dirigidas a los mercados exteriores, Chang señala a Etiopía y Ruanda como países africanos que han tenido experiencias exitosas de política industrial en la era actual y pide a los responsables políticos que estudien una amplia gama de países, industrias y medidas para desarrollar una amplia “imaginación política”.
2. La interacción entre la integración regional y la industrialización. El tema elegido en 2009 para el Día de la Industrialización de África fue “industrialización para la integración” y, en 2017, se hizo hincapié en que el “desarrollo industrial africano” era “una condición previa para una zona de libre comercio continental eficaz y sostenible”. De hecho, desde que obtuvieron su independencia, los países africanos han establecido la integración regional y la industrialización como las “dos alas” para transformar la posición marginal de África en el sistema político y económico global. La industrialización impulsa el desarrollo económico de África y ayuda a aumentar la participación de África en la producción y el comercio mundial, mientras que la integración regional fomenta el comercio intrafricano y beneficia el desarrollo industrial. En marzo de 2018, 44 países africanos firmaron el acuerdo del Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés) en Kigali, Ruanda, marcando un hito en el establecimiento de un mercado africano unificado.
En la actualidad, el 86% del comercio total de África sigue realizándose con otras regiones del mundo, no dentro del continente.10 Sin embargo, en marcado contraste con la composición de las exportaciones africanas a otras regiones del mundo, que consiste en gran medida en productos primarios sin procesar, dos tercios del comercio intrafricano son productos manufacturados.11 Se espera que el acuerdo AfCFTA aumente las oportunidades comerciales intrafricanas, cree un mercado continental más amplio, sirva de trampolín para la industrialización africana y refuerce aún más la independencia y autonomía del continente. Aunque varios países africanos disfrutan de un trato preferencial libre de aranceles para la entrada de sus productos en los mercados estadounidense y europeo a través de la Ley estadounidense para el Crecimiento y la Oportunidad en África (AGOA, por sus siglas en inglés) y el plan “Todo menos armas” (TMA) de la Unión Europea, el continente está sujeto a otros impedimentos e inevitablemente sufre un trato injusto. Por ejemplo, en 2016, los países miembros de la Comunidad del África Oriental (CAO) acordaron reducir progresivamente la importación de ropa de segunda mano hasta prohibirla por completo en 2019, para apoyar a la industria textil local. Ese mismo año, Tanzania, Ruanda y Uganda, miembros de la CAO, aumentaron sus tipos arancelarios sobre la ropa de segunda mano importada. Estas medidas desencadenaron una disputa comercial con Estados Unidos, y la administración Trump amenazó con cancelar los beneficios comerciales relacionados con la AGOA para los tres países.
3. El desarrollo coordinado de la urbanización y la industrialización. En su Informe Económico sobre África de 2017, Urbanización e industrialización para la transformación de África, la CEPA/UNECA escribió que la rápida urbanización de África debe aprovecharse como fuerza motriz para el desarrollo industrial del continente.12 En otras partes del mundo, la urbanización ha estado estrechamente vinculada a la industrialización, habiéndose logrado la urbanización mediante la mejora de la productividad agrícola y el aumento de la producción industrial. Sin embargo, el informe señala que la urbanización de África se ha desconectado de su desarrollo industrial y de una transformación económica estructural más amplia. África no ha logrado un desarrollo coordinado de la industrialización y la urbanización, lo que ha dado lugar a la creación de “ciudades de consumo”, con altos niveles de importaciones, bajos niveles de creación de empleo formal y principalmente servicios de baja productividad, en lugar de “ciudades productivas”.13 Reducir la brecha entre urbanización e industrialización y reconectar estos dos desarrollos de forma mutuamente beneficiosa es un reto importante para África.
4. El papel dominante de la industria manufacturera en el desarrollo económico. La historia del desarrollo de los países ricos de hoy revela que la industria manufacturera ha sido siempre el motor del desarrollo económico. Pocos países han conseguido desarrollar sus economías sin una sólida base manufacturera. No obstante, algunos occidentales sostienen que la importancia del sector servicios está superando cada vez más a la de la industria manufacturera y que África puede “saltarse” la industrialización. Por ejemplo, en 2017, Joseph E. Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial y premio Nobel de Economía, sostuvo que África no puede replicar el modelo liderado por la industria manufacturera de Asia Oriental y que la industria moderna de servicios será el motor del desarrollo económico de África.14 Del mismo modo, en 2018, la Brookings Institution y el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-WIDER) publicaron conjuntamente Industria sin Chimeneas: La Industrialización en África Reconsiderada. La publicación proponía que los servicios comercializables (por ejemplo, los servicios basados en la información y las comunicaciones, el turismo y el transporte y la logística), la agroindustria y la horticultura pueden impulsar el crecimiento económico y la transformación estructural de África.15
Sin embargo, sobre el papel de la industria manufacturera en la estrategia de industrialización del continente y las prescripciones occidentales en materia de desarrollo, África tiene una comprensión sobria. En la Agenda 2063 de la UA y las políticas industriales formuladas por la UNECA, se entiende claramente que la industria manufacturera es la base y la clave para la creación de empleo, la transformación económica y el desarrollo de la región. En 2016, Kingsley Moghalu, ex vicegobernador del Banco Central de Nigeria, instó a los países africanos a “rechazar la noción engañosa de que pueden unirse a Occidente convirtiéndose en sociedades posindustriales sin haber sido antes industriales”.16
Aun así, expertos occidentales en tecnología como Alec Ross, han seguido afirmando que los países africanos pueden utilizar la tecnología para “dar un salto económico”, señalando a Ruanda como ejemplo.17 En su libro de 2016, Las industrias del futuro, Ross escribió que “la idea es que Ruanda pase directamente de una economía agrícola a una economía basada en el conocimiento, evitando por completo la fase industrial”.18 Sin embargo, tales afirmaciones pasan por alto el hecho de que la industria manufacturera sigue siendo el principal motor de la economía del conocimiento; incluso Ruanda, que ya ha desarrollado rápidamente este sector, sigue impulsando vigorosamente su industria manufacturera.
África ha formulado una serie de estrategias para la industrialización, como la mejora de las infraestructuras, la atracción de inversiones extranjeras, el fomento de la integración regional, la coordinación del desarrollo de la agricultura y la industria, la creación de zonas económicas especiales y parques industriales, y la integración en las cadenas industriales mundiales. Mientras África promueve activamente su industrialización, el socio estratégico más importante del continente, China, está experimentando su propia transformación económica nacional y su modernización industrial. En China, hay un exceso de capacidad en los sectores del acero y el cemento, los costes laborales están aumentando y las industrias intensivas en mano de obra se enfrentan a dificultades. Mientras tanto, África, con una mano de obra joven y un gran mercado, necesita industrializarse. En este periodo, existen importantes oportunidades para que África y China complementen mutuamente sus objetivos. Qué papel desempeñará China en el camino de África hacia la industrialización y si el enfoque chino puede aportar a África ideas distintas de las recetas occidentales, son cuestiones importantes para la relación China-África en el futuro.
Cómo puede contribuir China al desarrollo industrial de África
En el marco del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), establecido en el año 2000, China se ha comprometido a colaborar con África para superar los obstáculos al desarrollo, como el déficit de infraestructuras, la formación de trabajadores especializados y la falta de financiamiento. Las iniciativas del FOCAC han estado constantemente orientadas a la cooperación relacionada con la capacidad industrial, incluidos los “diez principales planes de cooperación China-África” propuestos en la Cumbre de Johannesburgo de 2015 y las “ocho principales iniciativas en colaboración con África” planteadas en la Cumbre de Pekín de 2018. Las contribuciones de China a la industrialización africana se sitúan en tres áreas principales: construcción de infraestructuras; ofrecer nuevas opciones de desarrollo compartiendo sus propias experiencias; y cambiar el paradigma de la cooperación internacional, mejorando la posición global de África a través de la cooperación China-África.
1. China apoya la industrialización africana mediante la construcción de infraestructuras. África tiene un grave déficit de infraestructuras: en el sector energético, esto se traduce en frecuentes apagones y electricidad costosa. La frágil red de transportes obstaculiza la integración económica regional. Además, con una población de unos 1.400 millones de personas, el continente sólo cuenta con 64 puertos marítimos. En este sentido, China ha sido un socio importante, construyendo un gran número de ferrocarriles, carreteras, aeropuertos, puertos marítimos y otras infraestructuras de transporte, así como infraestructuras energéticas e hidráulicas en África. China también se ha comprometido a apoyar la construcción y expansión de una red africana de trenes de alta velocidad, autopistas y aviación. En las décadas de 1950 y 1960, la ayuda exterior china seguía un modelo “llave en mano” que, en algunos casos, encontró dificultades operativas tras la entrega. Tras estas experiencias, China ahora dedica gran atención al mantenimiento y la explotación posteriores de los proyectos de infraestructuras extranjeros y se esfuerza cada vez más por combinar la construcción de infraestructuras en África con la cooperación en materia de capacidad industrial. Por ejemplo, los parques industriales construidos por China en Etiopía han creado sinergias con el ferrocarril Adís Abeba-Djibouti, construido por China, ayudando al país a establecer un corredor económico y a promover el desarrollo industrial.
2. Las experiencias de desarrollo de China demuestran vías alternativas de industrialización para los países africanos. Mientras que las potencias occidentales imponían su modelo neoliberal en el Sur Global, provocando la desindustrialización de muchos países en desarrollo, China tomó un camino diferente. En palabras de Liu He (刘鹤), economista chino y ex viceprimer ministro, “China se adhirió a sus propias características y no copió ciegamente el modelo occidental […] En contraste con los planteamientos de ‘o lo uno o lo otro’ y de ‘blanco o negro’ de los economistas occidentales hacia cuestiones como los derechos de propiedad y la competencia, China encontró un término medio basado en sus condiciones concretas y recorrió un camino sinuoso y único en lo que respecta a la cuestión de la mercantilización”.19 Las experiencias chinas en materia de industrialización aportan lecciones sobre numerosos aspectos del desarrollo, de las cuales los países africanos pueden aprender. Entre ellas, la unidad dialéctica de la reforma, el desarrollo, la estabilidad y la innovación; la gestión de las relaciones entre el gobierno, el mercado y la sociedad; la importancia de un liderazgo capaz y con una fuerte voluntad política; la necesidad de definir estrategias claras; y diversos proyectos de infraestructuras, industriales y otros proyectos de desarrollo. Además, China ha acumulado años de experiencia en colaborar con países desarrollados de forma constructiva para mejorar su propia capacidad productiva. Al cooperar con África en el desarrollo de su capacidad industrial y facilitar la transferencia de tecnología, China puede aprovechar y compartir sus propias experiencias similares en el desarrollo de la capacidad productiva, la urbanización y la industrialización.
Al compartir su experiencia, China puede proporcionar conocimientos a los países africanos. Esta contribución y este papel no son menos importantes que la construcción de carreteras y puentes. Aunque China no ha impuesto a otros su propio modelo de desarrollo, los países africanos han expresado su deseo de aprender de la experiencia china. Tres principios importantes de la experiencia de desarrollo de China incluyen el trascender marcos, paradigmas y modelos dogmáticos; partir de las propias condiciones concretas y afinar las propias acciones basándose en experiencias y lecciones. Por ejemplo, en 2017, la Mesa Redonda de Directores Ejecutivos de Tanzania (CEO Roundtable of Tanzania), que reúne a directores ejecutivos de 200 de las mayores empresas del país, publicó un libro sobre industrialización en el que se estudia en profundidad la experiencia de China. Citando la creación de la Zona Económica Especial de Shenzhen en 1980 por Deng Xiaoping (邓小平), los autores escriben que “empezar poco a poco y experimentar nos permitiría fracasar rápido, aprender rápido y cambiar las cosas rápidamente y según fuera necesario. Tras afinar el modelo a lo largo del tiempo, podremos extenderlo con mayor calidad a todo el país, en lugar de hacerlo de forma instantánea, quizá con menor calidad, dada su limitada capacidad financiera y de ejecución, sin poder afinarlo ni gestionarlo con eficacia cuando se enfrente a retos, y acabando así con un programa nacional de industrialización desastroso”.20 Es importante señalar que no existe un “consenso chino” o un “modelo chino” con respecto al desarrollo económico. La relación entre China y África es de aprendizaje mutuo, más que de instrucción unidireccional.
En este sentido, lo que es útil para los países africanos y otros países en desarrollo no es simplemente un resumen de las experiencias exitosas de China. Igualmente importante, es la comprensión de los fracasos de China. En una entrevista que le realicé a principios de 2018, a Arkebe Oqubay, Gran Ministro y Asesor Especial del Primer Ministro de Etiopía, y diseñador jefe de los parques industriales de Etiopía, se refirió a este punto: “Sabemos que no todos los parques industriales de China han tenido éxito, algunos han fracasado. Pero durante mi investigación en China, no pude encontrar ningún documento o informe que resumiera estas lecciones de los fracasos”. Determinar cómo resumir y comunicar de forma exhaustiva las experiencias de industrialización de China es un aspecto importante de la cooperación China-África en la actualidad.
3. Las relaciones China-África pueden desarrollar un nuevo paradigma de cooperación internacional y mejorar la posición estratégica, el espacio político y la autonomía del continente. En la cumbre del Grupo de los Veinte (G20) de 2016, China presentó por primera vez una propuesta para apoyar la industrialización en África y en el grupo de países menos desarrollados designados por la ONU. Las discusiones occidentales relacionadas con África suelen girar en torno al uso de la ayuda para resolver la pobreza. Sin embargo, la ayuda por sí sola no puede resolver la pobreza ni promover la industrialización. En cambio, la cooperación China-África se centra en el desarrollo, combinando ayuda, comercio, inversión y otros medios para contribuir al desarrollo independiente del continente.
Uno de los aspectos más significativos de la cooperación China-África es su influencia indirecta en la forma en que los países occidentales se relacionan con el continente africano. Debido a su preocupación por la creciente asociación China-África, los países occidentales se han visto presionados, hasta cierto punto, para no tratar a los países africanos como simples receptores de ayuda, sino como socios comerciales y de inversión. La naturaleza de la relación ha cambiado gradualmente, y África ha podido mejorar su posición global, convirtiéndose en un semillero de inversiones. En los últimos años, por ejemplo, la alemana Volkswagen ha invertido y construido fábricas en Sudáfrica, Nigeria y Kenia. Así mismo, la empresa de logística estadounidense Zipline ha puesto en marcha una fábrica de ensamblaje de drones en Ruanda. Estos avances podrían ser prometedores para la industrialización de África.
En última instancia, el verdadero motor de la industrialización africana está en manos de los propios países africanos. El capital, la tecnología y la experiencia de China, o de otros países, sólo pueden apoyar estos esfuerzos. Por ejemplo, proyectos o formas de cooperación similares pueden tener resultados muy distintos en países diferentes. En el caso de la construcción de parques industriales, la Zona Industrial Oriental de Etiopía, construida por China, no sólo logró crear decenas de miles de puestos de trabajo a nivel local. También dio lugar a la introducción de la primera normativa sobre parques industriales del país. Sin embargo, en Angola, un país rico en petróleo, la Zona del Parque Industrial de Viana no logró ni siquiera lo básico de “tres conexiones y una nivelación” (三通一平, sāntōng yīpíng). Es decir, garantizar que una obra esté conectada al agua, la electricidad y las carreteras, y que el terreno esté nivelado antes de iniciar un proyecto. Esto, porque la parte local que recibió los terrenos no logró establecer ni operar con éxito actividades comerciales en el parque industrial. Para apoyar con éxito la industrialización africana, China debe alinear su enfoque con las estrategias nacionales específicas de desarrollo de los países africanos, que son la clave del éxito o el fracaso en el camino hacia la industrialización.
Notas
1 Véase, por ejemplo, las siguientes portadas publicadas por The Economist con una diferencia de aproximadamente una década: The Economist, “The Hopeless Continent” [El continente sin esperanza], The Economist, 13 de mayo de 2000, https://www.economist.com/weeklyedition/2000-05-13; The Economist, “Africa Rising” [El auge de África], The Economist, 3 de diciembre de 2011, https://www.economist.com/leaders/2011/12/03/africa-rising.
2 Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, Transformative Industrial Policy for Africa [Política industrial transformadora para África] (Adís Abeba: UNECA, 2016), https://repository.uneca.org/handle/10855/23015.
3 Chen Zhiwu, 陈志武说经济 [Chen Zhiwu habla sobre la economía de China] (Taiyuan: Shanxi Economic Press, 2010), 44.
4 Zhou Jinyan, “非洲智库对新时代中国方案的认知及其对中非治国理政经验交流的启示”[Percepciones de los think tanks Africanos sobre las soluciones de China en la Nueva Era y sus implicancias para el intercambio de experiencias en la gobernanza entre China y África], 阿拉伯世界研究 [Estudios del Mundo Árabe], no. 4 (2021).
5 Ha-Joon Chang, “Economic History of the Developed World: Lessons for Africa” [Historia económica del mundo desarrollado: Lecciones para África] (conferencia impartida en el Programa de Oradores Eminentes del Banco Africano de Desarrollo, Túnez, Túnez, 26 de febrero de 2009), https://www.afdb.org/fileadmin/uploads/afdb/News/Chang%20AfDB%20lecture%20text.pdf.
6 Ver Jacques Morriset, “Foreign Direct Investment in Africa: Policies Also Matter” [Inversión extranjera directa en África: Las políticas también importan], Documento de Trabajo sobre Investigación de Políticas 2481, Banco Mundial, Washington, DC, noviembre de 2000, https://documents1.worldbank.org/curated/en/245851468767965780/pdf/multi-page.pdf.
7 John Page, “Africa’s Failure to Industrialize: Bad Luck or Bad Policy?” [El fracaso de África en la industrialización: ¿Mala suerte o mala política?], The Brookings Institution, 20 de noviembre de 2014, https://www.brookings.edu/blog/africa-in-focus/2014/11/20/africas-failure-to-industrialize-bad-luck-or-bad-policy/.
8 Justin Yifu Lin y Célestin Monga, Beating the Odds: Jump-Starting Developing Countries [Vencer las adversidades: poniendo en marcha los países en desarrollo] (Princeton: Princeton University Press, 2017), 12-14.
9 Wen Yi, 伟大的中国工业革命 [La gran revolución industrial China] (Pekin: Tsinghua University Press, 2016), 15.
10 Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, “Momentum Builds for Free Movement under AfCFTA” [Crece el impulso para la libre circulación en el marco del AfCFTA], 29 de enero de 2023, https://www.uneca.org/stories/momentum-builds-for-free-movement-under-afcfta.
11 Comisión Económica de las Naciones Unidas para África y Banco Mundial, “Promoting Connectivity in Africa: The Role of Aid for Trade in Boosting Intra-African Trade” [Promover la conectividad en África: El papel de la ayuda para el comercio en el impulso del comercio intraafricano], Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, Adís Abeba, octubre de 2017, https://www.wto.org/english/tratop_e/devel_e/a4t_e/promotingconnect17_e.pdf.
12 Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, Economic Report on Africa 2017: Urbanisation and Industrialisation for Africa’s Transformation [Informe económico sobre África 2017: Urbanización e industrialización para la transformación de África] (Adís Abeba: Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, 2017), https://www.uneca.org/economic-report-africa-2017.
13 Comisión Económica de las Naciones Unidas para África, Urbanización e industrialización, 138. Véase también, Tom Goodfellow, “Urban Fortunes and Skeleton Cityscapes: Real Estate and Late Urbanisation in Kigali and Addis Ababa” [Fortunas urbanas y paisajes urbanos esqueléticos: Bienes inmuebles y urbanización tardía en Kigali y Adís Abeba], International Journal of Urban and Regional Research [Revista internacional de investigación urbana y regional] 41, no. 5 (septiembre de 2017); Bai Lulu, Zhao Shengbo, Wang Xingping y Zheng Jieling, “撒哈拉以南非洲城镇化与制造业发展关系研究” [Investigación sobre la relación entre urbanización y la industria manufacturera en África Subsahariana], 国际城市规划 [Planificación urbana internacional], no. 5 (2015).
14 Joseph E. Stiglitz, “From Manufacturing Led Export Growth to a 21st Century Inclusive Growth Strategy for Africa (Africa Cannot Repeat East Asian Miracle)” [Del crecimiento de las exportaciones impulsado por la industria manufacturera a una estrategia de crecimiento integrador para África en el siglo XXI (África no puede repetir el milagro de Asia Oriental)] (conferencia pronunciada en la Cumbre de Crecimiento Inclusivo organizada por la Oficina de Investigación Económica, Investigación Económica del Sur de África y el Proyecto de Investigación sobre Empleo, Distribución de Ingresos y Crecimiento Inclusivo, Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 15 de noviembre de 2017), https://www.youtube.com/watch?v=Q-OikAtwkig&ab_channel=ACET.
15 Richard Newfarmer, John Page y Finn Tarp (eds.), Industries without Smokestacks Industrialisation in Africa Reconsidered [Industrias sin humo: La reconsideración de la industrialización en África], Estudios UNU-WIDER en Economía del Desarrollo (Nueva York: Oxford University Press, 2018), https://www.wider.unu.edu/publication/industries-without-smokestacks-2.
16 Kingsley Moghalu, “Africa Has to Go through Its Own Industrial Revolution” [África debe pasar por su propia revolución industrial], Financial Times, 16 de mayo de 2016, https://www.ft.com/content/d68f27fe-1aad-11e6-b286-cddde55ca122.
17 Alec Ross, Las industrias del futuro (Buenos Aires: Fundación Universidad de Palermo, 2018).
18 Alec Ross, Las industrias del futuro.
19 Liu He, “没有画上句号的增长奇迹:于改革开放三十周年” [El crecimiento un milagro en desarrollo: En el 30 aniversario de la reforma y la apertura], en 中国经济50 人看三十年 [Treinta años de economía china vista por 50 economistas chinos], editado por Wu Jinglian (Pekín: China Economic Publishing House, 2008).
20 Ali A. Mufuruki, Rahim Mawji, Gilman Kasiga y Moremi Marwa, Tanzania’s Industrialisation Journey, 2016-2056: From an Agrarian to a Modern Industrialised State in Forty Years [El viaje a la industrialización de Tanzania, 2016-2056: De un estado agrario a un estado industrializado moderno en cuarenta años] (Nairobi: Moran Publishers, 2017), 11.
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